Dir. Tristán Bauer | 100 min. | Argentina
Intérpretes:
Gastón Pauls (Esteban Leguizamón), Pablo Ribba (Alberto Vargas), César Albarracín (Juan Chamorro), Juan Leyrado (Teniente Alurralde), Virginia Innocenti (Marta), Arturo Bonín (Dr. Prina), Víctor Hugo Carrizo (Teniente Pizarro)
Estreno en Perú: 17 de agosto del 2006
La guerra de las Malvinas es el telón de fondo de esta película que nos presenta el conflicto y las huellas que dejó en un momento más que delicado de la política y sociedad Argentina. Todo lo que presenciamos pasará bajo el filtro personal de los recuerdos de Esteban, un ex combatiente a quien volverán los recuerdos pesadillescos como cuenta pendiente con el tiempo. El director Bauer nos presenta el gran fracaso de este conflicto asumiendo las influencias siempre poderosas del relato clásico. El resultado es disparejo como reflexión pero intenso cuando se entrega a la crónica del fragor del combate surgidos de la memoria del protagonista interpretado para la ocasión por Gastón Pauls.
Estamos ante un drama, un canto de dolor por la humillación de la derrota asumida y de la cual el protagonista hará el intento de dejar atrás. Las convulsiones de la época no habrán de permitírselo más aún en su calidad de reportero pero no será sino hasta que se dé el reencuentro de penoso auxilio a un ex compañero de armas que las ráfagas luminosas y el eco estruendoso del combate despierten de su memoria. Idea fuerte por sí sola la que nos presenta la película. Es el llamado incómodo y doloroso que traerá cada momento, cada suceso, aventura y horror vividos en las frías islas que fueron escenario del enfrentamiento desigual con los desconocidos británicos más aún con las fuerzas siendo minadas desde dentro.
Hay así en la película dos líneas claras: la del presente atormentado y maduro, y la otra sobre el descubrimiento de la destrucción y el trauma del conflicto. Bauer se interesa por ser claro y dejar que la premisa tome cuerpo en una narración alternada. El resultado es sumamente disparejo: el lado reflexivo de la cinta es devorado totalmente por la intensa crónica bélica. El director sabe manejar a sus actores pero las situaciones de calma y denuncia el presente no son su fuerte. Una vez que, contemplando a su compañero (absorbido por el nefasto síndrome de los veteranos) deja salir a imágenes el recuerdo de aquella campaña, es que la película gana en vigor y se alinea en la tradición del género con eficacia innegable.
Es en esta parte que la denuncia y la dimensión personal de la historia resultan atractivos. Bastan aquí el acercamiento a la maquinaria militar orgullosa y prepotente, para que se definan las posiciones respecto a la inoperancia del gobierno militar, la obligación más que motivación de los reclutados y toda la dimensión de las grandes movilizaciones en pos de una causa que tal vez incluso de antemano ya estuvo arreglada. Prácticamente el interés de la cinta se sostiene en esa observación los combatientes, su agotadora rutina y tensa espera. Expresividad conseguida con los ecos de aquel gran infierno que los espera mientras matan el rato conociendo más de sus vidas, sueños y temores. Esteban está tan descreído y desmoralizado como los demás expectantes a la orden de marchar.
Bauer sin embargo deja salir lo mejor de sí recién en las espectaculares secuencias de combate en las cuales el compromiso del espectador con la tríada de camaradas está ganado. Con un despliegue eficaz nos entrega momentos de verdadera tensión. Algo del mejor Oliver Stone se nota como influencia más aún en la secuencia de carrera desesperada por sobrevivir en la que Esteban como versión sureña de Ron Kovic se ve totalmente abatido por la contundencia de lo macabro ahí donde el ideal del sacrificio por la patria ha sido olvidado por el instinto y el dolor de la pérdida. Acaso si apenas se puede salir de ahí con un poco de dignidad. Esta parte concentra bien la esencia del proyecto mismo.
Lástima que regresaremos a la lánguida parte del presente solo para tratar de acercarse por la vía del melodrama a un final concluyente y expiatorio. Momentos ya solo redundantes y que nos dejan con la sensación de haber visto una cinta irregular. Pero ahí están las virtudes como narrador de acción que tiene el director, como para desarrollarlas en un proyecto más afín y cómodo.
Jorge Esponda
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