Monster House
Dir. Gil Kenan | 91 min. | EE.UU.
Intérpretes:
Mitchel Musso (D.J.), Sam Lerner (Chowder), Spencer Locke (Jenny), Steve Buscemi (Nebbercracker),Maggie Gyllenhaal (Zee), Jason Lee (Bones), Kevin James (Oficial Landers), Nick Cannon (Oficial Lister), Catherine O’Hara (Mamá)
Estreno en Perú: 17 de agosto del 2006
En vísperas de la noche de Halloween un par de pequeños amigos descubrirán que todos los miedos que han tenido sobre una casa y su cascarrabias habitante no son sólo las fantasías usuales de todos en el vecindario. La repentinamente deshabitada casa comenzará, ante sus aterradas miradas, a dar rienda suelta a una incontenible voracidad pronta por verse colmada con los niños disfrazados paseándose de puerta en puerta ofreciendo el tradicional “trick or treat”. Algo que los convencidos amigos tratarán de impedir a como dé lugar ante la inoperancia de los descreídos mayores. La película así asume las virtudes de la aventura y del terror al mismo nivel, todo ello dentro de una lujosa pasión por el detalle como todas las cintas de animación virtual que poco a poco se animan a darle vida a figuras humanas y que en esta ocasión llega a su cuota de mayor perfección hasta ahora.
En este caso es la Columbia Pictures la que se anima a incursionar con la pata en alto al mundo de la animación por computadora y para ello se lanzan de golpe por una película que trata de romper esquemas, en lo que a recursos tecnológicos respecta, por sobre mucho de lo visto hasta ahora. No intenta remontarnos hasta algún mundo legendario o hacia una galaxia muy muy lejana en el mundo de la fantasía. Su opción es la de encontrarlas en la misma tierra (o su representación al otro lado de la máquina) y seguir a la línea del hallazgo de lo insólito dentro de la apariencia cotidiana de un pequeño y acogedor vecindario. Escenario de innumerables telefilmes programáticos que se ve trastocado por completo en esta ocasión. Las imaginativas aventuras de juegos de un par de niños hacen su aparición en su propia realidad como deseo no confeso de vivir acaso el riesgo mayor. La misteriosa casa de Mr. Nebbercracker atrae a los protagonistas con la irresistible tentación del reto.
Reto que se vuelve mortal como que la rústica construcción en el limpio y dorado vecindario se convierta de paisaje apenas desentonante a prácticamente un agujero negro el cual se traga a todos y todo lo que encuentre a su paso. Especialmente a los inquietos niños que en su exploración natural queman energías para incomodidad de algún alma gruñona que ha olvidado la razón de tanto correteo. Así como en cualquier historia de vecindario la película toma la idea sola de las pelotas y juguetes perdidos al traspasar la zona prohibida que no es otra que la presencia silenciosa y enigmática de algún vecino que forma parte del imaginario del los amiguitos de juego a pesar de su ausencia.
Solo que la voracidad de este terreno vedado ahora es insaciable y la película trabaja bien ese nivel de sugestión ante la revelación de este lado monstruoso de las fantasías infantiles. Los niños enfrentan a su particular manera (con un poco de lecciones bien aprovechadas de Macaulay Culkin o Toy Story) este reto cargado de espectacularidad. Detalle en extremo trabajado y que es de agradecer a la par que su sentido del humor. Pero el aspecto de la animación alcanza aquí particular notoriedad, no sólo por la voraz casa convertida en todo un personaje con sus interiores y exteriores que simulan bien una realidad casi tangible, es la animación de los niños y demás personas la que avanza notoriamente en esta ocasión.
Cada gesto y movimiento esta trabajado con igual criterio y alcances tecnológicos que los demás lugares que conforman su realidad. Lo que aún era un riesgo hasta hace poco para los animadores (que han optado mayoritariamente por darle vida a cuanto animal y cosa se halle hasta ahora) es un campo cada vez más explorado y desarrollado. Es en este aspecto que se concentra mucho de lo llamativo de esta cinta. Pero sería negar las cualidades de espectáculo y sentido del asombro que surgen en esta película debut de Gil Kenan, que trabaja con eficacia un terreno ya manoseado en tanta película de acción viva de Disney y similares pero que bajo las texturas tan únicas de orden virtual adquieren nuevos vuelos y permiten ir más allá. Todo un disfrute que no se haya exceptuado de cierto costado siniestro pero que puede ser enfrentado casi sin problemas por los pequeños ya listos a mandarse con búsquedas similares a las de los protagonistas.
Jorge Esponda
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