Hei kek ji wong
Dir. Stephen Chow y Lik-Chi Lee | 89 min. | Hong Kong
Intérpretes:
Stephen Chow (Wan Tin-sau)
Karen Mok (Cuckoo To)
Cecilia Cheung (Piu-Piu)
Man Tat Ng
Stephen Chow, director, actor, productor y escritor, nos regala en esta cinta quizás su cinta menos influenciada por temas orientales. Nos envuelve en una historia de por sí clásica, pero con matices propios de su inspiradora manera de hacernos reir. Aquí nos sitúa en el personaje de un actor frustado pero empecinado en el éxito, sumido en la miseria extrema. Es por esto que debe regentar un taller de teatro en donde vive, y que tiene que recurrir a ser extra en cuanta producción del cine de Hong Kong ofreciendo sus torpes servicios, con la finalidad de ganarse un plato de comida.
Para alguien que conoce muy poco del cine asiático, introducirlo al género de la comedia puede suscitar, además de cierta sorpresa, la posibilidad que crea y sienta que el humor que se hace en oriente, por un tema cultural, no sea similar al que se hace en occidente. Eso de por sí puede generar un prejuicio en el espectador, quien se sentirá alejado de la comicidad, por el poco conocimiento de algunas constumbres o bromas tan autóctonas a los públicos asiáticos.
Corea del Sur es uno de los países que mejor ha sabido amalgamar el género de la comedia clásica occidental a sus costumbres y en este mestizaje ha tocado a subgéneros como la comedia romántica, la comedia estudiantil, la de adolescentes, etc. Sus productos son extremadamente buenos y distintos a sus raíces más occidentales, por lo que a pesar de producir un sinfin de películas de este género al año, aún no es creadora de un estilo propio.
El cine de Hong Kong no se prodiga en una producción masiva de comedias, es más, muchas de ellas son elaboradas preferentemente al gusto local y casi intragables para un iniciado en este tipo de humor asiático. A diferencia de Corea del Sur, que quizás es el país que más comedias produce al año, Hong Kong tiene en Stephen Chow al creador de un estilo propio que conjuga lo mejor de la comedia clásica con los gustos orientales, pero todo debidamente cohesionado de tal manera que cualquier neofito de la hilaridad asiática pueda entenderlo y porque no, disfrutarlo.
Este director, actor, productor y escritor de sus peliculas, nos regala en esta El rey de la comedia (The King of Comedy, su título en inglés) quizás su cinta menos influenciada por temas orientales. Nos envuelve en una historia de por sí clásica, pero con matices propios de su inspiradora manera de hacernos reir, previo a sus blockbusters mundiales: Shaolin Soccer y Kung Fu Hustle.
Si una de las características del humor de Chow en el plano interpretativo es retratar a perdedores que tienen una oportunidad en la vida (en Shaolin Soccer lo hace a través de un monje shaolin que encuentra en el futbol una manera de hacerse famoso, y en Kung Fu Hustle el protagonista es un joven que se cree un elegido en las artes marciales y que encuentra en un pueblo maniatado por gánsters la oportunidad de hacer el bien), aquí quizás desde un punto de vista más realista nos sitúa en el personaje de un actor frustado pero empecinado en el éxito, sumido en la miseria extrema. Es por esto que debe regentar un taller de teatro en donde vive, y que tiene que recurrir a ser extra en cuanta producción del cine de Hong Kong, ofreciendo sus torpes servicios, con la finalidad de ganarse un plato de comida.
En ese devenir de la busqueda del éxito se topa accidentalmente con una chica (hermosisima Cecilia Cheung) quien es obligada en el nightclub en el cual trabaja a tomar clases de actuación para poder atender mejor a sus clientes. En este encuentro se iniciará un precioso romance y asimismo, un drama, que le da un giro inesperado a la historia.
Esta es una de las cintas de Stephen Chow en donde el humor está casi ajeno a sus gustos por las artes marciales y a los efectos especiales. Aquí Chow nos regala una de sus historias más humanas y a la vez, una sátira al cine de Hong Kong, parodiando cintas de acción al mejor estilo de John Woo, cameo de Jackie Chan incluído, y además homenajea a todos esos actores que luchan día a día por llegar a ser estrellas en el cine, quizás también con ciertas referencias autobiográficas.
Stephen Chow es quizás uno de los cómicos que más se preocupa por darle a sus personajes ese lado humano, no sólo se dedica a dotarlos de diálogos ingeniosos, de situarlos en situaciones excéntricas sino que sabe generar con ellos una especie de complicidad con el espectador que se transmite en la satisfacción de sentirlo víctima en toda la película.
El rey de la comedia es una comedia excepcional con tintes de drama que traduce todo el amor que le tiene Stephen Chow a clásicos como Chaplin y Buster Keaton, una buena forma de conocer el pasado de uno de los mejores cómicos del mundo quien siempre intenta al final de sus cintas, por más entretenidas que fuesen, dejar un mensaje que trasciende a la pelicula misma.
Alex Guerrero
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