Dir: Ang Lee | 138 min. | EE.UU.
Intérpretes:
Eric Bana (Bruce Banner)
Jennifer Connelly (Betty Ross)
Sam Elliot (General Ross)
Josh Lucas (Talbot)
Nick Nolte (Padre de Bruce).
Estreno en Perú: 26 de junio del 2003
El joven y prometedor científico Bruce Banner trabaja con su ex novia Betty Ross en apasionantes experimentos científicos. Un terrible accidente desata transformaciones en su cuerpo que lo empujan a acciones heroicas, pero que también desatan demonios internos que lo llevan a la búsqueda de sí mismo en un pasado doloroso donde ocurrieron hechos traumáticos.
Con Hulk, el realizador taiwanés Ang Lee demostró ser uno de los cineastas más versátiles y creativos de los últimos tiempos. Esta extraordinaria película no puede ser más diferente del drama realista Tormenta de hielo (Ice Storm, 1997), que le precedió, ni de su conmovedora adaptación del clásico de Jane Austen, Sensatez y sentimientos (Sense and Sensibility, 1995), un filme de época. Y éstas a su vez, tan distintas a su comedia gastronómica Comer, beber, amar (1994), para no hablar de su filme de artes marciales El tigre y el dragón (Crouching Tiger, Hidden Dragon, 2000) -ganadora del Oscar a la mejor película extranjera- o El banquete de bodas (1993), filme premiado en el Festival de Berlín. No hablemos ya de la polémica e intensa Brokeback Mountain (2005).
Se trata, entonces, de un cineasta polifacético que nos ofrece una versión virtuosa, en términos de montaje y efectos especiales, del famoso personaje de historietas que también mereció una exitosa serie televisiva en los años 70.
En Hulk, los efectos especiales cumplen una función significativa y no meramente cosmética. Ang Lee empieza por utilizar los “barridos” (o cortinillas) que ocasionalmente se utilizan en algunos filmes para transiciones de una escena a otra, como parte integral del desarrollo de la acción y de la construcción de su película. Así, separa la pantalla en dos o en tres partes con imágenes con acciones simultáneas que se mueven como rompecabezas de mano, hacia los costados, pero también hacia arriba o hacia abajo. En otros momentos, con tantas pantallas ‘abiertas’, parecemos estar en una demo del ambiente Windows y la fragmentación avanza luego hasta convertir el écran casi en una página de historieta, sólo que en movimiento. Además, en estas particiones no sólo se nos presentan combinaciones de situaciones o personajes, sino también imágenes oníricas, textos electrónicos y hasta textos escritos; y esta simultaneidad nos refiere a la hipertextualidad que caracteriza a la Internet.
Por otra parte, los efectos digitales se combinan con otros, siendo recurrentes los de acercamientos o alejamientos vertiginosos, en tramos sucesivos, con lo cual secuencias que contendrían tediosos diálogos sobre experimentos científicos adquieren un ritmo tenso y frenético, pero al mismo tiempo muy vistoso. Ello porque las imágenes oníricas se combinan con otras presuntamente extraídas del visor de un microscopio y ambas realizan verdaderas composiciones de inusual belleza plástica y que rayan en lo artístico. Lo sorprendente es que esta vorágine no nos agota y el suspense avanza fluida y lógicamente al compás de una música que recuerda el tema musical de Tiburón.
En consecuencia, el aporte de Lee al montaje consiste en utilizar estos procedimientos de fragmentación y simultaneidad para compactar la acción y permitir desarrollar un argumento que, respetando las características del género, tiene cierta complejidad dramatúrgica. (Sólo lamentamos que este virtuoso aparato formal se limite a construir un relato de pura evasión y entretenimiento, a diferencia de otros filmes clásicos que han enriquecido el montaje audiovisual poniéndolo al servicio de exploraciones más relevantes, como Nacidos para matar de Oliver Stone o El acorazado Potemkin de Eisenstein.)
Volviendo a las complejidades de Hulk, observamos que su argumento cita sucesivamente a Frankenstein, El hombre araña, King Kong y Godzilla; y al igual que El resplandor de Kubrick recopila los principales clichés de las películas de terror, el filme que comentamos rinde con estos guiños su homenaje al género cinematográfico que va del comic a la ciencia ficción. En ese sentido, Hulk también es un personaje solitario y su relato puede ser leído como una historia romántica, aunque en un alarde de castidad nunca ocurra el esperado beso de la pareja protagonista. El filme también refleja conflictos generacionales, donde la relación de los jóvenes científicos enamorados está condicionada por los ‘pecados’ de los padres; sin embargo, acorde con el temperamento contemporáneo, al final los hijos se sometan a la autoridad paterna. A ello se suman los rasgos sicologizantes del guión (culpa, castigo, separación, arrepentimiento, venganza, memoria ‘reprimida’) y las ya citadas acotaciones oníricas. Todo ello sazonado con las más extravagantes persecuciones y enfrentamientos en desiertos, bajo el mar o la tierra, en el puente colgante de San Francisco o en el espacio exterior y en los que nuestro héroe sobrevive a la bomba atómica y a unos guerrilleros centroamericanos…
Dados todos estos componentes, falta ver si realmente se trata de una película para niños, ya que en el centro mismo del argumento ocurre un crimen brutal y hay una creciente furia parricida en el protagonista durante la segunda mitad del filme. Felizmente los más pequeños, embelesados y entretenidos por los giros más descabellados de la trama y los efectos especiales, no se dan cuenta de nada de esto… ¿o sí?
Juan José Beteta
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