Dir. Alfonso Gazitúa | 78 min. | Chile
Intérpretes:
Pedro Vargas (Pedro)
María José Pargas (Cati)
Gloria Münchmeyer (Mamá de Pedro)
Andrés Rillón (Juan)
José Sosa (Chofer de colectivo)
Giselle Demelchiore (Marta)
José Miguel Jiménez (Rodrigo)
Festival de Lima: Sección Oficial Ópera Prima
El rey de San Gregorio es Pedro Vargas, un joven de unos 30 años con cierto grado de discapacidad mental y física, que se enamora de Cati, su princesa, otra joven con una discapacidad mental mucho más severa. La madre de Pedro se niega a que su hijo crezca, y la hermana de Cati teme por el despertar sexual de su hermana, por lo que se oponen a la relación entre los dos. En esta discreta cinta destacan tanto Pedro Vargas, que se interpreta a sí mismo, como María José Pargas, actriz sin discapacidad, que personifica convincentemente a Cati, en un drama sobre las posibilidades de desarrollo de una vida normal, en lo sentimental, de dos discapacitados.
El rey de San Gregorio es una cinta de buenas intenciones; una situación problemática que se presenta desde varios puntos de vistas. La que prima, es la visión del protagonista Pedro Vargas, un joven de unos 30 años con cierto grado de discapacidad mental y física, que se enamora de Cati, su princesa, otra joven con una discapacidad mental mucho más severa. La madre de Pedro se niega a que su hijo crezca, y la hermana de Cati teme por el despertar sexual de su hermana, por lo que se oponen a la relación entre los dos. Aún más, la historia se desarrolla en San Gregorio, un barrio marginal, de Santiago de Chile, así también hay que sumar el elemento de pobreza y violencia latente de la zona.
El relato evidencia, sin tono de denuncia, desde la empatía y la complicidad, la dificultad para un desarrollo personal completo, incluyendo el plano sentimental y sexual, de los discapacitados. Pero, la historia se desenvuelve de manera esquemática y lineal, intercalada con momentos simbólicos y de ensoñación, algunos burdos, otros más logrados. Los personajes están compuestos de manera unidimensional, sin ahondar en los matices que el relato amoroso puede brindar, lo que reduce el vuelo de la cinta. El filme se hace apreciable desde lo extra cinematográfico, al saber que gran parte del elenco está conformado por no-actores con discapacidad de algún tipo, y les brinda un espacio de desarrollo y catarsis a este grupo de personas que normalmente están ausentes en el cine, sobre todo en el latinoamericano.
Dos puntos a destacar: de los actores, a Pedro Vargas, que se interpreta a sí mismo, y sobre todo, a María José Pargas, actriz sin discapacidad, que personifica convincentemente a la novia de Pedro, Cati. Y el tratamiento simbólico de los momentos finales, que con un final abierto, resuelve el problema principal, el conflicto amoroso de Pedro, de manera creativa y hasta conciliadora.
En conclusión, El rey de San Gregorio se deja ver como una película discreta de una factura correcta, sin mayores pretensiones, que aborda un tema complicado con un ideal humanista grande, pero sin profundizar. Queda como una historia simpática, de la que se pudo decir más, quizá en forma de documental.
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