El último estreno peruano, La prueba, recibe tres críticas esta semana. Primero Ricardo Bedoya en El Dominical le reprocha: «La idea que articula el relato es atractiva […] Pero el desarrollo de esa idea interesante y sugestiva tiene problemas de tratamiento. El más evidente se deriva de la mirada benevolente – casi lisa, desprovista de tensiones fuertes, sin turbulencias- al paisaje, a sus habitantes, a todo el entorno».
Mientras que en Somos Sebastián Pimentel destaca lo siguiente: «La cinta llega a eludir la ligereza genérica o el costumbrismo popular […] Judith Vélez se atreve a explorar un camino diferente, personal y más que bienvenido para el cine peruano».
Y Paco Pulido Spelucin de Agenciaperu.com dice: «La prueba refleja una vez más, problemáticas reiterativas que posee el país. La fotografía cuidada en exceso parece haber dejado atrás el cuidado en el guión mismo. Los personajes son comunes. El documentalismo excesivo distrayendo la historia principal».
La otra película peruana en cartelera, Madeinusa, aún sigue levantando polémica, Mario Castro Cobos, en el blog La cinefilia no es patriota, sentencia: «No es solo el drama del cine peruano (si eso existe), es el drama de un país partido. La maldición de Madeinlima. Madeinusa maquilla la pobreza, es en muchos momentos una instalación en una galería al aire libre, usa a los indios como decorado. Como a las esculturas, las estatuas. Hasta un turista podría mirarlos con mayor curiosidad».
Por su parte en Correo Enrique Silva escribe sobre la argentina Tiempo de valientes: «Szifron construye hábilmente su relato a partir de las marcadas diferencias entre el sicólogo y el policía, entre el nerviosismo de uno y la aparente seguridad del otro. Y no escatima en los detalles que van acentuando su relación. Hay un manejo del ritmo y de los tiempos que deberían aprender varios de nuestros realizadores».
En La República Federico de Cárdenas se dedica a otro estreno argentino Derecho de familia: «La cinta encuentra sus mejores momentos en aquellos en que Perelman padre se libra a un sesgado trabajo de convencimiento sobre su hijo, bajo la presión del tiempo, para que acepte una sucesión que no quiere imponerle».
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