La revista Caretas publica hoy un artículo que actualiza el debate sobre la realización de la película Vidas paralelas, producida bajo un convenio entre el Ejército peruano y la Universidad Alas Peruanas. En el artículo titulado «Subversión en Celuloide» se destaca el rebote que tuvo la noticia en la blogosfera peruana, dejando planteadas varias preguntas:
En el acuerdo –alojado por los cinéfilos de Cinencuentro (cinencuentro.com/files/convenio_ejercito_UAP.pdf)– la universidad se ofrece a entregarle al Ejército los guiones “para su aprobación”. Por su parte, el Ejército asegura haber encargado “una producción cinematográfica que narre el sacrificio de todo el personal militar que participó en la Pacificación Nacional”. En la blogósfera, el debate ya rebotó. ¿Puede el Estado producir una película y, a la vez, incumplir la ley 26370 que destina S/. 7 millones anuales a Conacine? ¿Con qué dinero narraría su versión? ¿No es preferible que el Ejército exprese abiertamente su balance de la guerra interna en lugar de gruñírselo a sus opositores? ¿No sería intolerante oponerse a ello? El guión utiliza experiencias del Capitán Carlos Freyre. Es la historia de dos amigos separados de sus familias asesinadas. Ambos se enfrentan, años después, como terrorista y militar.
Pero luego añade una nueva versión, la de un representante de la Universidad Alas Peruanas:
Para Omar Aramayo, Decano de la Facultad de Comunicaciones y músico de fusión, hay una desinformación. Aramayo, quien musicalizó Los Perros Hambrientos (1976), asegura que la historia de Freyre ha sido editada, que la película fue idea del rector, y que conserva recibos para demostrar que la universidad financia la película. Pero vale acotar la relación entre la Fuerza Aérea del Perú y la universidad. Rectores, alumnos y profesores, además, pertenecen a las Fuerzas Armadas.
Carlos Cabanillas, el autor de la nota, también hace una recopilación de los filmes peruanos listos a realizarse, que tocarán, de una manera u otra, el tema del conflicto interno:
A Fabricio Aguilar y Tarata, largo que grabará en abril del 2008. A Gastón Herrera y Bruno Ortiz, tándem tras Rehenes, filme sobre la captura de la Embajada de Japón (actúan Analí Cabrera, Susan León, Susana Bozzo). Al documental Lucanamarca, de Carlos Cárdenas y Héctor Gálvez. Y a El rincón de los inocentes, sexto largo del ex huamanguino Palito Ortega que narra el horror en Ayacucho con la anuencia de un religioso demasiado parecido al cardenal Juan Luis Cipriani, y la posterior desinformación de la Delegación por la Verdad. La sensación de paramnesia y déjà vu que genera no le es exclusiva. También se sentirá con Heridas y cicatrices, de Nilo Pereyra (Ni con Dios ni con el diablo), al ver el intento de asesinato de un periodista apellidado Hildebrandt y la tortura de las ex agentes de inteligencia Mariella y Leonor.
Para terminar, mencionemos también que el artículo de Caretas comienza con una rápida mirada a la cinta La trinchera luminosa del Presidente Gonzalo, de Jim Finn (en la foto), de la cual hablamos hace unas semanas:
Es The Shining Trench of Chairman Gonzalo, película norteamericana del director Jim Finn, conocido por usar simbología comunista cual leitmotiv. Su anterior muestra de almohadillas para alfileres titulada Communist Heroes of South America incluyó a Edith Lagos, ‘mártir’ senderista caída el 3 de setiembre del 82. La vehemencia de Lagos la hizo merecedora de estatuillas y romerías de miles en Huamanga (CARETAS 714). Ahora, de cojines para alfileres.
La trinchera luminosa del Presidente Gonzalo son 60 minutos en Hi-8 filmados en Nuevo México. Son mujeres senderistas recluidas en Canto Grande. Ni documental, ni mockumental, ni reportaje. […] No se verá en salas peruanas, pero para el 12-S –efeméride de la captura de Abimael Guzmán– se anuncian más críticas.
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