La gran estafa (2006)

The Hoax
Dir. Lasse Hallström | 116 min. | EE.UU.

Intérpretes:
Richard Gere (Clifford Irving)
Alfred Molina (Dick Suskind)
Hope Davis (Andrea Tate)
Marcia Gay Harden (Edith Irving)
Stanley Tucci (Shelton Fisher)
Julie Delpy (Nina Van Pallandt)
Eli Wallach (Noah Dietrich)
John Carter (Harold McGraw)
Christopher Evan Welch (Albert Vanderkamp)

Estreno en España: 28 de Setiembre de 2007

¿Qué le puede pasar por la cabeza a un escritor falto de inspiración para crear la Obra, esa que se ha propuesto que sea la del siglo que reviente el listón de ventas masivas? ¡Inventar una biografía de Howard Hughes!. Así debió pensarlo el escritor neoyorquino Clifford Irving a principios de la década de 1970, cansado de sus problemas económicos y hambriento de éxito. Y esto es lo muestra en «La gran estafa» del cineasta sueco Lasse Hallström, que no es la película del año, pero tampoco es desmerecedora de atención en la gran pantalla. Protagonizada por Richard Gere y rodeado de un buen plantel de secundarios, entre ellos Hope Davis, Alfred Molina, Stanley Tucci, y Julie Delpy. Da la impresión de que Hallström tenía voluntad de componer un estilo narrativo y secuencial a lo Zodiac, pero no da la talla.

Hacer caja con todo lo que se tercie

Está claro que Howard Hughes sigue dando mucho dinero a la industria cinematográfica (de la que probó a casi todas sus glamorosas star-system ya fueran rubias, morenas, castañas o pelirrojas). Cuando una sociedad ha tenido la suerte de haber parido un personaje tan excéntrico como millonario significa que va a producir futuribles dividendos en todos los campos, desde la “literatura” de bestsellers a su secuela insoslayable, el cine.

¿Qué le puede pasar por la cabeza a un escritor falto de inspiración para crear la Obra, esa que se ha propuesto que sea la del siglo que reviente el listón de ventas masivas (exigencias de las grandes editoriales)?, pues le puede pasar el flash Hughes. Así debió pensarlo el escritor neoyorquino Clifford Irving a principios de la década de 1970, -idea que se le ocurrió precisamente en la isla de Ibiza-, cansado de sus problemas económicos y hambriento de éxito. Y esto es lo muestra en La gran estafa (The Hoax) el cineasta sueco Lasse Hallström, que ya tiene en su haber más de un Oscar, Las normas de la casa de la sidra (2000) y varios premios europeos a la deliciosa Chocolat (2000), además de descubrirnos, también, a un prometedor DiCaprio, en ¿A quién ama Gilbert Grape? (1993), sin olvidar algún que otro tropiezo como Casanova (2005).

Metido en la piel del mentiroso Irving, Richard Gere (quién acaba de presentar la película en el 55 Festival de cine de San Sebastián) compone un personaje soso, (y no es que no lo intente, esfuerzos hace), sin fuelle, sin esa chispa que se le supone a estafadores de tal catadura. Porque hace falta ingenio para construir, con todas sus piezas, el abismo editorial que montó el tal escritor, “desesperado por el éxito a cualquier precio”. Auténtico desvarío del que, haciendo honor a su estatus, el solitario neurótico Howard Hughes sacó buena tajada. Una pena este fallo de casting, poco presupuesto o falta de atrevimiento, porque la historia, adaptada, a su vez, de otro libro de éxito que habla de la propia estafa, (¿quién sabe?, quizá se publique otro volumen con las visicitudes del rodaje basado en el libro que cuenta el engaño de otro libro, y así hasta el infinito ganancial), tiene garra suficiente para haber profundizado en temas como el poder, la mentira, y la política, que es de lo que va el asunto.

La gran estafa no es la película del año, pero tampoco es desmerecedora de atención en la gran pantalla. Rodean a Gere un buen plantel de secundarios que le salvan el culo, entre ellos Hope Davis, Alfred Molina, Stanley Tucci, o nuestra francesa preferida, Julie Delpy. Da la impresión de que Hallström tenía voluntad de componer un estilo narrativo y secuencial a lo Zodiac, pero no logra las cotas de altura de tal modelo, quedando en un sucedáneo débil, sin haber cruzado el oscuro túnel de la mentira y sus consecuencias personales y sociales. Quizá, sabedor de sus querencias, el cineasta se centra en los hechos, en todo la feria que montó Inving para hacer creíble que era la única persona mediática en contacto con el magnate y que a sus órdenes escribía su biografía.

Desde luego se le reconoce la ambientación, donde cobran especial atención aquellos anuncios de Coca-cola en los que hippies de todo color cantaban a la chispa de la vida y la verdad, (ah nostalgias!), o los momentos inquietantes donde se le enciende la “luz roja” al escritor-estafador Irving/Gere en los que ve llegado su final, aunque un último milagro de inventiva ficticia le pone de nuevo en órbita, incluido el difícil entramado de cobrar un cheque de un millón de dólares a nombre de Howard Hughes, prueba superada…por el momento. Imposible no asociar esta escena con los montajes de otro estafador especialista, el DiCaprio de Atrápame si puedes (2002), a la que, curiosamente, siguió su interpretación del magnate Hughes en El aviador (2004).

Como ya he dicho ni es la película del siglo, ni el libro es el del siglo que pretendía Clifford Irving, ni siquiera fue la estafa del siglo, ya que no salió redonda, aunque, como resulta evidente, tampoco dejó de sacar tajada de ello. Así se cocina en el mundo editorial norteamericano.

En fin, La gran estafa se deja ver, aunque nuestro gigoló preferido está ya muy ciruelo pasa.