Lonely Hearts
Dir. Todd Robinson | 108 min. | Alemania – EEUU
Intérpretes:
John Travolta (Elmer C. Robinson), James Gandolfini (Charles Hildebrandt), Jared Leto (Ray Fernandez), Salma Hayek (Martha Beck), Scott Caan (Detective Reilly), Laura Dern (Rene Fodie), Michael Gaston (D.A. Hunt), Bruce MacVittie (Eastman), Dan Byrd (Eddie Robinson), Andrew Wheeler (Detective Tooley)
Estreno en España: 15 de junio de 2007
Corazones solitarios centra la mirada en la investigación que se llevó a cabo para atrapar una pareja de ladrones y asesinos que se hacían pasar por hermanos para atracar a mujeres solitarias. Todd Robinson, ha realizado un homenaje al trabajo detectivesco de la época, removiendo entre la basura con destellos de rojo sangre que, en ocasiones, salpica su propia vida, en unos tiempos francamente difíciles para ser policía. La película en conjunto no acaba de tener un trazo redondo, quedándose a un palmo, pero sin llegar a cruzar el umbral de las intenciones más elevadas, quizá por falta de presupuesto. Lo que no tiene discusión es que Salma Hayek ha vampirizado a todos sus compañeros de Corazones solitarios, incluido el director, para quedarse con el espectador ella solita, en una soberbia actuación.
Una Salma pletórica e inquietante
Ya vimos como una de las conclusiones que se desprendieron de la película Zodiac fue lo difícil y trabajosa que resultaba cualquier investigación sin los adelantos científicos de los que disponemos hoy en día. Lo mismo, pero agravado, se puede decir de la labor de los investigadores unas décadas antes, concretamente en los años cuarenta. Cuerpo policial que se manifestaba como un grupo de funcionarios quemados, quemadísimos en muchos casos, casi envestidos de ráfagas de matón al servicio de la ley. Imbuida en una atmósfera de cine negro, con estética oscilando hacia el más genuino estilo L.A. Confidencial el director de Lonely Hearts (Corazones solitarios), Todd Robinson, ha realizado un homenaje al trabajo detectivesco de la época, removiendo entre la basura con destellos de rojo sangre que, en ocasiones, salpica su propia vida, en unos tiempos francamente difíciles para ser policía.
En el currículo de Robinson no sobresale ninguna película que haya trascendido más allá de territorio americano. Dispone de más trabajos como guionista tanto en cine como en TV. Se intuye, sin embargo, que ya desde el momento que decidió dedicarse al mundo del cine tendría en mente añadir una versión más (que se suma a Honeymoon Killers de Leonard Kastle y Profundo carmesí de Arturo Ripstein ) de una historia truculenta donde las haya, que nos hace pensar mirando hacia las vecinas salas de cine, donde se proyecta una segunda versión de la historia del crimen que llevó a Truman Capote a escribir su gran obra, que más sangre fría que la de Ray Fernandez y Martha Beck, asesinos de mujeres solitarias y desesperadas, era del todo imposible. Se intuye, como decía, porque lo llevaba escrito en los genes, porque esta versión es muy suya, tal vez por aquello de ser el nieto del detective que llevó el caso, Elmer C. Robinson.
Narrada en un tempo posteriori por su compañero de pesquisas, un James Galdolfini al que parece le disparan los papeles de gángster pero los de poli no le sacan suficiente vena de actor, Corazones solitarios centra la mirada en la investigación (y un tanto en la vida del investigador jefe, el abuelo de Robinson) que se llevó a cabo para atrapar a esta pareja de ladrones y asesinos (fueron descubiertos una veintena de crímenes) y que se hacían pasar por hermanos, ante la sorprendente credulidad de las pobres mujeres a las que engañaban. Desaguisado ocurrido en unos tiempos que comenzaban a remontar la depresión americana y la posguerra en la que muchas mujeres se quedaron viudas y con una recompensa del Estado por la muerte en el frente de sus maridos. Mujeres que se inscribían con anuncios más que fantasiosos en revistas recién creadas, como Lonely hearts, para encontrar su príncipe azul. Fantasías que eran el caldo de cultivo ideal para caraduras como Raymond Martinez Fernandez, interpretado por un Jared Leto que más que carismático, lo que parece es un pelele sin personalidad, sin que sepamos con certeza si eso se ajusta a la realidad.
Sin escenas especialmente escabrosas (aparte de la fritanga de la ejecución final de la pareja), sí que resulta inquietante la zozobra que despierta en el espectador la inestabilidad de la pareja sociopata, o más concretamente la de una Salma Hayek que se come la pantalla y borda con muy buena nota el cometido de un personaje jugoso y lleno de matices para cualquier actriz. Y cierto es que lo redondea y abrillanta, todo hay que decirlo. La primera de la clase de esta cinta con flojeras.
La película merece acercarse al cine (o merece un alquiler en dvd, tranquilamente en su hogar) solo por ver el trabajo tan bien cosido y rematado de esta pequeña actriz que se ha comido a sus compañeros. Hayek ha mostrado a la perfección lo que pudo ser el alma de Martha Beck, con una ardua intención que nos atrevemos a predecir parece haber sido guiada por el propio abuelo del cineasta, aunque físicamente estuviera a distancia de parecérsele. El resto del elenco, me temo, se comporta de una manera desigual en sus papeles asignados, incluido el principal, el detective encarnado por John Travolta, que adolece de tener un trazo grueso y bien definido.
La película en conjunto tampoco acaba de tener un trazo redondo, quedándose a un palmo, pero sin llegar a cruzar el umbral de las intenciones más elevadas, quizá por falta de presupuesto. La fotografía de Peter Levy es excelente y al tejido narrativo se le ve necesitado de algún minuto más de metraje para diseccionar más claramente la investigación. Incurre el filme en detalles que son importantes para entender la época y al detective, (dentro de una ambientación muy correcta ) pero que quedan mal rematados, como algún incidente que muestra el racismo imperante en la época, o la relación sentimental del detective jefe con una compañera de trabajo, Laura Dern. Ello no descalifica la película como interesante teniendo muy en cuenta que su discurrir narrativo esta sembrado de picos en su factura, algunos bien altos para ir descendiendo poco a poco hacia lo insustancial y luego volver a elevarse. El aguerrido comienzo es uno de esos picos con el carmesí suicidio de la esposa del detective.
Lo que no tiene discusión de la crítica general es que esta es la película de Salma Hayek, más que de John Travolta, donde ha vampirizado a todos sus compañeros de Corazones solitarios, incluido el director, para quedarse con el espectador ella solita.
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