Zodiac
Dir. David Fincher | 158 min. | EE.UU.
Intérpretes:
Jake Gyllenhaal (Robert Graysmith), Robert Downey Jr. (Paul Avery), Mark Ruffalo (detective Dave Toschi), Anthony Edwards (detective William Armstrong), Brian Cox (Melvin Belli), Elias Koteas (sargento Jack Mulanax), Donal Logue (Ken Narlow), John Carroll Lynch (Arthur Leigh Allen), Chloë Sevigny (Melanie), Dermot Mulroney (capitán Marty Lee)
Estreno en Perú: 24 de mayo de 2007
Zodiac es un bocado de buen cine realista. Con una estructura lineal en el empleo del tiempo y la tensión hace al espectador partícipe de la investigación y lo mejor de todo, da por sentada su inteligencia. Una estética a base de sombras y tonos ocres confiere a esta historia de búsquedas, la de un asesino que se burla de la descoordinación policial y técnica de los diferentes organismos investigadores, la exploración humana de todos los que se obsesionaron durante años para identificar a aquel fantasma mediático, la de una salida de la miseria moral en la que quedaron los supervivientes (que los hubo) del tal Zodiac, una sustancia que la convertirá en una cinta de calidad eterna, que empieza a desprender vapores de futuro Oscar.
Zodiac, una obsesión de 20 años
Tremenda película.
Es con una obra como Zodiac que el cine se reafirma en su calidad de arte mayor, regalándonos, al encenderse las luces de la sala, esos grados de satisfacción indescriptibles que parecen llenar un vacío existencial. No me imagino vivir en cualquier paraíso, sea del tipo que sea, sin la existencia de una sala de cine. Sería un limbo insoportable.
David Fincher es un creador de paraísos, si bien cinéfilos. De mundos paralelos con fastuosa estética, formas diferentes en el universo del cineasta, que a ojos vista en su filmografía, entendemos porqué al comenzar la sesión nos inyectemos sus historias en vena. Con los antecedentes de la intensidad de Alien 3 (1992), Seven (1995), The Game (1997), El club de la lucha (1999), La habitación del pánico (2002) y en un futuro próximo The Curious Case of Benjamin Button, a partir de un relato de F. Scott Fitzgerald, con Brad Pitt y Cate Blanchett, (pareja que está cuajando con divismo en la pantalla), este cineasta norteamericano está ocupando por méritos propios su lugar entre los grandes de la historia del cine.
Por lo tanto, como venía diciendo, con estos antecedentes, tan eclécticos como innovadores, especialmente si enfocamos la histórica atención hacia aquella Seven que nos dejó tan revuelto el espíritu con un asesino en serie, Kevin Spacey, desasosegante hasta la nausea, nos topamos con una cinta que vuelve al mismo tema, la del asesino en serie, bien que esta vez moviendo los hilos desde el planteamiento (al detalle) de la caza y captura, y como ello afectó a todos los implicados, tanto policías, como periodistas, en aquel flower power del San Francisco de los excesos y libertades recién reivindicadas por las comunidades hippies.
1969, Neil Amstrong se convierte en el primer hombre en pisar la luna, Richard M. Nixon sube al poder como presidente de los Estados Unidos, tiene lugar el míítico festival de Woodstock, se produce el asesinato de la actriz Sharon Tate por la secta de Manson, John Lennon y Yoko Ono preparan el futuro económico de la segunda, nace Marilyn Manson o los Rolling Stones dan un concierto benéfico, un tanto aparatoso, en los alrededores de San Francisco. Cerca de allí, empieza a actuar un sicótico asesino con ganas de celebridad, que se autodenomina, copiando una marca de relojes, Zodiac, y como en un alarde futurista de los reality shows, adivina el influjo autocomplaciente de los medios de comunicación en su mediocre ego.
Zodiac es un bocado de buen cine realista. Con una estructura lineal en el empleo del tiempo y la tensión (puede llegar a producir tanta inquietud como Seven sin el uso de escenas escabrosas) hace al espectador partícipe de la investigación y lo mejor de todo, da por sentada su inteligencia. Una estética a base de sombras y tonos ocres, algo que ya nos es familiar de sus anteriores trabajos, confiere a esta historia de búsquedas, la de un asesino que se burla de la descoordinación policial y técnica de los diferentes organismos investigadores, la exploración humana de todos los que se obsesionaron durante años para identificar a aquel fantasma mediático, la de una salida de la miseria moral en la que quedaron los supervivientes (que los hubo) del tal Zodiac, una sustancia que la convertirá en una cinta de calidad eterna, que empieza a desprender vapores de futuro Oscar.
El thriller está basado en una historia real, que el mismo director vivió mediáticamente cuando tenía 7 años, cautivado, como todos los niños de la época, por el monstruo que aterrorizó la Bahía de San Francisco con sus crímenes y amenazas, al mismo tiempo que con sus cartas y claves se merendaba a las autoridades de cuatro jurisdicciones. Extraordinariamente bien documentado, sin llamativos efectos especiales, la adaptación de la época es perfecta, dando la sensación de que visionamos una de las películas de Steve McQueen –Bullitt (1968), está hecha a imagen y semejanza del policía que llevo el caso, David Toschi- o del Harry el sucio de Clint Eastwood. El guión parte de un bestseller –Zodiac Unmasked– publicado a comienzos de la década de los noventa, escrito por el que fue dibujante de chistes sobre política del San Francisco Chronicle, Robert Graysmith, interpretado por una de las mejores promesas del cine actual, el interesante Jake Gyllenhaal. Un afortunado elenco de estupendos actores le acompaña en la aventura: Mark Ruffalo, un redescubierto en su genialidad Robert Downey Jr., Chloë Sevigny, el veterano Brian Cox, Anthony Edwards (¿recuerdan al buen doctor de gafitas de «Urgencias» (ER)?), además de muchos y buenos secundarios.
¿Qué todavía no están llamando para reservar butaca? !Pues a qué esperan!, paladearán el detallismo en la investigación, la música, los sustanciosos diálogos, no podrán evitar la comparación de épocas, intuyendo que hoy día, con nuestros móviles, CSI, análisis del ADN y todos los avances tecnológicos a los que hemos llegado, probablemente se habría cazado en un plis plas a Zodiac, y el trabajo de los investigadores habría sido menos fatigoso.
La historia llega a nuestras pantallas después de que Robert Graysmith se embarcara en una investigación personal, ya en los albores de los ochenta, cuando el tema (aunque aún abierto) estaba abandonado, claro que el cine seguía explotando el filón Zodiac. Aquí juega el director con nuestra capacidad para descifrar enigmas. En lugar de darnos todo el paquete refinado, la investigación del dibujante sondea más de un sospechoso. Y nuestra mente no para de trabajar, de una manera retrospectiva, desde el momento de la salida del cine. Graysmith acaba decantándose, después de múúltiples análisis, por el sospechoso que la policía identificara hacia 1974, y que a falta de pruebas palpables, referidas a la caligrafía y huellas dactilares, tuvo que desestimar.
La banda sonora compuesta y recopilada por David Shire es otra de las luces prodigiosas de este trabajo, a la que impregna de los acordes de Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula) y La conversación (Francis Ford Coppola).
Yo me doy por satisfecha, se me ha llenado la boca con esta excelencia, después de ver Zodiac ya me puedo morir. ¿Exagerada? Ni un ápice mis queridos lectores. David Fincher eleva el cine americano a la altura de la grandeza del buen cine europeo, y eso es mucho, créanme.
Tremenda película.
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