«Ahora los leo por el interés de entender lo que un ser humano puede pensar. Sólo estoy interesado desde un punto de vista antropológico», dijo el martes el director mexicano a partir del que parece un frío recibimiento por parte de la crítica hacia su nueva cinta, Luz Silenciosa.
Y lo que le molesta al realizador son algunas «críticas que considera muy estúpidas» que ha podido leer acerca de la cinta. Asegura que muchos críticos -que no han entendido la película- se quejan de que es un filme muy lento. «Bueno, ¿qué puedo decir? Es como si te preguntan qué tal es la película de Quentin Tarantino y dices que es fantástica porque es rápida», añadió sarcásticamente.
Anota, por el contrario, que muchas personas -público- si han comprendido Luz Silenciosa y que, luego del estreno, se sintió bastante feliz y satisfecho.
«Yo no decido hacer una película lenta, es lo que la película pide por sí misma. Es como cualquier otra cosa que haces en la vida; yo las siento así. Incluso cuando veo publicidad o filmes con chistes muy rápidos, no lo entiendo, soy muy lento para ver lo que hay en un fotograma», apuntó.
Todo esto me hace recordar a dos casos peruanos. El primero -y que de seguro la mayoría, incluyéndome, tomará en broma- es la popular «me cago en los críticos», del director de culto, Leonidas Zegarra. El segundo, Armando Robles Godoy en El Cinematógrafo, donde, de manera risueña, anotaba que «ya se había embrutecido demasiado con lo que tenían que decir los críticos» y que «nunca entendió como un crítico, una persona que desconoce el lenguaje cinematográfico, podía hablar acerca de cine».
(Vía Vanguardia)
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