Como todas las semanas, revisamos las publicaciones nacionales para saber que se escribió sobre la cartelera. Los críticos han escritos sobre El buen nombre y La ciencia de los sueños, comenzamos el repaso de lo escrito por la segunda:
En La República, Fedérico de Cárdenas elogia el tono que Gondry genera en su filme:
(…) Lo cual permite a Gondry asumir que amor y realismo se niegan mutuamente, de allí las fugas del protagonista a ese universo de sueños de cartón y que funciona como perfecto elogio de la inmadurez amorosa, pues como conquistador Stephan emplea métodos adolescentes que equivalen a los de un escolar enamorado. (…) Los juegos de la acelerada imaginación de Stephan pasan de lo sublime a lo ridículo, y viceversa. Cuesta un poco ingresar a este territorio pero, una vez dentro, la película destila una onda entre melancólica y divertida, acorde con su logrado tono menor.
Y a Alonso Izaguirre de Peru21 también le resulta una cinta placentera:
Pese a ser una historia de amor -donde pudo haber un drama auto-complaciente de dos parejas incompatibles-, Gondry eligió darle más espacio al apunte irónico gracias al carácter sarcástico de Stéphane. En todo caso, queda claro que antes que lamento La ciencia de los sueños es la celebración del encuentro de dos personas.
El buen nombre es revisada por Raúl Lizarzaburu de Expreso que la recibe tibiamente:
A lo largo de sus dos horas, “El buen nombre” no puede evitar altas y bajas. Los personajes de Ashoke y Ashima terminan por caer simpáticos y los mejores momentos son los de su relación. Pero uno de los problemas del filme, entre algunos baches narrativos, es que acusa cierto maniqueísmo. Si bien “El buen nombre” no es lo más feliz de Mira Nair, tampoco llega a ser un mal filme y no desagrada. Cumplidos los cincuenta años de edad, esta directora tiene aún por dar. Actualmente rueda “Shantaram”, con Johnny Depp encabezando el reparto.
En Somos, Andrés Cotler se convence con el tono sentimental de la cinta:
Lo interesante en El buen nombre es que describe de una manera sensible, inteligente y sentimental, los conflictos de la migración transnacional: los padres atrapados entre dos mundos, el propio y el elegido, mientras los hijos se mueven con naturalidad como jóvenes norteamericanos con alguna especifidad cultural heredada
Por último, Enrique Silva de Correo no se compra las piruetas visuales de El vidente:
No puede negarse que los efectos especiales son el plato fuerte de la cinta, pero depender casi exclusivamente de ellos, debilitando la propia lógica interna del relato, es un total error que ya es costumbre en Hollywood. Al final, encontramos desperdiciados a Jessica Biel y el alemán Thomas Kretschmann, este último en un convencional rol de villano. Sólo queda en la retina la virtuosa pirotecnia al compás de una inspirada partitura musical de Mark Isham.
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