Dir. Agustín Díaz Yanes | 140 min. | España – EE.UU. – Francia
Intérpretes:
Viggo Mortensen (Diego Alatriste y Tenorio)
Elena Anaya (Angélica de Alquézar)
Unax Ugalde (Íñigo de Balboa)
Javier Cámara (Conde Duque de Olivares)
Ariadna Gil (María de Castro)
Eduardo Noriega (Conde de Guadalmedina)
En la España Imperial del siglo XVII, Diego Alatriste, valeroso soldado al servicio de su majestad, combate en una guerra en las frías tierras de Flandes. En una emboscada de los holandeses, Balboa, amigo y compañero de armas, cae herido de muerte. Alatriste escucha de los labios de su amigo una última petición y promete cumplirla: cuidará de su hijo Iñigo y le alejará del oficio de soldado.
Interesante pero fallida adaptación al cine, de las buenas novelas de Arturo Pérez-Reverte. Como todo el mundo sabe, ha habido bastante dinero para rodar esta magna película y se nota, sobre todo, en su empaque técnico: una buena música de Roque Baños, una preciosa fotografía de Paco Femenía, perfecta dirección artística, maquillaje, vestuario y peluquería, y unas escenas de masas (con no demasiados hombres, que tampoco hacía falta) bien rodadas.
Sin embargo, la cinta falla por donde más duele: su guión. Porque, aunque la técnica sea estimable, si la historia no está bien argumentada, narrada y estructurada, al final al espectador le queda la sensación de oportunidad fallida, de que no se ha logrado aquello que se ambicionaba, esto es, que pasara esta obra a la antología del cine español, que fuera un ejemplo de cine patrio…y no logra. Personajes que aparecen y desaparecen sin dejar apenas huella, cuando no son de absoluto relleno (Pilar López de Ayala), escenas cortadas con demasiada rapidez, sin poder posarse lo suficiente en el corazón del espectador, y sucesos muy importantes que ocurren sin ninguna explicación, sin haber preparado antes al espectador (la escena del hospital, por otra parte muy bonita).
Así, es muy difícil que la historia apasione al espectador, quien ve cuanto acontece con mucha distancia, no frialdad, pero sin involucrarse.
En el lado positivo, además de la técnica y a la innegable plasticidad de algunas escenas (el despertar de Alatriste en un cobertizo, con la luz del amanecer penetrando por la ventana; Ariadna Gil descendiendo por la escalera), además de todo esto, la batalla final, muy bien rodada, todas las escenas en que aparece Ariadna Gil (sin duda, la mejor interpretación de todas), y las que aparece Javier Cámara, también estupendo.
En definitiva, que se podría hablar mucho más de ella, una obra no solamente imperfecta, sino claramente por debajo de sus posibilidades. Con relación a esto, no sé si habrá entre los críticos españoles, la valentía de decirlo, dada la brutal pero necesaria publicidad que se le está haciendo en todos los medios de comunicación, pero creo que hay que decir la verdad, y la verdad es que, finalmente, no convence, aunque es cierto que entretiene, no aburre pese a su largo metraje. Pero eso, en un producto de esta envergadura, no es suficiente.
No diré que me ha decepcionado, pues lo cierto es que, en mi interior, algo barruntaba, pero sí que me ha dejado bastante indiferente.
Iñaki Bilbao
Deja una respuesta