The Lord of the Rings: The Fellowship of the Ring
Dir. Peter Jackson | 178 min. | EE.UU. – Nueva Zelanda
Intérpretes:
Elijah Wood (Frodo Baggins), Ian McKellen (Gandalf el gris), Viggo Mortensen (Aragorn), Sean Bean (Boromir), Sean Astin (Sam), Billy Boyd (Peregrin), Dominic Monaghan (Merry), Orlando Bloom (Legolas), John Rhys-Davies (Gimli), Christopher Lee (Saruman el blanco), Ian Holm (Bilbo Baggins), Hugo Weaving (Elrond), Cate Blanchett (Galadriel), Liv Tyler (Arwen), Andy Serkis (Gollum)
Estreno en Perú: 1 de enero de 2002
La historia pone sobre los hombros del ser más pequeño y aparentemente inútil, el hobbit Frodo, la tarea más difícil, destruir el anillo único, fuente de poder de Saurón, el señor oscuro. Para lograrlo se rodea de los representantes de las razas buenas de la Tierra Media, formando la Comunidad del Anillo.
Para alguien cercano a la obra de J. R. R. Tolkien, como el que escribe, será comprensible entender el estado de expectativa en que nos hallábamos los seguidores cuando se anunció la cristalización del proyecto fílmico de la obra del profesor. Antes habíamos visto la adaptación animada de 1979 realizada por Ralph Bakshi (responsable de ese clásico de la animación underground El Gato Fritz) y conocíamos de un fallido proyecto que sería estelarizado por los cuatro Beatles. Pero evidentemente no había un acercamiento serio y suficientemente dotado de recursos para llevar a la pantalla el periplo de los cuatro hobbits por acabar con el poder del señor oscuro.
Y he aquí que saltaba el nombre de Peter Jackson (Nueva Zelanda, 1961), del que en ese momento sólo habíamos tenido ocasión de ver The Frighteners (1996) su obra menos lograda, las dudas eran enormes y la expectativa creciente hizo que (estrategia de marketing mediante) el mundo entero se contagiara de una fiebre tolkiendili, de pronto era habitual encontrar gente que estaba leyendo o tenía pensado leer la obra del profesor, el primer aporte de la película ya estaba hecho.
Así llegó el 1 de enero de 2002, en un repleto cine Larcomar vimos por fin las tres horas de la primera parte de la trilogía, y la sensación inmediata fue desconcertante, por momentos sentimos viva la llama del libro, de los personajes, de las batallas, pero por otro lado sentíamos que faltaba tanto, personajes enteros habían sido eliminados del guión (Tom Bombadil, el más extrañado) y otros habían cambiado por completo. Tuvimos que ver la cinta repetidas veces para terminar de separar el relato base de la obra fílmica y darnos cuenta que no podía haber coincidencia o puro traspaso del papel al ecran. Así una nueva historia creció ante nuestros ojos.
Una espectacular introducción, recrea en 7 minutos las guerras ancestrales y la lucha de las razas en la Tierra Media contra Saurón, el poseedor del anillo único, aquí empieza el trabajo de los guionistas para adaptar la historia prestándose elementos de la obra de Tolkien más allá de la trilogía clásica.
Mucho tiempo después de estos acontecimientos se preparan las festividades por el cumpleaños 111 de Bilbo Baggins quien luego de muchas peripecias había llegado a poseer el anillo único, ignorando el alcance de su poder. El mago Gandalf, amigo de aventuras le aconseja dejar el anillo a su sobrino Frodo, pues Bilbo está pronto a marcharse al retiro. Todo esto coincide con el despertar de Saurón, que desde su guarida en Mordor agita sus huestes para recuperar su anillo, fuente de todo poder.
A partir de aquí la aventura está centrada en la lucha desigual de las menguadas razas aliadas (elfos, enanos, hombres y hobbits) contra los designios de Saurón y su numeroso ejercito. El clásico conflicto entre el bien y el mal, se resuelve en el tono de las historias de caballería de la edad media, no por gusto Tolkien ambientó en esa época, su mundo utópico, dotándolo de valores cristianos y marcadamente monárquicos.
Tal vez lo más difícil sea entender claramente el poder que reside en un pequeño objeto como el anillo único, se podría pensar que sería fácil para un mago o para un rey tomar el anillo y usar sus poderes para hacer el bien, pero en realidad el anillo es una personificación del ansia de poder y la ambición sin límite que todo lo corrompe, al mismo tiempo su deseo de posesión sirve de prueba para templar la voluntad de los diferentes personajes de la saga, entonces resulta difícil explicar como un pequeño hobbit puede resistir el poder inmenso del anillo, ahí entra el quid de la cuestión, Tolkien pone en los hombros del ser más pequeño y aparentemente inútil la tarea más difícil, confiando en que un sentido innato del deber lo lleven a acometer la más grande hazaña, es el camino del héroe que a través de una jornada de peligros se descubre a sí mismo.
Pero para ello tiene que tener una compañía adecuada, es entonces que aparecen en escena los representantes de las razas buenas que habitan la Tierra Media, ahí está Gandalf de la divina raza de los magos, Aragorn y Boromir representantes de la casta de los hombres, herederos de Númenor, Legolas el príncipe elfo y Gimli el enano y junto a ellos los cuatro hobbits: Frodo, Sam, Peregrin y Merry que forman la Comunidad del Anillo, dispuestos a enfrentar mil peligros para destruir el anillo, de la única forma posible, echándolo en las fauces de lava hirviente del Monte del Destino, donde fue forjado por Saurón en épocas remotas.
Tal vez uno de los mejores logros del trabajo de Jackson sea conseguir habitar el mundo con las criaturas fantásticas que imaginó Tolkien, orcos, názgul, balrog, ejércitos de elfos y tantos otros cobran vida gracias a los procedimientos actuales de CGI, pero de tal manera que se integran a la historia sin fisuras. Igual mérito le corresponde al excelente casting de actores, Viggo Mortensen que construye un definitivo Aragorn, Ian Mc Kellen como Gandalf, Cate Blanchet como Galadriel y el inacabable Christopher Lee como Saruman.
Al final nos quedamos agradecidos por haber podido visitar en imágenes y sonidos la amada Tierra Media tal como la concibió Tolkien, es un sueño logrado poder ver Hobbiton, Lothlorien, Rivendel o las minas de Moria, Peter Jackson probó tener el calibre adecuado para una historia que demandaba el mejor de los esfuerzos, el único punto en contra fue tener que esperar un año largo para continuar con la epopeya.
Luis Ramos
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