A Mighty Heart
Dir. Michael Winterbottom | 100 min. | EE.UU. – Inglaterra
Interpretes:
Dan Futterman (Daniel Pearl)
Angelina Jolie (Mariane Pearl)
Archie Panjabi (Asra Q. Nomani)
Mohammed Afzal (Shabir)
Daud Khan (Masud)
Telal Saeed (Kaleem Yusuf)
Tipu Taheer (Director de Derechos Humanos)
Saira Khan (Nasrin)
Aliya Khan (Kashva)
Estreno en España: 14 de Setiembre de 2007
Un corazón invencible es una película de encargo, un homenaje póstumo, una elegía muy personal, dedicada a un niño, Adam, el hijo del periodista norteamericano Daniel Pearl, secuestrado el 23 de enero de 2002 por yihadistas en Pakistán, y decapitado brutalmente después de varios días de angustia y búsqueda desesperada. Winterbottom aporta un dinamismo documentario a la cinta, consiguiendo dar un aspecto de docudrama. Pero descuidó un tanto los personajes, lo que da a la película un aspecto de documento informativo desangelado, estilo CNN, aunque muy correcto.
Los demonios de la pobreza pakistaní
Al director británico Michael Winterbottom le va como anillo el nombre, Revolution Films, de la productora que cocina sus trabajos cinematográficos, ya sean de factura propia o por encargo, como es el caso del guión llegado de otra productora, esta más bien revolucionaria desde el punto de vista mediático, Plan B Entertaiment, de esa edénica unión apodada “Brangelina”.
Quizá pensaron en Winterbottom, no sólo como adalid de versatilidad temática, también por su especialización en mostrar, de manera tan realista, las esferas ambientales, sin cartón piedra, de Oriente Medio. Ya lo hizo con la notable Camino a Guantánamo, una de las páginas informativas más sinceras que se ha realizado de la caza con red para rellenar la prisión americana de la base, donde quedaban atrapados tanto culpables como inocentes. Trae ahora Winterbottom a las pantallas, con esa maestría que es su mejor carta de presentación, (y por la que muchos hemos acudido a la cita semanal con la sala de cine) una película de encargo, un homenaje póstumo, una elegía muy personal, dedicada a un niño, Adam, el hijo del periodista norteamericano Daniel Pearl, secuestrado el 23 de enero de 2002 por yihadistas en Pakistán, y decapitado brutalmente después de varios días de angustia y búsqueda desesperada.
Su viuda, Mariane Pearl, también periodista, embarazada por aquel entonces, se encontraba con él en Karachi y vivió con una sorprendente entereza todo el proceso de búsqueda, investigación, encuentros políticos y mediáticos, de los que dio cuenta, de vuelta en Francia, en su libro (“The Brave Life and Death of My Husband Danny Pearl”). Cada paso queda registrado por su penetrante mirada, desde la concertación de la entrevista trampa a la que iba acudir su marido hasta las pesquisas llevadas a cabo por la policía antiterrorista de Pakistán, o el descubrimiento de que The Wall Street Journal (para el que trabajaba Pearl) había colaborado con la CIA, dando cancha a los terroristas para proclamar que el periodista era un espía estadounidense, después de intentar acusarlo de espía del Mossad, por ser judío.
La amistad entre Mariane Pearl y Angelina Jolie ha convertido en proyecto cinematográfico el libro. De esos buenos contactos, se ha llegado a un (rotundo fichaje): Winterbottom para facturar decentemente la filmación de tal documento, así como dotarlo de credibilidad sin la propaganda que desprende úúltimamente Hollywood cuando toca tema semejante. Es más, Winterbottom aporta un dinamismo documentario a la cinta, consiguiendo dar un aspecto de docudrama. El cineasta británico capta como nadie las metrópolis orientales, ese Karachi tumultuoso, ruidoso, barroco, pobre, pero también eficaz policialmente hablando (al menos cuando a las autoridades les conviene no dar una mala imagen internacional). La tensión que se vive en la casa donde paraba el matrimonio, junto a la periodista india Asra Q. Nomani, (interpretada por Archie Panjabi), acampada de un sorprendente centro de tecnologías móviles y virtuales, proporciona un momento fílmico sabiamente narrado, del que resultan una serie de estampas de auténtica delicatessen.
Pero no todo es jauja triunfadora en esta, por lo demás, estimable película. Presentada en Cannes 2007 con la pompa que arrastra esta pareja allí donde vende sus películas, “Un corazón invencible” (título que le hace flaco favor) hubiera requerido una mayor trabajada humanidad en sus actuaciones. Hasta el momento álgido de la recogida de la cinta, el personal que paga la entrada no consigue conmocionarse. Adivinamos las imposiciones que conlleva la letra pequeña del mandado de unas firmas que dependen tanto de su imagen, como lo son el dúo Pitt-Jolie. Y hacerse con los papeles protagonistas entra dentro de esta letra pequeña. Sin tener en cuanta si ello va a redondear la credibilidad del personaje, por mucho acento que se imite. Y es ahí donde voy.
A Angelina Jolie se la verá siempre, interprete lo que interprete, como los labios Jolie. Por mucho que nos intenten convencer las productoras del enorme parecido entre la actriz y Mariane, no cuela. Le sobrepasa el físico a la socia de Pitt, como ya ocurriera en El buen pastor. Con esperanzado vicio cinéfilo aguardamos que el moldeador de actrices que es Clint Eastwood haga de ella por fin una cómica, en The Changeling.
La experiencia que demuestra Winterbotton en las tomas exteriores (e interiores) sobre la zona de la acción, es, francamente, lo mejor de la película. Todo a base de cámara en mano, primeros planos, ello rematado con una cuidada edición de saltos en el tiempo tan en boga para crear atmósferas de thriller y tensión política-policial. Pero descuidó un tanto los personajes, lo que da a la película un aspecto de documento informativo desangelado, estilo CNN, aunque muy correcto.
Música poca, la justa, el sonido está formado por los ruidos del entorno, que no son pocos, y los de las llamadas telefónicas. Qué algún abducido joliniano haya comentado que es un papel de Oscar para Angelina es cuanto menos exagerado, aunque no sorprendería dada la cuota anual de nominaciones a dedo que se dan en el Festival de los festivales.
Un documento que no está de más para recordar que son muchos los periodistas caídos haciendo su trabajo, informar. ¿Para cuando la película sobre el caso Couso? Sería una buena oportunidad para que el cine español de las subvenciones demuestre que puede con algo más que las estulticias de treintañeros.
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