Dir. Coco Castillo | 98 min. | Perú
Intérpretes:
Joel Ezeta (Norman), Marco Antonio Solís (Luchito), Yamir Londeo (Chino), Stefano Tosso (Aldo), Cristian Ruiz (Vargas Llosita), Frank Mc Bride (Negro), Juan Manuel Ochoa (Ramiro), Mónica Cabrejos (Rosa), Maricarmen Marín (Marlene), Javier Echevarria (Carlos)
Estreno en Perú: 29 de junio del 2006
Inesperadamente se ha estrenado esta nueva película peruana que sigue a su modo la línea pícara de Mañana te cuento. En este caso las aventuras de aprendizaje de los calenturientos patas se trasladan a los barrios de la límeñísima Breña. Empeño bastante digno (dentro de sus límites) pues consigue adaptar lo mejor de aquella película en una simpática anécdota alrededor de los sueños (no solamente futbolísticos) de tantos jóvenes de cara a la realidad del país. El debutante director Coco Castillo tiene la solvencia de narrador. Mucho de esto se debe tal vez a la participación de Incacine y en especial del experimentado Ricardo Velásquez en la asistencia de dirección.
Sin salirse del propósito de ser casi la secuela de la cinta de Eduardo Mendoza, el equipo se dispone a hacer primordialmente un producto de llegada al gran público. Anécdotas abundan en Lima como en cualquier parte y de ello han habido muchos intentos por hacer identificable el todavía lánguido transcurrir del cine nacional. El barrio fue el escenario de los Cuentos inmorales a fines de los años 70, realizados en conjunto por los nombres más prometedores del cine de ese entonces. Y es el barrio y sus aventuras los que sirven de punto de referencia y opción a la que con gusto se dirige la película. Los peloteros del título son un grupo de amigos como los que uno recuerda o que contempla dándole de pataditas a la pelota al pasar por la calle. Y la película nos hace sencillo entrar en su mundo gracias a réplicas ágiles y efectivas casi siempre. Aspecto no siempre trabajado pero que funciona en esta ocasión (siguiendo el ejemplo de Mañana te cuento otra vez).
La humorada y la chacota no dejarán nunca de ocupar su espacio en el espectro social peruano. A pesar de que en muchos casos este aspecto es lamentable, acá el ritmo llevadero las inserta con espontaneidad. Se deja notar la preocupación por dejar un trabajo solvente a ojos del público, tal vez retraído ante el cine nacional por la displicencia y la falsedad de filmes similares. Esta es la mayor virtud de la película. Aunque nunca levanta mayor vuelo, marca ya un rumbo a seguir para el reencuentro del público peruano (limeño mejor dicho) con su cine. Así la historia de los amigos va de los inicios sexuales a los problemas caseros y de ahí a los «recurseos» delictivos (asunto tratado sin complacencias afortunadamente). Todo ello claro teniendo como móvil los partidos de fulbito alrededor de los cuales se proyectan todas sus ilusiones como en la mejor tradición (no escrita) de este país.
Estos instantes de conversa ante la infaltable caja de chelas serán los más convincentes. Intentos de proyectar más allá, que expandirán la historia sorpresivamente por el transcurrir de los años y los distintos rumbos que toman los protagonistas como queriendo proyectar las distintas caras de la maltratada sociedad peruana. Pretensiones que aunque no funcionan en la medida de lo deseado vuelven a convencernos de la preocupación de los realizadores a la hora de llevar a cabo este proyecto (nuevamente como queriendo seguir ahí donde se quedó la historia de Mañana te cuento).
El resultado final sin salirse del promedio es ligero y divertido, oficioso por momentos, lo suficiente para cumplir con el objetivo de asegurar la posibilidad de un nuevo proyecto en un no tan mediano plazo. Habrá que ver como le va en el partido de fuego de la taquilla y todo su informal mecanismo con respecto a las cintas nacionales. Pero el camino ya está abierto será cuestión de lo que puedan hacer las condiciones y empeño (casi personal siempre) de los “locos” que optan por hacer cine en el Perú. Por darle un espacio interesante, digno o popular al campo audiovisual en este país. Lo importante es darle continuidad y expansión a este tan acariciado proyecto. Intención que cantan al unísono todos sin distinción.
Jorge Esponda
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