Dir. Omar Forero | 110 min. | Perú
Guion: Omar Forero
Equipo de producción: Claudet Sánchez, Antolín Prieto, Nirvana Díaz
Dirección de fotografía: Omar Forero
Intérpretes:
Carlos Reyes (Carlos)
Sonia Hurtado (Sonia)
Jean Pierre Ormeño (Guachimán)
Wistler Banda (Wistler)
Oswaldo Anticona (Oswaldo)
Shirley Chirinos (Shirley)
Estreno en Perú: 1 de junio de 2007
Lo primero que llama la atención en esta película es que ilustra un cine de la pobreza y la marginalidad. Lo magistral de la ambientación es que básicamente no hay un trabajo sobre la misma. Las locaciones, tanto de interiores como de exteriores, han sido muy bien escogidas y brindan una imagen convencional, pero también vacía; lo suficiente para que resalte el contexto de pobreza de los protagonistas. Se trata de un enfoque minimalista de relatos bastante simples y trabajo sobre los tiempos muertos, que son las dos principales características de este filme.
Esta película destaca entre la cinematografía regional por tratarse de una obra experimental. Son tres historias que, de alguna manera convergen entre sí. Un guachimán solitario, una pareja de adolescentes, una afligida madre y un veterano actor callejero; todos ellos sobre un paisaje trujillano más bien devastado, como tristes son sus destinos. Sin embargo, Los actores comparte al menos dos elementos con el resto del movimiento del cine regional: la precariedad de medios técnicos en la realización y el enfoque naif, aunque realista y casi documental, como se enfoca el relato principal del filme, el de los adolescentes. Se trata de una propuesta polémica que, pese a sus fallas, debe resaltarse como un esfuerzo notable por romper esquemas en la cinematografía nacional.
Lo primero que llama la atención en esta película es que ilustra un cine de la pobreza y la marginalidad. Lo magistral de la ambientación es que básicamente no hay un trabajo sobre la misma. Las locaciones, tanto de interiores como de exteriores, han sido muy bien escogidas y brindan una imagen convencional, pero también vacía; lo suficiente para que resalte el contexto de pobreza de los protagonistas. Se trata de un enfoque minimalista de relatos bastante simples y trabajo sobre los tiempos muertos, que son las dos principales características de este filme. Aparentemente se ha grabado con una sola cámara y sin apelar al plano y contraplano típico de cualquier filme convencional; por lo que el espectador no prevenido podría sufrir un shock letárgico, como si hubiera tomado una buena dosis de valium (y no me refiero precisamente del grupo rockero del mismo nombre); más aun cuando vemos que el dilatado tratamiento de las historias es también distanciado (no hay música aunque sí un buen uso del sonido ambiental), sin ser indiferente.
No obstante, al mismo tiempo, hay elementos que buscan (y quizás logren) la identificación del público. Ya en la primera secuencia del filme tenemos una visión hiperrealista y kitsch de la relación entre los actores adolescentes y ese realismo será la característica dominante en el trabajo actoral. El director ha recurrido a actores principiantes con los que ha trabajado sobre todo en base a la improvisación en busca de una espontaneidad y naturalidad logrados en casi todo el filme. En esta línea, la historia de los adolescentes evoluciona hacia un final incierto y abierto, la del guachimán deviene depresiva, mientras que la del actor maduro es triste y grotesca. El simbolismo de los desenlaces de estos relatos, siendo obvio (los cangrejos, los parlamentos finales de los amantes –un encuadre notable–), no resulta forzado y proveen un final convincente. Ello porque todos estos desenlaces describen a personajes marginales y excluidos, como lo son buena parte de los que viven en las regiones del Perú. De allí que este público se verá en la disyuntiva de aceptar un tratamiento vanguardista para unos relatos y personajes con los que posiblemente puedan identificarse.
Una objeción que pudiera hacerse es que, en los propios términos en que ha trabajado el director, la película no guarda un balance apropiado entre las tres historias. Un cuarto relato, el de la madre de la protagonista, se limita a exponer la situación (aunque con escenas muy bien logradas en el hospital público). Mientras que tanto el relato del guachimán como el del actor maduro están desbalanceados con respecto al relato principal de los amantes; no sólo por la duración sino sobre todo por los distintos grados de evolución de cada uno de ellos. Ciertamente, en una estética que busca la espontaneidad y valora la improvisación, quizás la estructura que suponga un guión previo debidamente desarrollado y detallado no sea tan importante.
Finalmente, en lo personal, siempre he admirado a aquellos que obtienen resultados a partir de trabajar con elementos muy simples y sencillos; como es este caso. Los actores es una película que merece verse al menos para apreciar la coherencia de su estética y el esfuerzo por evidenciar las condiciones de vida de la mayor parte de la población peruana.
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