Cha no aji
Dir. Katsuhito Ishii | 143 min. | Japón
Intérpretes:
Maya Banno (Sachiko, la hija), Takahiro Sato (Hajime, el hijo), Tadanobu Asano (Ayano, el tío), Satomi Tezuka (Yoshiko, la mamá), Tomokazu Miura (Nobuo, el papá)
El sabor del té es un homenaje al cine costumbrista clásico japonés, donde la familia es la base de creación de historias mínimas. Aquí tenemos a los Haruno, conformada por un abuelo ex dibujante y con mente de niño, un hijo que es odontólogo pero practica la hipnosis con sus pacientes y familia, su esposa una ex artista de animación que quiere retomar su carrera, el cuñado que es un ingeniero de sonido y sus hijos, un joven enamorado de su compañera de colegio que intenta conquistarla a través del milenario juego del Go y la pequeña niña que tiene como “amiga” imaginaria a su yo gigante de la cual quiere deshacerse.
Katsuhito Ishii es uno de los realizadores pertenecientes a la nueva ola de artistas independientes del cine japonés. Nacido en el mundo
de la animación y de la publicidad, dió el salto al cine a través de su ópera prima Shark Skin Man and Peach Hip Girl (1998), película que le dió la oportunidad de conocer a Quentin Tarantino (para el director americano esta, su primera pelicula, es una obra de culto), quien le encarga a este director japonés, el segmento de animación que vemos en Kill Bill.
El sabor del té (The Taste of Tea, su título en inglés) es su penúltimo trabajo y quizás el que le ha valido ser reconocido como un director sobresaliente en cuanto festival ha participado. Razones de peso para visionar esta película, no solo por estas referencias sino porque me ha sido recomendada también por muchos fanáticos del cine asiático, por lo que debía constatar si tanta maravilla era verdad.
En primer lugar, es preciso decir que en esencia, El sabor del té es un homenaje a ese cine costumbrista clásico japonés, donde la familia es la base de creación de historias mínimas y fieles a la realidad, en la que la palabra tiene preponderancia frente a la lentitud de las imágenes, reflejando en el celuloide la cotidianiedad de sus miembros. Ejemplos de esto es el cine del maestro Yazujiro Ozu, tanto así que una de sus peliculas lleva sutilmente un nombre similar a esta.
Sin embargo en este homenaje, Ishii no solo se limita a copiar el estilo en esencia, sino que le agrega, y es aqui el interés de la cinta, personalidades excéntricas y bizarras a sus aparentemente cotidianos protagonistas. Así tenemos a la familia Haruno, que se encuentra conformada por un abuelo ex dibujante y con mente de niño, un hijo que es odontólogo pero practica la hipnosis con sus pacientes y familia, su esposa una ex artista de animación que quiere retomar su carrera, el cuñado que es un ingeniero de sonido y sus hijos, un joven enamorado de su compañera de colegio que intenta conquistarla a través del milenario juego del Go y la pequeña niña que tiene como «amiga» imaginaria a su yo gigante de la cual quiere deshacerse.
Así el guión de esta cinta juega con esta apacible familia impregnándole a sus protagonistas, además de sus ya extrañas personalidades, ciertos problemas o sueños por descifrar que se construyen en pequeñas historias dentro de la pelicula, como unaa visión del interior de cada uno de los personajes, pero narradas de forma surreal, bizarra e incluso con toques de cierto realismo mágico.
El sabor del té es además de un homenaje, una parodia de esa visión que tiene el cine japonés de estos nucleos familiares ajenos al ruido y urbe de Tokio, en donde aparentemente no pasa nada y la vida es aburrida y monótona, transgrediendo Ishii este ambiente con un estilo lleno de humor e inocencia que incluso puede llegar al ridículo o lo absurdo si no se le presta la atención debida al contexto de la cinta.
Si en algo se puede decir que falla la cinta, es en su excesivo metraje y en el ritmo cansino que Ishii le impregna a la cinta, lo que puede afectar a ojos no acostumbrados al cine nipón, en especial a ese cine costumbrista que el director quiere homenajear y a la vez parodiar. Otro punto en contra es que al ser una pelicula coral, las historias fragmentadas no guardan relación entre ellas cosa que se corrige con el final de la pelicula.
El trabajo de los actores es un aliciente para verla, en especial Tadanobu Asano y Tatsuya Gashuin, en el papel del abuelo. Pero palmas aparte para el trabajo de la pequeña actriz Maya Banno, todo un descubrimiento.
El sabor del té no es una pelicula sencilla, requiere prepararse a abrir los sentidos a lo absurdo, a lo bizarro, a la inocencia, a la imaginación, solo así se le podrá disfrutar. Aquel que espera ver una cinta convencional, de un ritmo vertiginoso y con un esquema clásico tanto en lo narrativo como en lo visual, se llevara un sabor amargo.
Alex Guerrero
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