The Jacket
Dir. John Maybury | 103 min. | EE.UU. – Alemania
Intérpretes: Adrien Brody (Jack Starks), Keira Knightley (Jackie Price), Kris Kristofferson (Dr. Becker), Jennifer Jason Leigh (Dra. Lorenson), Daniel Craig (Mackenzie), Kelly Lynch (Jean), Brad Renfro (Desconocido), Laura Marano (Jackie, joven)
Estreno en Perú: 8 de febrero de 2007
Esta película es una combinación de la estructura de Volver al futuro, denuncias extractadas de Atrapado sin salida y unas dosis (efectos) de Réquiem por un sueño. Es decir, un filme de ciencia ficción alimentado por denuncias sobre siniestros experimentos con drogas en un hospital siquiátrico y extrañas regresiones entre el más allá y el muy acá. Todo se inicia con la casi muerte del soldado estadounidense Jack Starks en la primera guerra de Irak (inicios de los 90), el cual revive en la morgue del ejército yanqui durante aquella campaña, para luego –de regreso a Estados Unidos– ser falsamente acusado de un crimen e internado en un manicomio.
En este filme son claves tanto la ambientación y el diseño de la producción como los efectos especiales –un poco más dilatados y abundantes que los presentados en Réquiem por un sueño–, los que se conjugan para crear una situación de opresión casi permanente sobre el personaje. La acción se desarrolla en el pequeño estado de Vermont, en un invierno con escasas horas de día gris y el resto en la mayor oscuridad y frío posibles. Los interiores del hospital siquiátrico son ciertamente apropiadas, así como el continuo ejercicio de hibernación bajo efectos de ciertas drogas al interior del cubículo de cadáveres en una especie de morgue subterránea. Todo ello a cargo del Dr. Becker, un médico entre desquiciado y palteado por un fracaso anterior (un arrugadísimo Kris Kristofferson), que sin saberlo ni quererlo descubre el misterio de la vida eterna; a costa de sacudir a punta de jeringas, golpes y aislamiento a su sufrido paciente.
Gracias a este salvaje tratamiento –que termina por resultarle adictivo–, nuestro héroe se traslada al futuro y desde allí va superando su amnesia postbélica y, de paso, monitorea su propio destino y el de terceros. Estos giros brutales de la acción se combinan con los efectos de edición arriba señalados, lo que constituye el tercer elemento que caracteriza este filme. Gracias a ello la película resulta de una relativa eficacia como obra de entretenimiento.
Ello por algunas objeciones que pueden hacerse. Las obras de ciencia ficción tienden a crear o presentar un mundo futuro y ficticio que, por analogía o resultado de una evolución, reproduce temáticas o problemas del presente. No es este el caso de Regresiones de un hombre muerto. Aquí se parte de circunstancias del presente para desembocar en un relato ficticio en el que no sólo se puede vencer a la muerte sino también cambiar radicalmente el destino de la gente. El único problema es que esa modificación positiva se realiza bajo el acicate de los métodos despiadados e irresponsables de un galeno desquiciado. E incluso este factor, que podría resultar transgresor (una defensa de “el fin justifica los medios”), no es tal ya que la película condena al malvado Dr. Becker.
El segundo problema es que no se explica cómo ni por qué el combo reiterado de drogas, camisa de fuerza e ingreso a la cámara mortuoria se convierte en un tránsito hacia la intemporalidad (esto no funciona ni como alegoría). Y si asumimos que las regresiones del más allá son una cualidad intrínseca del personaje, no queda claro por qué debe someterse a los experimentos del loquero Becker. Por si fuera poco, los hechos del presente –la guerra de Irak, el asesinato, el personaje Mackenzie (un Daniel Craig en una caracterización más convincente que en Casino Royale), el drama interior de Becker, la relación con esa flaca, perra y alcohólica Jackie Price (Keira Knightley)– resultan más interesantes finalmente que los viajes por el tiempo de nuestro protagonista Starks.
Es por ello que el desenlace del filme no sólo pierde verosimilitud sino que también resulta el típico happy end facilón, injustificado o un poco jalado de los pelos que caracteriza las malas películas. En fin, un filme con buena técnica pero con resultados fallidos.
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