Dir. Ricardo Darín y Martin Hodara | 95 min. | Argentina – España
Intérpretes:
Ricardo Darín (Corvalán)
Diego Peretti (Santana)
Julieta Díaz (Gloria)
Andrea Pietra (Perla)
Vando Villamil (El chofer)
Carlos Bardem
Estreno en España: 5 de octubre de 2007
La señal es la opera prima del actor argentino Ricardo Darín, un estreno como director (labor compartida con Martín Hodara) bastante loable. En este film noir tiene la apariencia del mejor celuloide negro norteamericano, del que bebe de sus fuentes con fruición. Este Philip Marlowe argentino, Corvalán, no podía ser otro que Darín, que da la réplica perfecta, entre caladas profundas de cigarrillos sin filtro y tragos de whisky, a un detective más que cínico, al que ya nadie vende la moto, excepto, quizás, una seductora melena junto a unas buenas piernas, o dicho de otra forma, la “femme fatale” por excelencia, de obligado en toda obra del género que se precie. Darín y Hodara han facturado un trabajo que agradaría al difunto Mignona -promotor original del proyecto-, si bien éste no habría dejado que la estética se comiera a la historia.
Cherchez la femme
El género negro, tanto en cine como en literatura, siempre ha mantenido el tipo. Ha sostenido una línea de interés que alimenta su estatus de buenas cifras. Tal vez por ello es siempre un recurso muy utilizado para atraer espectadores a las salas: crear historias con más sombras que luces. No hay como visionar cualquier película del mejor Bogart negro, con inspiración (cuando no directamente escrita) de las teclas de Raymond Chandler, para constatar que es un cine inmortal, sin mácula de envejecimiento. Tanto es así que hoy mismo, en los estrenos de cada año, es de obligado el estreno de algún trabajo del género
– Ha estado bebiendo -dijo él lentamente.
– Che pibe, sólo Chanel número 5, y besos, y el brillo apagado de unas piernas bonitas y la invitación burlona de unos ojos azul oscuro. Cosas así de inocentes…
Este diálogo que perteneciente a la obra “La hermana pequeña” de Chandler, (debidamente revestido de regionalismo lingüístico) podría bien haberse intercambiado con cualquier secuencia de La señal es la opera prima del actor argentino Ricardo Darín, un estreno como director (labor compartida con Martín Hodara) bastante loable. Quizá Darín no sentía, aún, la llamada de la dirección, pero como él mismo ha declarado, se lo debía a su amigo Eduardo Mignona (fallecido hace un año), con quién compartía dicho proyecto.
“Métodos norteamericanos” resalta en la puerta de dos detectives privados (Corvalán & Santana) de la Argentina de los 50, en cuyas calles lo mismo te topabas con un grupo de gente rezando por el final inminente de Eva Perón, que eras testigo de una tiroteo gansteril. Y es que todo en este Film Noir tiene la apariencia del mejor celuloide negro norteamericano, del que bebe de sus fuentes con fruición. Este Philip Marlowe argentino, Corvalán, no podía ser otro que Darín, que da la réplica perfecta, entre caladas profundas de cigarrillos sin filtro y tragos de whisky, a un detective más que cínico, al que ya nadie vende la moto, excepto, quizás, una seductora melena junto a unas buenas piernas, o dicho de otra forma, la “femme fatale” por excelencia, de obligado en toda obra del género que se precie.
En este caso es Gloria (una Julieta Díaz flamígera) la detonante de la señal que conduce a Corvalán a cruzar el otro lado, a pisar terreno prohibido para la gente decente. Advertido va por su socio y amigo Santana, (un comedido y por lo tanto digerible Diego Peretti), quién se lo expresa con una sencillez de cajón, (al igual que le avisaba a Anna su madre en Promesas del Este – David Cronenberg) el mundo está dividido en dos bloques, el de los buenos y el de los malos. Saber pararse en la frontera entre ambos es cuestión de vida o muerte.
Darín y Hodara han facturado un trabajo que agradaría a Mignona, si bien éste, es muy probable, no habría dejado que la estética se comiera a la historia. Porque Darín ha inyectado una potente atmósfera D+MF=A+V*, con ritmo lento, a una cinta cuya escenificación de la época es impresionante, perfecta casi, de un alcance estético que fulmina cualquier otra consideración, como he dicho antes, el guión mismo.
He aquí la debilidad de La señal, el vaivén entre unos tramos de guión de auténtica impostura o cartón piedra, como si dentro de la película hubiera otra película, junto a ráfagas de un terrenal humanismo, plasmadas en el personaje de su padre enfermo, su perro o el mismo duelo interpretativo entre Darín-Peretti.
En todo caso, permítanme recomendarles este ejercicio de estilo o dicho con las palabras de Chandler: “Las cosas nunca son tan simples cuando una mujer joven se casa con un anciano millonario… es el comienzo de un apasionante juego a dos bandos, en el que Marlowe/Corvalán deberá abrirse paso a través de muertes violentas y policías corruptos en los bajos fondos de Los Ángeles/Buenos Aires”.
Siempre es un lujo degustar a Ricardo Darín tan de cerca.
*Detective+Mujer Fatal= Ambición+Vendetta
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