Thank You for Smoking
Dir. Jason Reitman | 92 min. | EE.UU.
Intérpretes:
Aaron Eckhart (Nick Naylor), Maria Bello (Polly Bailey), Cameron Bright (Joey Naylor), Adam Brody (Jack), Sam Elliott (Lorne Lutch), Katie Holmes (Heather Holloway), Rob Lowe (Jeff Megall), William H. Macy (Senador Ortolan K. Finistirre), J.K. Simmons (Budd ‘BR’ Rohrabacher), Robert Duvall (Doak ‘The Captain’ Boykin)
Estreno en Perú: 19 de octubre del 2006
Nick Naylor es un personaje con más que la autoestima en alta. Es el más odiado vocero de las compañías tabacaleras capaz de convencer al vicio con su labia de largo alcance. Así entramos con él al mundo detrás de los propulsores del gusto culposo y mortal a nuestro riesgo y placer. Tema para el que el debutante director Jason Reitman (hijo del recorrido Ivan) se dedique al humor ácido y detallista en la mejor tradición. A partir de las idas y venidas de su protagonista se nos presenta una ingeniosa y divertida comedia en la que el discutible negociante luce todo el carisma y recursos de cualquier héroe americano que se precie de serlo. Mirada sarcástica a la Norteamérica hipnotizada ante la arrolladora maquinaria del poder cuyo campo de acción es facilitado por la misma inoperancia del sistema.
Desde el inicio la cinta nos convence de la capacidad de su realizador, tratándose de esos casos en los que la experiencia única de haber crecido detrás de la gran maquinaria cinematográfica hubiera alimentado, mejor que ningún otra practica, su oficio. Reitman sabe hacia donde llevar su ficción y nos la presenta, desde los ingeniosos créditos iniciales, revestida del oropel del marketing, oficio y razón de vida del héroe de la ocasión. Nick (interpretado de manera ágil por Aaron Eckhart) es un absoluto y calculador amoral, alguien que conoce como pocos la complicada red que manejan las instituciones y la opinión pública al punto de jugar con ellas a su antojo, casi previendo sus posibles reacciones (como los grandes generales con los que compara el número de víctimas de guerra). Pero todo ello no se contradice para nada con llevar el estilo de vida de un norteamericano común y corriente de atento y cariñoso padre (aunque también algo de mefistofélico mentor no le falta).
Con toda esa aureola inescrupulosa que lo rodea, nos resulta un personaje de lo más simpatiquísimo confesándonos como pensamientos muy íntimos sus propias inquietudes alrededor del negocio asesino en el que se encuentra, y no tanto por la propagación del vicio como por la guerra a muerte en los lobbies millonarios (se agradece en ello la presencia del siempre divertido J.K. Simmons). Nick ha puesto su persuasivo talento al servicio de este negocio hasta hacerlo parte de su vida y sus ilusiones. Mayor orgullo para él compartir entonces un trago con el “Capitán” (Robert Duvall, viejo zorro de la industria) y disfrutar de los mejores vuelos y placeres como en la gran estirpe del american dream. Aventuras que entran en deliciosa comparación en las frecuentes reuniones con el resto del “Mod Squad” (“Merchants of Death”) que incluyen a sus símiles en el licor y las armas de fuego.
Es por el contrario el conservador Senador Finistirre (William H. Macy) y su torpe cruzada contra las maniobras de Naylor, quien asume el papel de villano. Antipatiquísimo personaje (como cualquiera que intente imponer su orden), convertido deliberadamente en el mayor fustigador del negocio del humo (acaso sólo para justificar el sueldo), como debe en su posición de encargado de la salud. Colocadas así las cartas sobre la mesa Reitman nos deja ver totalmente por que lado se inclina. Solo la terca malicia introducirá en escena a la bella Heather (Katie Holmes) capaz de todo por la primicia, como el mismo Nick por conseguir sus objetivos. Pugna por alcanzar la cima como en los mejores retratos de su sociedad y que hace despertar al protagonista en la realidad de las satisfacciones pequeñas, siquiera para mirar con distancia y acometer con mayor precisión. Quizá con peligro de ser masticado hasta lo último, para ser finalmente expulsado (como al envejecido ex Marlboro Man)
No cabe duda que Reitman, de trabajar con interés y criterio como en esta ocasión, puede hacerse un lugar sin mayores problemas en el cine estadounidense actual. Lucidez y atrevimiento no le faltan para revelarnos como alguna sentencia del leal (a su manera) Nick: que finalmente si nos inclinamos al triunfo de éste y lo que representa es porque así lo queremos más allá de frases y correcciones políticas soltadas a diestra y siniestra desde la época escolar. Afirmación contundente que no teme descubrirnos al aparato regulador y fiscalizador de la nación, como un juguete de robótico andar (y pensar), a quien para conseguir sus ¿objetivos? le falta mucho de la estima del respetable y la inspiración de sus rivales que llevan mucha delantera en el arte de publicitarse y hacerse querer mejor.
Jorge Esponda
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