Children of Men
Dir. Alfonso Cuarón | 109 min. | Inglaterra – EE.UU.
Intérpretes:
Clive Owen (Theo Faron), Julianne Moore (Julian Taylor), Michael Caine (Jasper Palmer), Chiwetel Ejiofor (Luke), Charlie Hunnam (Patric), Claire-Hope Ashitey (Kee)
Estreno en Perú: 18 de enero de 2007
Ambientada en 2027 en un Londres escindido por la indigencia y la modernidad, este film trae como telón de fondo, intrínsicamente, los recientes conflictos bélicos que hemos padecido y padecemos, el muy sonado calentamiento global y la creciente xenofobia que aún nos enajena. Con buenas actuaciones y con el agregado de veracidad que le otorga, especialmente en las situaciones de combate, el tratamiento testigo-documental, Niños del hombre es una de las buenas películas que estoy seguro entrará en la lista de las mejores de 2007.
Acaso crónica de la muerte anunciada de nuestro futuro. Un nefasto futuro ya no muy lejano, al menos cronológicamente. El fin de la raza humana no tan difícil de imaginar como en La guerra de los mundos o Armagedón. Quién lo sabe. Lo cierto es que Niños del hombre nos plantea una forma de las pesadillas latentes en nuestra sociedad: el principio de la extinción de la especie humana no por elementos externos, sino por nosotros mismo, los unos contra los otros, como una ficción futurista pero cercana de nuestro presente.
Ambientada en 2027 en un Londres escindido por la indigencia y la modernidad, este film trae como telón de fondo, intrínsicamente, los recientes conflictos bélicos que hemos padecido y padecemos, el muy sonado calentamiento global y la creciente xenofobia que aún nos enajena. Y quizás eso es lo que vitaliza la historia, que la ficción proyectada está bastante ligada a nuestra realidad. Así, no nos cuesta mucho meternos de lleno en la historia: el mundo, sacudido por una degeneración biológica, padece una atroz infertilidad. La persona más joven sobre la Tierra tiene apenas 18 años, y es un muchacho al cual idolatran y velan como el único símbolo de lo que les ha sido negado: la procreación. Símbolo que es roto luego de que éste último homo, atosigado por los medios y las disputas raciales, muriera a manos de un indigente extremista.
Esta muerte declarada desde el inicio abre inocentemente la película, mostrándonos las preocupaciones que luego desatarían la historia principal: la preservación de una extranjera mujer negra, tratada como todos los extranjeros, como si fueran poco menos que animales salvajes. Lo que hace especial a esta joven negra es su insólito embarazo. Clive Owen, encarnando a un despreocupado abogado inglés, activista político cuando joven, se desenvuelve con indiferencia ante los enfrentamientos armados y la indigencia que ha causado la xenofobia en Inglaterra, convertida en la capital del mundo. Pero pronto se verá involucrado en episodios que jamás pensó recorrer, al punto de convertirse en el “héroe” de la película, poco después de que fuera contactado por su ex esposa, protagonizada por una estupenda Julianne Moore, líder de una organización rebelde que busca reconstituir la igualdad de derechos.
Alfonso Cuarón (México, 1961), director conocido entre nosotros por películas como la road movie Y tu mamá también (2001) y Harry Potter y el prisionero de Azkabán (2004) ha conseguido con su reciente producción tres nominaciones al Oscar: Mejor guión adaptado, Mejor fotografía y Mejor edición. Además cuenta con otra breve pero importante actuación: la del legendario Michael Caine en el papel de un aislado hippie moderno, eslabón perdido de los años idos, cuya participación inaugura la segunda mitad de la película. Una segunda mitad bañada de dramatismo y de acción generalmente grabados cámara en mano, siguiendo de cerca las acciones, buscando más lo oscuro que lo luminoso, casi sin detenerse, sin respiros, en que se entremezclan, en controladas dosis, enfrentamientos bélicos, persecuciones, padecimientos existenciales y situaciones conmovedoras. Tal es el caso que una de las escenas más memorables es el travelling que muestra una emboscada al vehículo en que huían con la embarazada mujer negra, rumbo a un barco que la llevaría fuera de Londres, adonde se sabe de un proyecto para repoblar el planeta.
No obstante, más todavía en la primera mitad, la película pareciera atosigarse en los demorados momentos en que presenta a sus personajes; más todavía en el de Owen. Curiosamente, por el contrario, uno de los méritos del film recae justamente en el giro que cobra la vida del protagonista, Owen, al verse envuelto en una comprometida trama que lo enfrenta, además, a un pasado que jamás pudo trascender. Con buenas actuaciones y con el agregado de veracidad que le otorga, especialmente en las situaciones de combate, el tratamiento testigo-documental, Niños del hombre es una de las buenas películas que estoy seguro entrará en la lista de las mejores de 2007. Ya el filósofo Slavoj Žižek le ha dedicado un ensayo titulado “La posmodernidad de la encrucijada” en que afirma, en ese tono cuestionador tan suyo ¿No es acaso la permisividad extrema, además de las nuevas formas de “apartheid” social y control basadas en el miedo, lo que caracteriza a nuestras sociedades?.
De otra parte, no quisiera dejar de mencionar un film que fue para mí, y para la crítica especializada, una de las mejores producciones que vimos en Lima en 2006, El niño, de los hermanos Dardenne; y la menciono porque de alguna forma y con muy distintas pretensiones, Niños del hombre y El niño son cara y cruz de una misma moneda: la primera, como ya se ha dicho, trata la posibilidad de la extinción de la especie humana (y de cuestiones políticas y sociales que se mantienen como una constante durante todo el film) planteando la ausencia de niños en la sociedad moderna; mientras que la segunda, es un ejemplo de irresponsabilidad, exceso de confianza o desentendimiento de lo que significa traer un niño al mundo (aunque también se muestran intersticios que develan lo decadente de nuestra sociedad).
Deja una respuesta