La prueba – Crítica de Variety


La prueba, opera prima de la directora peruana Judith Vélez, estuvo compitiendo en marzo pasado en el XXI Festival Internacional de Cine en Guadalajara. A raíz de dicha presentación la influyente revista Variety -biblia de la industria hollywoodense- le dedica esta crítica, donde señala los puntos fuertes, y también los débiles, de este nuevo film peruano. Aquí les presentamos una traducción libre.

Por Robert Koehler
Publicado: 11 de abril del 2006

La pruebaUn amplio trabajo que pese a sus fallas sugiere un futuro promisorio para su novel guionista y directora, «La prueba» lleva el road movie hacia lo más remoto del Perú y hacia el terreno de una narrativa peligrosa. La realizadora Judith Vélez expresa un amor por los paisajes de manera similar -y en cierta manera sobrepasando— a Brokeback Mountain y, junto con el coguionista Augusto Cabada, tratan ambiciosamente de dramatizar los peculiares intentos de una muchacha por dar sentido a su problemática historia familiar. Una sólida participación en festivales está asegurada, y los mercados latinoamericanos mas allá del país andino bien pueden darle la bienvenida.

Habiendo vivido fuera algunos años, Miranda (Jimena Lindo), retorna a su pintoresco pueblo natal en Arequipa para buscar a Ignacio (Gianfranco Brero), su padre quien ha estado perdido por mucho tiempo. Su hermano Tomás (Leonardo Torres Vilar) necesita desesperadamente un transplante de médula y siendo Ignacio el donante indicado por ser compatible, Miranda está particularmente motivada en indagar su paradero.

En Arequipa ella entabla una improbable sociedad con el ingeniero hidráulico y experto en diques Saúl (Pietro Sibille), quien la lleva hasta lo más profundo de los Andes, donde según las pistas, puede estar escondido Ignacio. «La prueba» es un título que no solo infiere los límites a los cuales Miranda se somete para encontrar a su padre sino quizá también el gran reto que significa la relación entre ella y Saúl, el cual lleva al film a una callejón sin salida dramático. Tampoco ayuda el hecho que Lindo y Sibille, mientras están juntos en pantalla, no puedan demostrar fricciones de pasión, eróticas o de otra índole.

Si el film pierde el camino -sólo para recuperarlo en un tercer acto de confrontación con Ignacio, que responde muchas de las preguntas de Miranda— es cierto también que lleva un tema profundo, el que los seres humanos no dejarán que vastas masas de tierra y montañas se interpongan entre ellos y la verdad. Vélez ha encontrado una metáfora en referencia a la tempestuosa historia reciente de su país, a pesar de que esta metáfora es incierta algunas veces.

Lindo no ayuda en la causa de Vélez, con una perfomance que varía entre insípida y hasta forzada, mientras que Sibille es efectivo, en un cambio radicalmente opuesto a su personaje en «Días de Santiago». La producción en general, considerando las dificultades, es de primera categoría.

Cámara (Cinecolor), Ricardo Rodriguez; editor, Roberto Benavides; música, Antonio Gervasoni; diseño de producción, Gisella Ramirez; diseño de vestuario, Leslie Hinojosa; sonido (Dolby Digital), Rosa Maria Oliart, Edgard Lostanau; supervisor de edición de sonido, Rosa María Oliart; casting, Ricardo Velasquez. Reseña del Festival de Cine en Guadalajara (competición iberoamericana), 29 de marzo del 2006. Duración: 105 Min.

Artículo original de la revista Variety

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