Este es el editorial que el diario La República publicó ayer, remarcando la lamentable decisión del gobierno de no escuchar los pedidos de los realizadores audiovisuales quienes demandan que se cumpla la ley 26370. Esperamos que con el anunciado crédito extraordinario por lo menos se logre igualar el presupuesto asignado a Conacine el 2006.
Cineastas en espera
Hace poco más de un mes, actores, técnicos y realizadores peruanos llevaron adelante la campaña «Cineastas en pantalla», consistente en una serie de actos públicos y en la presentación de una carta abierta al presidente García, por medio de la cual demandaban el cumplimiento efectivo de la ley de cine vigente.
La campaña permitió recordar que, hace tres años, el entonces presidente Alejandro Toledo se comprometió públicamente a impulsar una nueva ley de audiovisuales y ofreció «todo su apoyo» a la gente de cine. Sin embargo, y muy rápidamente, la oferta pasó a formar parte del amplio rubro de promesas incumplidas del gobierno toledista, porque la ofrecida ley no avanzó un milímetro en varios años.
Hartos de esperar, esta vez los cineastas peruanos no pretenden tanto. Ahora solo exigen el cumplimiento de la ley existente, la 26370, que establece que anualmente el gobierno entregará al Consejo Nacional de Cinematografí a (Conacine) recursos por siete millones de soles, con los cuales se dotarán los premios de dos concursos anuales de guiones de largometraje y dos concursos de cortometrajes, hasta cubrir un promedio de 48 cortos.
Como se sabe, sucesivos gobiernos han venido incumpliendo esta ley, y en la práctica solo han entregado un 15% de los recursos a que están obligados. Pese a tal goteo, los cineastas se las han arreglado para seguir produciendo, aunque a un ritmo muchísimo menor a lo que podría ser una media deseable (que no debería bajar de 10 largos al año). Sin embargo, rara vez hemos tenido más de tres estrenos, y en lo que se refiere al corto –condenado a la clandestinidad por no tener dónde exhibirse–, su existencia es una especie de acto de fe.
La buena acogida obtenida por la campaña del nuevo gobierno permitió por un momento albergar la esperanza de que por fin llegaría la hora del postergado cine peruano. Sin embargo, y en los hechos, Conacine recibirá apenas una partida de 800,000 soles en el actual presupuesto, es decir, menos de lo asignado por el toledismo. Con lo cual, lo único que queda a los cineastas es confiar en que en el reciente crédito suplementario demandado por el Ejecutivo alguien se haya acordado de cumplir la ley.
De lo contrario, volverán al mismo vía crucis de siempre. Un hecho tanto más grave por cuanto hay una talentosa generación joven, que se ha sumado a nuestros contados cineastas de carrera, y que se encuentra produciendo sus primeras obras, para lo cual requiere de una marco mínimo de apoyo, tal como se da en Chile, Ecuador, Argentina, Venezuela, Bolivia y otros países hermanos. El cine puede hacer tanto por difundir la imagen del país como la gastronomía –que recibe todo el apoyo–, pero para ello hay que darle condiciones favorables, y no una permanente precariedad. Ojalá se entienda así.
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