Eight Below
Dir. Frank Marshall | 120 min. | EE.UU.
Intérpretes:
Paul Walker (Jerry Shepherd)
Bruce Greenwood (Doctor Davis McClaren)
Moon Bloodgood (Katie)
Jason Biggs (Charlie Cooper)
Estreno en Perú: 22 de junio del 2006
El exitoso productor Frank Marshall (uno de los principales colaboradores de Spielberg) regresa a la dirección con esta historia de supervivencia en las inhóspitas tierras de la Antártida y que inspiró anteriormente una versión japonesa. Se trata casi de una extensión de Alive (aquel film sobre la resistencia a toda costa de unos futbolistas uruguayos en las alturas andinas). Pero en este caso todo se encuentra revestido del empaque pasteurizado de la Disney. Lo que quiere decir que con todo el riesgo y posibilidades aventureras, la cinta se mantiene en el espectáculo mediano, poco atrevido, (si quiera llevadero al menos) pero tan artificial que incluso petrifica su vocación de sencillo divertimento.
Frank Marshall luego de varios éxitos al lado de Spielberg, experimentó casi de manera ocasional la labor de director y lo inició nada mal. Arachnophobia (1990) era una cinta atractiva que sabía jugar muy bien con el suspenso y el humor a partes iguales además de resucitar esas subversiones del cine catástrofe que fueron las películas de plagas y demás pestes que asolan a los civilizados ciudadanos, aunque en este caso el asunto era más sinuoso que las repentinas incursiones de bichos en manchas voraces y destructoras. Alive (1993) era una cinta menos redonda pero lo mostraba más diestro en el trabajo casi exclusivo de los actores en medio de los desolados parajes en los que se veían obligados al canibalismo para sobrevivir, todo concebido como una crónica cotidiana y sin sobresaltos de ningún tipo. La vocación para la aventura era innegable y el buen paso con estas dos cintas hacía llamativa su nueva carrera. Ilusión de corta vida al presenciar Congo (1995), un estrafalario intento de cine de aventuras a la clásica influenciada por el éxito (en ese momento reciente) de Jurassic Park. Todo era una confusión absoluta en esta bienintencionada y ecológica aventura bombardeada de parafernalia virtual y golpes de efecto programados.
A pesar de cierto éxito, Marshall se mantuvo lejos de la dirección hasta ahora con esta película que parece hecha tal cual a la medida de Alive. En este caso es una gran tormenta la que deja varados a los héroes de la historia en el vacío e inmenso paisaje polar. La gran diferencia es que los camaradas son unos simpáticos perros, abandonados a pesar de los esfuerzos de su criador (un santificable Paul Walker) pero prioridades indican que el equipo humano salga del apremio antes.
De nada les sirvió a lo peludos mártires el haber salvado vidas y hallazgos importantes para la ciencia, de ahí en adelante tendrán que vérselas por su cuenta. Aventura que con todo y sus insólitos protagonistas tenía para transmitir la tensión de lucha a muerte. Pero recuerden que estamos ante un espectáculo “apto para todo público”.
Desde el arranque se establece la mecánica desafilada y antitóxica (sana en resumen) de las películas de este corte y que Marshall no se molesta en diferenciar. Hay apenas un punto que llama la atención y es justamente el protagonismo que alcanzan los bellos canes (bien seleccionados de acuerdo al gusto estético del stardom animal, ¡ja!). Ellos se organizan ante la crisis, tienen sus diferencias pero las resuelven mucho mejor que los bípedos pensantes. Pero no va la cosa muy lejos. Están para ¿conmover? y decorar la función. Más que al «Malacara» de Historias mínimas, se parecen a esos perros multideportistas de tantos filmes que se encuentran abarrotando stands en cualquier tienda de videos.
Luego de este siquiera curioso hallazgo queda muy poco. Los amigos de los canes son bonachones y juguetones y hasta el aparente, en un principio, egoísta científico termina siendo también pontificado por los santos prelados de la casa productora (como siempre subestimando a su público objetivo). Todos tienen que estar listos para la aventura final en rescate de estos simpáticos compañeros que requerirá de recursos que ya quisieran las brigadas de ayuda humanitaria en Somalia. Absolutamente todo respira tanta falsedad que resulta un espectáculo insufrible (a pesar de las tiernas miradas de los cuadrúpedos). Se promociona esta como una película inspirada en hechos reales. Seguramente la historia real debe ser mucho más emocionante.
Jorge Esponda
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