El director británico Paul Greengrass ha logrado con Vuelo 93 una de las mejores y más poderosas películas de la temporada. Su acercamiento casi documental a ese evento en particular, aquel fallido vuelo suicida, durante los hechos del fatídico 11 de setiembre, conmueve a todos, sin importar la distancia física o emocional que se tenga con la tragedia.
Fanáticos entregando la vida a su dios, con el afán de cumplir el objetivo. Un grupo de gente forzados a convertirse en héroes. Morir o morir, no había opción, mas que la de elegir cuantos se irían con ellos. Greengrass reflexiona sobre su película en este artículo, destacando por ejemplo la falta de personajes en ella. Y es cierto, lo que vemos en pantalla no son personajes, sino personas, de las cuales solo conocemos pequeños detalles, como si nos toparamos con ellos en un lugar público una sola vez, y nunca más:
No es una película con personajes bien dibujados. Ni siquiera es una película acerca de personajes individuales. En realidad, solo son dos, los secuestradores y los secuestrados, aunque cada uno sea representado por muchas voces.
Vean Vuelo 93, recuerden luego que hacían ese día once a las 8:30 a.m.
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