La película de la semana en cuanto a críticas se refiere ha sido Cartas desde Iwo Jima, la segunda parte del díptico (¿cuantas veces hemos usado esa palabra en los últimos meses?) preparado por Clint Eastwood sobre la cruenta batalla en la isla japonesa.
Andrés Cotler en Somos, luego de destacar los puntos fuertes del filme, añade:
Hay en Cartas desde Iwo Jima un alegato y una dimensión conciliadora y anti-bélica demasiado evidentes, que le quitan complejidad a su historia. Una idealización física y moral de sus «héroes íntimos» frente al sentido heroico y épico de los oficiales japonenes que se suicidan, y obligan a hacerlo a sus soldados.
Ricardo Bedoya en El Dominical recuerda un filme de Akira Kurosawa al ver la última cinta de Eastwood:
El túnel, de Kurosawa, prefigura el filme de Eastwood, pero a diferencia de ella, Cartas desde Iwo Jima es una película de fantasmas que no se anuncia ni se reconoce como tal. Los personajes que vemos en ella, esos soldados japoneses que defienden la isla de la invasión norteamericana, son muertos que aún caminan. No han fallecido todavía, pero no les queda más alternativa que la desaparición física.
En La República Federico de Cárdenas también rememora un clásico del cine antibélico:
[El código del Bushido] rige la amistad entre Kuribayashi y el barón Nishi (que Eastwood trata como la de Boldieu y von Raffenstain en La gran ilusión, de Renoir), pero también, a otra escala, la del soldado Saigo (Kazunari Nimomiya) y Shimizu (Ryo Kase). Los personajes son fieles a la constante del cine de Clint, cuyos protagonistas a menudo se encuentran en circunstancias casuales o dramáticas, traban amistad y recorren un trecho juntos y luego son separados por la muerte o el azar.
Otras películas revisadas por la críticas local son El laberinto del Fauno, Soñadoras y En busca de la felicidad.
Isacc León Frías en La Primera empieza así su texto sobre el filme mexicano-español:
No es fácil conciliar el relato fantástico con el drama realista, pues normalmente se incurre en la separación de uno y otro o en una integración híbrida poco satisfactoria. Guillermo del Toro acierta en la alternancia de esos dos polos, que tiene la particularidad de matizar el drama con la inclusión de elementos fantásticos integrados a la “normalidad” de las situaciones o amplifica ciertos rasgos de los personajes que no pertenecen al universo fantástico.
Enrique Silva en Correo encuentra muchas virtudes en la película musical:
La nueva cinta de Bill Condon califica también como buen ejemplo de género que merece verse con atención. No sólo por su magnífico diseño de producción, las elaboradas canciones o sus escenas musicales, sino para descubrir el inmenso talento de la debutante Jennifer Hudson y comprobar que el experimentado Eddie Murphy todavía puede robarse parte del show.
Finalmente Sebastián Pimentel en una columna en Somos, para mi sorpresa, se deshace en elogios con la insufrible cinta de Will Smith:
El italiano Gabriele Muccino presenta esta versión del sueño americano de una manera delicada y sobria, sin caer en la tentación melodramática, con una observación inteligente de las relaciones humanas. El resultado: una cinta excepcional, muy diferente a lo que Hollywood nos tiene acostumbrados.
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