Underworld: Evolution
Dir. Len Wiseman | 106 min. | EE.UU.
Intérpretes:
Kate Beckinsale (Selene)
Scott Speedman (Michael Corvin)
Michael Sheen (Lucian)
Shane Brolly (Kraven)
Estreno en Perú: 23 de marzo del 2006
Secuela de la fantasía británica que vimos hace un par de años esta que nos devuelve la historia de Romeo y Julieta en el mundo de las castas malditas de los monstruos jurados a muerte desde tiempos inmemoriales. Espectáculo ofrecido después de cierta repercusión taquillera del original con mayores recursos y más artificios que nunca.
Estamos donde nos quedamos. La bella Selene y el híbrido Michael Corvin huyen de la furia de sus castas luego de la muerte de sus respectivos líderes. Como Romeo y Julieta de castas peores que las de los mortales, son unos proscritos. Pero con lo que no tardarán en caer en cuenta es que nuestros queridos realizadores inventarán para ellos enemigos mucho más poderosos que los anteriores. Ya servida o anunciada en la primera se dará el despertar de Marcus el amo y señor absoluto del linaje vampírico. El verdadero forjador de su especie que irá en busca del peligroso secreto que oculta sin saber Selene acerca del más poderoso licántropo, el feroz William quien ¡oh sorpresa! resulta ser su hermano gemelo.
Solemnidades y resortes dramáticos de pacotilla que rodean una y otra vez esta anécdota con una idea esencial nada despreciable: la apasionante versión del inicio de los tiempos por parte de padres, no necesariamente los más apropiados, pero padres al fin. Algo siquiera insinuado surge en las primeras imágenes en las clásicas eras de leyendas. Pero desde ahí ya lo convencional se apodera de esta continuación como de su predecesora. Poco después volvemos nuevamente al campo de batalla sofisticado y moderno de este tiempo en el que solo los realizadores se regodean con los recursos al uso incluyendo esa iluminación azulina más cercana a las imágenes aceradas de un comercial nocturno de BMW que al bajo mundo (mas ridiculizado que nunca).
La construcción en cierta manera pareciera tener en mente a la interesante Highlander (esa efectiva historia de inmortales enfrentados a muerte hasta las aceras del siglo XX) en un inicio, pero le falta el verdadero asombro ante lo maravilloso, la verdadera sensación inquietante de estar presenciando un reflejo deformado del lado oscuro latente en cada ser humano. Tan solo la verborrea, el itinerario desinflado de tensión que recorren los héroes (incluyendo una escena erótica desganada de catálogo de Playboy), la estrafalaria parafernalia y demás pretenden darnos la sensación de temor. Desconocen más bien que estas reacciones primarias han sufrido al parecer una involución. Parecen más sujetas a las sugerencias como los grandes clásicos del género que nos presentaban escenario comunes y corrientes sin deformaciones cuya atmósfera iba delatando ese más allá del mundo ordinario hasta dar el golpe o revelación en el momento preciso.
Todo ello hace que películas como esta batalla entre los amos de las fantasías de terror se conviertan en cambio en aburridas experiencias que tratan a como de lugar de ser impresionantes con solo lo restallante de sus imágenes, la perfección de sus efectos visuales, y una historia que se quiere hasta novelesca pero que termina convirtiéndose incluso en un disparate. Tal vez solo le queda a los espectadores entretenerse con la perfección hasta lo imposible del rostro de Kate Beckinsale una actriz que como tal no me convence pero como belleza me somete. No digo más, a vuestro riesgo.
Jorge Esponda
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