Open Season
Dir. Roger Allers, Jill Culton y Anthony Stacchi | 99 min. | EE.UU.
Intérpretes:
Martin Lawrence (Boog), Ashton Kutcher (Elliot), Jon Favreau (Reilly), Gary Sinise (Shaw), Jane Krakowski (Giselle), Debra Messing (Beth)
Estreno en Perú: 5 de octubre del 2006
Los amigos salvajes son Boog y Elliot, un oso y un venado. De salvajes en realidad no tienen absolutamente nada a pesar de la feroz apariencia del bonachón Boog. Ambos tendrán que hacer frente a la temporada abierta que trae consigo a los hombres y sus ganas de practicar con escopetas. Se instala la dinámica clásica de la buddy movie, de una pareja (dispareja) que aprende a entenderse y a sobrevivir en el camino. Molde utilizado y ejecutado con los mejores recursos pero que no se acerca a los mejores exponentes de la animación virtual.
El buen Boog es un privilegiado de su especie. Le ha tocado vivir al lujo de los depredadores humanos quienes lo han convertido en el ídolo del pueblo, lo único que solicitan de él es el show de la apariencia y el gesto feroz que no se encuentran reñidos con las piruetas circenses. Es en esta deliciosa rutina que encontrará al inquieto Elliot quien a cornadas lo arrastrará al desconocido mundo detrás de la frontera verde, al mundo salvaje en el cual despertará con el desconcierto de inocente cachorro. ¿Suena similar? Recuerda mucho a las aventuras de otra bestia doméstica perdida en el mundo primitivo: el león Alex de Madagascar.
Eso es lo que resume el espíritu de esta pisada de exploración de la Columbia en el terreno de las aventuras hechas por computadora. Se trata de un film que trata de ceñirse sin complicaciones de otro tipo en la fórmula ganadora practicada por los competidores. La búsqueda es en pos de un producto que logre asentar a la casa productora en este ya no tan nuevo medio. Así tenemos un film animado con personajes de diseños curiosos que no defraudarán a los fans, una dinámica y ritmo llevaderos y en general un acabado aceptable. Pero aún así sentimos en todo momento la ausencia de algo.
¿Qué es lo que realmente le falta a este film? ¿Qué mas podríamos querer de él si solo vamos por un poco de entretenimiento? ¿Acaso ello no es suficiente? Realmente debo decir que los realizadores (entre ellos uno de los artífices de la ya clásica The Lion King) cumplen con su único y primordial objetivo: entretener. Nuestro entusiasmo por esta vertiente de la animación es la creatividad con la cual ha sido asumida desde los pioneros pasos del gran John Lasseter. Un universo tan impresionantemente preciso que nos acerca cada vez más a las fantasías y personajes más imposibles. Una realidad alterna en la cual podemos vivir los sueños de niño (inocente o malicioso, lo mismo da) presenciando el relato mismo de un cuento de hadas. Idea fácil de extender a cualquier tipo de ficción es cierto, pero subyugante como tal vez lo fueron los primeros experimentos que antaño algunos soñadores (como Meliès) practicaron sin imaginar sus futuras consecuencias.
Es una vertiente casi siempre tildada de amable e intocable por su cualidad “santa” o “neutral”. Injusticia total dejarla en situación de estado helvético, tenemos a un tipo de cine tan digno de las alturas como cualquier otro y que en los casos en los que ha tenido interesados a talentos auténticos, han desatado su extraña alquimia en algunas de las cintas más notables de los últimos años. Tal ha sido el caso de la obra de Lasseter o de compinches como Brad Bird, seguidores de una estética que revela desde sus también remotos inicios (casi con la aparición misma del registro de las imágenes en movimiento) su vigencia casi tanto como la acción viva misma.
Lo que presenciamos en esta oportunidad se encuentra realizado sin el filo, la imaginación y la verdadera emoción de otras autenticas joyas animadas. Las aventuras de Boog y Elliot lo tienen todo para triunfar en la temporada abierta de la taquilla, pero les falta mucho para ganarse un lugar en nuestros afectos y sus temporadas abiertas a los más hermosos sueños, sus sensaciones e imaginación.
Jorge Esponda
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