Dialogue avec mon jardinier
Dir. Jean Becker | 109 min. | Francia
Intérpretes:
Daniel Auteuil (El pintor Del pincel)
Jean-Pierre Darroussin (El jardinero Léo Del Jardín)
Fanny Cottençon (Hélène)
Alexia Barlier (Magda)
Hiam Abbass (La mujer del jardinero)
Élodie Navarre (Carole)
Roger Van Hool (Tony)
Michel Lagueyrie (René)
Christian Schiaretti (Charles)
Estreno en España: 14 de Setiembre de 2007
Con el escenario siempre dulce y envidiable de la campiña francesa, Conversaciones con mi jardinero habla de que la mejor cura, para sobrellevar la vida y sus cambios siempre será la filosofía. Entre un huerto de autenticidad, buen vino, arte, buena música, la naturaleza en todo su esplendor esto va de escuchar y observar. La amistad, el amor, la enfermedad, la solidaridad, la bondad, la ingenuidad, la risa, todo ello y más discurre sostenido por el trabajo de dos pesos pesados del cine francés: Daniel Auteuil y Jean-Pierre Darroussin. “Una historia sencilla con personajes verosímiles y conmovedores”, en palabras de su propio director, Jean Becker. Poco más que añadir, más que es oro puro, sin amalgamas.
La calidez de la amistad
Vuelvo con grata mirada al cine francés. La cartelera nos está regalando, últimamente, con piezas de calidad indiscutible procedentes del celuloide europeo. Es un cine que se deja querer. En ello está el cine español, cocinando calidad para alcanzar altas cotas, y la verdad que no vamos mal encaminados, es cuestión de tener confianza. Entre las ofertas de espasmos norteamericanos, héroes de junglas y ojos malignos el espectador exigente puede perder neuronas a marchas forzadas, a cineastas sensibles gracias, aún nos quedan caminos, como este a la francesa de pura vida.
Jean Becker, hijo y hermano de cineastas, que hiciera soñar a más de uno con Isabelle Adjani en Verano asesino (1983) y con Vanessa Paradis en Elisa (1995), ambas cintas con Premios César, ha adaptando un libro de diálogos corrientes muy singulares, -repleto de sentido común- del autor Henri Cueco, Conversaciones con mi jardinero (Dialogue avec mon jardinier). De esta adaptación ha surgido una ventana abierta a la sencillez, honestidad, honradez, cosas que pasan desapercibidas en las salas de cine, donde las tramas parecen de obligado tensas, esnobs, o excesivamente artificiales. Este filme no tiene nada de esto último, solo es un cuadro a través del que vemos discurrir dos vidas en su cotidianidad, como las nuestras, sin mensajes catastrofistas, lo que ya es mucho hoy día. La amistad, el amor, la enfermedad, la solidaridad, la bondad, la ingenuidad, la risa, todo ello y más discurre sostenido por el trabajo de dos pesos pesados del cine francés, tan diferentes como complementarios y esplendorosos: Daniel Auteuil y Jean-Pierre Darroussin.
Vaya par de elementos, de seres excepcionales son Del jardín y Del pincel. Así se hacen llamar a modo de broma dos viejos amigos de la infancia que vuelven a reencontrarse en el mismo pueblo donde uno, el jardinero, ha visto pasar toda su vida de trabajador puro y duro (obrero del ferrocarril), al que la pasión por la jardinería ha dado serenidad a su existencia y el otro, el pintor, ha vuelto a la casa familiar para reencontrar sus raíces. Becker parece haber rendido homenaje en esta cinta a esos hombres que son una bendición porque saben hacer todo tipo de chapuzillas con las manos, de los que ya quedan pocos, como los tigres o los trabajos (dice en un momento del metraje el jardinero al pintor).
Con el escenario siempre dulce y envidiable de la campiña francesa, y unos “flash back” más que curiosos, Conversaciones con mi jardinero habla de que la mejor cura, para sobrellevar la vida y sus cambios (de los sociales habla muy sutilmente y sin rabia el jardinero) siempre será la filosofía. Entre un huerto de autenticidad, buen vino, arte, buena música, la naturaleza en todo su esplendor esto va de escuchar y observar. Y aunque el cineasta francés ha definido a sus personajes como el payaso de color (el jardinero) y el payaso blanco (el pintor), en realidad no tienen nada de payasos, bien al contrario ellos mismos tienen que hacer frente a mucho payaso de labia hueca y mamarracha.
“Una historia sencilla con personajes verosímiles y conmovedores”, así presentó su trabajo Jean Becker. Poco más que añadir, más que es oro puro, sin amalgamas.
Deja una respuesta