The Guardian
Dir. Andrew Davis | 136 min. | EE.UU.
Intérpretes:
Kevin Costner (Ben Randall)
Ashton Kutcher (Jake Fischer)
Sela Ward (Helen Randall)
Melissa Sagemiller (Emily Thomas)
Estreno en Perú: 23 de noviembre del 2006
Luego de la devastadora Katrina y su paso por la costa sur norteamericana (la segunda gran catástrofe de la administración Bush), los grandes poderes del conservadurismo no han tenido mejor idea que la realización de esta película, que nos presenta todas las bondades y dedicación de la guardia costera. Inoperantes en el momento del paso del gran huracán y que esta rutinaria cinta nos la presenta como la máquina de engranaje perfecto, en la que los lobos de mar (de alguna época) enseñan a sus cachorros a seguir la tradición de servicio y entrega en bien de los ciudadanos. Historia que nos trae lo que pudo haber sido una memorable aventura de aprendizaje en el terreno cruel y brutal de la naturaleza imprevisible pero dista mucho de rozar siquiera algo de la auténtica emoción.
Kevin Costner interpreta a este as de los rescates marinos que, tras una fallida operación, es derivado a la enseñanza, asumiendo el papel de retirada para el ingreso de estos novatos, de entre los cuales resalta (a la fuerza) Ashton Kutcher. Si acaso la auténtica vocación se medirá con los métodos extracurriculares del nuevo profesor, que en cierta manera recuerdan a los del Eastwood de Heartbreak Ridge. Pero la verdad de la película es que está concebida como un panfleto como lo fue la infame We Were Soldiers con respecto a los marines en Vietnam (por citar sólo un ejemplo reciente). Aún con esa vocación la cinta podría haberse convertido en exponente de las clásicas cintas de empeño colectivo y humanidad detrás de los uniformes y las miradas concentradas. Estos guardianes de alta mar más bien están cercanos a los militares inconsistentes de filmes como Armageddon, Pearl Harbor y similares.
Así la película transcurre en episodios intrascendentes y relamidos en el mejor de los casos. La presentación de los aspirantes, su choque con el maestro, los traumas de éste por las dolorosas pérdidas, la osadía del novato que destaca, y la superación de la instrucción para pasar a la acción. Todo esta filmado con corrección pero sin pasión y hasta con desgano. Tal vez sólo algunos instantes de acción y parafernalia al inicio, y al final animen un poco al director Davis a dar algo más dentro de lo parametrizado del encargo. Pero en resumen es un producto que se alinea con el catálogo del conservadurismo y que vuelve lucir el gran defecto de un metraje más que estirado.
La idea que se desprende de la cinta es que la tradición se impone y a pesar de la probabilidad de errores siempre habrá que mantener la dignidad y luchar hasta por el último ciudadano, al que hay que proteger con la vida misma. Suena a la gran utopía o al engaño de siempre. Más bien parece que el objetivo a conseguir es más por batir récords que por un auténtico impulso humanitario. El viejo Costner, capaz de una concesión por la causa, pone su firme presencia como el guardián capaz de dejar todo por el deber aunque el tono melodramático de la película lo desvíe un poco al final. Pero finalmente, siguiendo las órdenes de su conciencia (y doctrina eternamente inculcada), habrá de lanzarse al acto heroico una vez más. Mientras el juvenil Kutcher, hecho y derecho bajo las alas de la institución, habrá de compartir sus deberes y crear su propia historia. Pomposidad cercana a los discursos republicanos que ya hemos visto en varios profesionales de la emergencia, desde bomberos hasta soldados y policías, solo faltaban los profesionales del agua como para no ofender con la omisión a nadie.
Pero hay que citar inevitablemente la cereza en la torta: aquella leyenda marina sobre el guardián de alta mar. Suerte de ángel que apoya a cualquier alma corriendo peligro en el gran azul. ¡Hasta para eso están preparadas las fuerzas protectoras del sistema! Vaya, la lección de Katrina debe haber sido más que provechosa. Bueno, si ya hubo una dama en el agua, ¿por qué no pueda haber un caballero a su medida?
Jorge Esponda
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