Las adaptaciones o préstamos argumentales entre uno y otro arte no es una novedad que haya inventado el cine. Un buen ejemplo de ello puede ser el Otello que Verdi recreó como ópera desde el texto de Shakespeare. Sin embargo, es el uso masivo de la adaptación cinematográfica lo que le ha dado al sétimo arte la fama de poco original y de depredador de argumentos, sobre todo provenientes de la literatura, sea como teatro, novela o cuento.
La industrialización de la producción cinematográfica y el crecimiento de la demanda de argumentos conocidos por el enorme público fílmico han sido, principalmente, las responsables de la cantidad de adaptaciones que se han realizado, no siempre sin desmedro de la obra original. Como consecuencia del film, las obras recreadas han tenido un relanzamiento que no le ha venido mal a los editores y autores, como la fiebre por El Señor de los Anillos, de hace pocos años. Al final, todos felice$.
La colaboración entre cómic, otro arte (e industria) joven, y cine no es nueva tampoco, pero ha venido a ser una importante fuente de historias en los últimos años, pues tiene un público cautivo considerable y es parte de la cultura pop contemporánea ¿Quién no conoce a Superman y sus amigos de mallas?
Como sucede siempre, ha habido logradas adaptaciones del comic al celuloide, y también otras realmente funestas, ese análisis se lo dejaremos al gusto del lector/espectador. Unas han sido más formales que otras: han mostrado un mundo más real como en Superman, el último Batman, o los Spiderman, y otras han experimentado con el lenguaje y su propuesta, como American Splendor o Hulk, para mencionar sólo dos.
Es fácil hacer un paralelo entre historieta y cine, nacidas casi al mismo tiempo, ambos comparten códigos icónicos (imágenes) y lingüísticos (textos, palabras), ambos están “dibujados” sobre dos dimensiones, comparten una misma teoría de planos y secuencia, por lo que el comic o novela gráfica, puede servir de storyboard –cuadros guía- al cine, de hecho ha sido así muchas veces, como en From Hell, Spiderman y de forma mayúscula en Sin City.
Entonces, más allá de la longitud de las historias, la adaptación del comic a la pantalla parecería más inmediata y fácil dadas estas similitudes, pero existen también diferencias importantes, en el cine la imagen tiene una sola dimensión, área, o tamaño de lienzo: el formato. En el comic, el artista tiene la potestad de establecer las dimensiones de su ventana: puede ilustrar a página entera, en sólo una fracción de ella, en rectángulo vertical u horizontal, poner un cuadro dentro de otro, disponer los elementos, las viñetas dentro de la página como se le plazca ¿Cómo traducir esto en la pantalla?
1. Sin City: la traducción literal
Sin City se ha ufanado de trasladar “literalmente” el comic al celuloide, y ha creado imágenes poderosas aprovechando el lenguaje gestáltico de Frank Miller, autor del comic y codirector de la película. Son imágenes en blanco y negro en fortísimo contraste que acentúan los tintes de film noir de los personajes que habitan esta Ciudad del pecado.
Sin embargo, la cinta falla en sus tiempos o ritmo y en su aproximación literaria, al no reparar en dos medios que son diferentes por naturaleza, afectando el producto final.
Por un lado, las imágenes que en el papel generan un tiempo de contemplación de acuerdo a su tamaño, extrañeza y disposición espacial, en la pantalla se suceden velozmente, en ninguna de las tres historias cuentan con las pausas que pueden sugerir los dibujos originales para la visualización.
Otro recurso, el monólogo interior a partir del cual son contadas cada una de las historias es válido “literariamente”, es decir de manera escrita. Nos da la sensación del paso de tiempo, del ambiente reinante, es un resumen de la historia e ilustra la sicología del personaje. De estas sólo la última cualidad es estimable en la pantalla; las demás son apreciadas directamente de la imagen sin necesidad de escucharlo (reiteradamente) del personaje.
Las historias que sobre el papel (en el comic) tienen una resolución ajustada al milímetro, han sido sutilmente alteradas, contra lo que se dijo en la publicidad, incluyendo planos explicativos o dejando de lado ciertas escenas secundarias. Algunos de estos cambios, han quitado fuerza y suspenso a las historias, sobre todo a la del gigante Marv o el policía Hartigan.
Estos cambios en las historias, y principalmente, la verbalidad absoluta de los personajes y el ritmo apresurado son elementos que juegan en contra de la cinta porque crean una sucesión continua de (sobre)información no del todo digerible que termina por saturar al espectador. Entonces la “literalidad” de la adaptación, su mayor cualidad, termina siendo a la vez su talón de Aquiles, su principal defecto.
2. A History of Violence: adaptar sin adaptar
Una adaptación más feliz aunque de procedencia menos conocida, es A History of Violence, la cinta de Cronemberg que se basa en el comic homónimo de John Wagner y Vince Locke. La historia sobre la violencia y el sueño americano toma las ideas principales de la novela gráfica y las va transformando, mutando a los propósitos del director; ideas que no deja de inquietar con sus mensajes e imágenes aunque éstas sean más austeras y clásicas.
La historia se separa del comic desde el inicio. Así, la gratuita matanza inicial en el libro original tiene lugar en una carretera; en la película, el tiroteo se realiza en un motel. Sin embargo, el tono, la cadencia y el mensaje se va arrastrando con la misma potencia y sirven para el mismo propósito: presentar a los matones que detonarán la historia más adelante.
Las diferencias y agregados se van sucediendo y apilando. Por ejemplo, las escenas de sexo de la cinta no se encuentran en el libro. Pero, un enorme racconto explicativo sobre el pasado de Tom (Viggo Mortensen) domina un capítulo de la novela gráfica y es dejado de lado en la adaptación fílmica. Es preciso apuntar que Cronemberg no sabía del comic hasta después de estar bien involucrado en el proyecto, pues Josh Olson, el guionista, había estado trabajando desde mucho antes. (Ver seccion Q&A del sitio oficial del film).
Los caminos por los que se adentran Cronemberg y Olson, distan de los elegidos en la obra original: son otros los antagonistas, se evita cierto filón gore – que hubiera sido una delicia para un Cronemberg más joven, menos perpicaz y sutil, como el de Videodrome -, pero los conflictos primarios, la negación y angustia del personaje principal, la crisis familiar siguen intactos. Estas nuevas decisiones se apoyan en el trabajo actoral y visual, y terminan por añadir profundidad a las mismas ideas tratadas en el comic.
A nivel visual, explota los planos amplios donde se muestra el espacio rural o urbano, lo cotidiano que se ve afectado por la intrusión de la violencia y sus personajes tal cual como en el comic, en ese sentido ambos son lacónicos en sus signos y logran el mismo efecto con su propio lenguaje.
En las adaptaciones entre comic y cine, hay códigos transferibles, equivalencias semánticas y cierto paralelismo, pero hay que entender que son primordialmente lenguajes diferentes. A veces, se debe sacrificar la fidelidad al original para transmitir los mensajes de manera apropiada. En corto, se anuncian estrenos fílmicos de diversos comics: V for Vendetta, 300, Watchmen, un nuevo Superman, y más. Habrá que aguardar y tener los ojos abiertos para seguir leyendo las películas y viendo los comics.
Antolín Prieto
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