You do what you love, and fuck the rest
Dwayne (Paul Dano) en Little Miss Sunshine (2006)
Me siento afortunado. De vez en cuando tengo la suerte de toparme con una de esas cintas del cine independiente americano (aquellas que, lamentablemente, en Lima rara vez recibimos) que tienen la hermosa cualidad de ennoblecer el espíritu. Y no es broma. Disfruto tanto viéndolas, con sus historias cotidianas y sus personajes con olor a vecino conocido, que cada nuevo descubrimiento es como una pequeña celebración personal.
Florida, en los Estados Unidos, no es precisamente un lugar que se vanaglorie por su alta cultura cinematográfica. Es más, me atrevería a decir que es uno de los puntos más aburridos en lo que se refiere a estrenos de interés. Sin embargo, suelo pasar la fiestas de fin de año por estos rincones, visitando a mi familia.
Mi madre es socia de Blockbuster (sí, aquí en gringolandia todavía existen, y vaya que con éxito) con un programa bastante peculiar: pagas como 15 dólares al mes y escoges, de 3 en 3, las películas que quieras a través de internet. Las recibes en casa, las miras, las devuelves en la tienda más cercana -con derecho a llevarte 3 títulos más- y cuando retornas estas últimas, nuevamente a la tienda, tienes derecho a pedir otras 3 por internet. Y así el círculo se repite infinitamente por un mes.
Me imagino la rápida objeción de los lectores más suspicaces: «Blockbuster es una cagada, hay pura película insignificante». Es cierto, en Perú (no hay que ser estadistas para sacar la conclusión que los Blockbuster peruchos no solo quebraron por la piratería, sino por la escasa variedad). Me atrevo a asegurar que en otros sectores sudamericanos como, digamos, Chile, Argentina, Brasil, la situación es distinta (por Dios, ¿se enteraron de aquella compañía brasileña “legal” de DVDs que copiaba ediciones americanas de películas clásicas e independientes, les ponía un nuevo menú y portada y los sacaba al mercado como ediciones propias? Maravilloso). Bueno el asunto, regresando al tema, es que los Blockbusters de aquí cumplen el objetivo que toda tienda de alquiler de videos debería: brindar cine de calidad, entretenimiento y arte. Así, fácilmente encuentras la última comedia con Ben Stiller, pero también una edición en DVD de el nuevo lanzamiento de Jean-Luc Godard, por poner un ejemplo. Tienen una sección de foreign films (cintas extranjeras) que tiene poco que envidiarle a nuestros proveedores locales, ubicados en el siempre honorable Centro Comercial Polvos Azules.
Entre tanto cine, en un anaquel con fondo amarillo, encuentro una cinta de la que muchos amigos me han hablado hace meses y que, coincidentemente, acaba de salir editada en DVD, así que ya se imaginan que hasta en la sopa veo el comercial del nuevo lanzamiento. Se llama Little Miss Sunshine.
Little Miss Sunshine es la historia de una familia disfuncional que ha tomado la decisión de cruzar el país para que su pequeña hija pueda estar en la final de un concurso de belleza. El viaje será una gran excusa para que estos puedan reconciliarse consigo mismos y con la familia de la cual forman parte. ¿Suena a porquería, cierto? Pues no lo es, para nada.
Bajo la dirección de Jonathan Dayton y Valerie Faris, Little Miss Sunshine debe ser una de las cintas más enérgicas y conmovedoras que el cine americano nos ha regalado en los últimos años. Tenemos a la familia “perfecta”: el padre seminarista obsesionado con los «9 pasos» que te harán triunfar en la vida, la responsable madre ama de casa entregada en absoluto a sus bellos críos (encarnada por la hermosa Toni Collete), el hijo adolescente indie rocker que se prepara para entrar a la escuela de aviación (y ha decidido, como prueba de su compromiso, hacer un voto de silencio por más de 9 meses), el tío intelectual, gay y suicida experto en Proust (representado por el maravilloso comediante Steve Carrell), el abuelo renegón, veterano de guerra, que ha sido echado del asilo por mala conducta y, por último, la bella niña ilusionada con un mundo-color-de-rosa en el que participar de un concurso de belleza llamado «Little Miss Sunshine» –cruzando el país en una vieja camioneta con toda su familia– puede hacer de su vida algo aun más emocionante.
Hay algo en la cinta que me atrae. No hay mensajes ocultos ni necesitas verla más de una vez para entenderla. No es una obra maestra y probablemente ni siquiera sea nominada al Oscar (¿quien confía en las decisiones de la Academia a estas alturas?), sin embargo encuentro mucha sinceridad, me entretiene, me sorprende y me conmueve mucho. Y seamos claros ¿cuándo fue la última vez que fuiste al cine y saliste con una sonrisa de oreja a oreja? Para mí fue hace mucho tiempo, y no es que me haya perdido de buenas cintas en la cartelera local o en DVD, nada de eso. He visto filmes interesantes, correctos, alucinados durante todo el año que pasó, pero siempre cuento con los dedos de mi mano derecha los que realmente, al terminar, me obligan a llamar a algún buen amigo y recomendar su visionado. Y aun más importante, puedo sentir que he aprendido algo.
Por cierto, tiene una maravillosa música a cargo de DeVotchKa. Hazte un gran favor y olvida las películas en cartelera y cualquier película de “arte” que estés pensando ver y busca este filme, te hará reír, te hará llorar, te hará sentir especial ¿qué más puedes pedir a una película?
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