Koroshiya 1
Dir. Takashi Miike | 129 min. | Japón – Hong Kong
Intérpretes:
Tadanobu Asano (Kakihara)
Nao Omori (Ichi)
Shinya Tsukamoto (Jijii)
Paulyn Sun (Karen)
Susumu Terajima (Suzuki)
Ichi the Killer nos cuenta la historia de la desaparición de un notorio jefe de la yakuza. Su más leal lugarteniente es Kakihara (Tadanobu Asano), quien promete no detenerse ante nada hasta encontrar a su mentor y amigo. En su sangrienta búsqueda se le cruza en el camino su antagonista, Ichi (Nao Omori), un inestable asesino que está siendo manipulado por algun extraño, con el fin de exterminar a las varias bandas criminales de la localidad, esto llevará a un enfrentamiento entre los dos temibles hombres cada uno más enfermo que el otro, en sus modalidades de asesinar.
En primer lugar es preciso decir, a pesar que ya la mayoría lo sepa, que Ichi the Killer no es una elucubración ingeniosa del señor Takashi Miike, si no más bien es una creación del artista de manga, Hideo Yamamoto llamada «Koroshiya 1», cuya estética es ultraviolenta y cercana al gore. En esta primera percepción, Takashi Miike lo único que hizo fue adaptar las imágenes dibujadas al celuloide, evidentemente con una fidelidad que para este director japonés suponemos es una forma de respetar la obra de aquel artista, pero que para los ojos occidentales, en sus primeras exhibiciones occidentales, no eran más que supuesto mal gusto, aberraciones e incluso reacciones vomitivas frente a las imágenes que esta película nos muestra. Incluso también fue objeto de un anime.
Entonces ¿es Miike un transgresor por haber llevado al cine su versión fidedigna de un manga e incluso un anime, cuya violencia en Japón, en ambas formas culturales, es una constante? Para los japoneses suponemos que no fue así, en cccidente que es donde se convirtió en una cinta de culto, esta película en su época e incluso hoy en día, es totalmente trasgresora y repulsiva para algunos ojos.
Pero qué nos ofrece Ichi the Killer argumentalmente en sus tres versiones. Nos cuenta la historia de la desaparición de un notorio jefe de la yakuza. Su más leal lugarteniente es Kakihara (Tadanobu Asano), quien promete no detenerse ante nada hasta encontrar a su mentor y amigo. En su sangrienta búsqueda se le cruza en el camino su antagonista, Ichi (Nao Omori), un inestable asesino que está siendo manipulado por algun extraño con el fin de exterminar a las varias bandas criminales de la localidad, esto llevará a un enfrentamiento entre los dos temibles hombres cada uno más enfermo que el otro, en sus modalidades de asesinar.
La repercusión de esta película está en sus imágenes tan contundentes, sangrientas y en algunos casos hasta repulsivas, pero esta es una visión simplona de la misma, toda vez que sus críticos y detractores, de estómagos un poco más sensibles, no han tenido la fortaleza de ver mas allá de la sangre, visceras y mutilaciones que deja esta cinta.
Sin embargo, a mi gusto Ichi the Killer, no es una obra maestra de Takashi Miike, es la película que por las caracteristicas señaladas le abrió puertas al mundo, radicalmente opuesto a su visión del cine, y que en el efecto, inspiró a que muchos por voyeurismo o por verdadera curiosidad cinematografica, empezaran a revisar su obra, como es mi caso, enterándose de joyas en su cinematografia como la espectacular Audition.
El hecho que es una película distinta a lo convencionalmente visto no cambiará con el paso de los años. Ichi the Killer tiene un trasfondo que sobrepasa a las imágenes, es la visión de la violencia y del mundo de las yakuzas, desde el punto de vista de Miike, es una sátira e incluso una parodia, a esa ceremoniosa y poderosa secta criminal, es una forma que tiene el realizador de reirse de la violencia, algo cruda y brutal pero para él, su forma de divertirse.
En síntesis, Ichi the Killer me gustó pero no en la medida que la catalogan algunos. Que hubo escenas que me causaron algún efecto repulsivo, es cierto, y que en algunos momentos quise apagar el televisor y tomarme algún calmante, también, pero al final de su visionado, ya en frio la película es una infernal experiencia que no deja de rondar tu cabeza y que con el tiempo empiezas a apreciarla a pesar de sus perversiones.
Alex Guerrero
Deja una respuesta