Crash
Dir. Paul Haggis | 113 min. | EE.UU.
Intérpretes: Don Cheadle (Detective Graham Waters), Matt Dillon (Sargento Jack Ryan), Jennifer Esposito (Ria), Thandie Newton (Christine Thayer), Sandra Bullock (Jean Cabot), Brendan Fraser (Rick Cabot), Chris ‘Ludacris’ Bridges (Anthony), Ryan Phillippe (Tommy Hanson), Terrence Howard (Cameron Thayer), Larenz Tate (Peter Waters).
Estreno en Perú: 29 de diciembre del 2005
Una pareja de detectives de la policía, él negro, ella latina. Una matrimonio de blancos adinerados. El dueño de una pequeña tienda, iraní. Un director de televisión y su esposa, ambos negros. Un cerrajero, mexicano. Dos ladrones de autos, negros. Un rudo policía y su compañero, blancos. Todos viven en Los Angeles y durante un día sus vidas se encontrarán.
Paul Haggis (Canadá, 1953) realizó su primera película hace más de 10 años, luego se dedicó a trabajar para la televisión. No fue sino hasta que Clint Eastwood dirigió su guión de Million Dollar Baby, que logró gran notoriedad. Se llevó un Oscar por esa colaboración y ahora nos encontramos con ésta, su primera película en los EE.UU. Con esos antecedentes y las mejores referencias, esperaba un gran film, y no fui defraudado.
Películas corales de seguro hemos visto varias, piensen en Magnolia o Traffic. Películas con historias paralelas o historias que se entrecruzan de manera inteligente, piensen en Amores perros o Short Cuts. Eso es Crash, una pléyade de pequeñas estrellas que solemos ver brillar en los llamados papeles secundarios en muchos filmes, y que esta vez tienen todos, las mismas oportunidades de mostrar sus cualidades.
De manera similar a la mencionada Amores perros, en Crash las distintas historias se relacionan a través de un accidente automovilístico. Pero en este caso el accidente solo sirve de excusa para descubrir una compleja exploración en la conducta humana, y abordar temas como el prejuicio, la discriminación y el racismo. A través de diálogos por momentos chocantes, acotaciones sarcásticas y hasta cómicas, Haggis demuestra que puede poner en el tapete aspectos de la conducta social que muchas personas preferirían no revisar.
El escenario es la ciudad de Los Angeles, urbe multicultural, una olla de presión con gentes de todas latitudes que se golpean unos a otros constantemente, a lo largo de 24 horas. Tenemos a los dos jóvenes negros que se indignan al notar que una pareja de yuppies caminan con cierta precaución cerca de ellos. Su respuesta, darles la razón robándoles el auto. En otra parte de la ciudad la imagen es a la inversa, la pareja de negros es dueña de un vehículo similar, el policía que los detiene es blanco, racista, los humilla.
Un latino, trabajador honesto, humilde, recibe comentarios racistas de parte de un inmigrante iraní -persa, no árabe- cuya pequeña tienda es destrozada por vándalos que odian todo lo que venga del Medio Oriente. Un detective de la policía, negro, inicia una discusión con su pareja de origen salvadoreño al llamarla ‘mexicana’.
Estados Unidos es un país violento, y eso lo sabemos viéndolo desde afuera. Los Angeles es un difícil lugar para vivir, seas del color que seas, esa es la premisa de la película. Cada confrontación entre estos personajes termina de manera violenta, con algún tipo de agresión, verbal, física, sicológica. Todas estas respuestas son un tipo de defensa con el que parecen vivir diariamente los ciudadanos de L.A. Y son estas mismas personas las que se encuentran luego realizando un acto de valentía, acciones de las que uno no pensaría que fueran capaces.
Son contradicciones como ésta las que enriquecen el film, con un guión elaborado cual reloj suizo, donde cada pieza encaja a la perfección detrás de la siguiente. Y es quizá tanta exactitud la que nos parezca poco creíble durante algunas secuencias del film, es difícil pensar que dos personas que no se conocen crucen sus caminos más de una vez en menos de 24 horas. En momentos como ese podemos elegir por dejarnos llevar, pensar en el relato como un cuento de hadas, quizá como el cuento con el que el chico latino tranquiliza a su pequeña hija, y dejar que el mensaje por más repetido y obvio que sea, llegue a su destino.
Tal como en Magnolia, en Crash el elenco de actores se luce por todo lo alto, cada uno de ellos sabe que dispone de unas cuantas escenas en el film para dejar su huella en nuestra memoria, y lo logran, de tal manera que seria injusto mencionar alguna actuación por sobre las demás. Solo un comentario aparte, da gusto ver en buena forma nuevamente a actores como Matt Dillon, Sandra Bullock y Brendan Fraser. Correctos actores que junto a directores como Paul Haggis pueden sumarse a ese buen cine norteamericano que siempre queremos ver.
Laslo Rojas
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