“¿Te atreves a ver más?” decía el afiche de la nueva película de Mariano Peralta, director argentino conocido por generar reacciones extremas en lo espectadores, como en la ultrapolémica cinta Supermondo Trasho que participó en el Buenos Aires Rojo Sangre del 2005.
Ahora Peralta decidió meterse de lleno en el más fuerte de todos los subgéneros del terror: snuff. Yo no tenía ni idea del significado del término, solo leí la sinopsis y me pareció interesante: 3 mujeres son terriblemente torturadas en una habitación, mientras que en otro espacio y tiempo una periodista y un crítico hablan sobre el real significado de la violencia científica en el cine.
Al entrar a la sala, no me sorprendí por la freaky apariencia de los espectadores, típico de cualquier función del BARS, pero sí me causó mucha gracia la placa proyectada sobre la pantalla:
ADVERTENCIA
Todas las escenas de tortura documentadas en la siguiente película son reales.
Se recomienda precaución a espectadores susceptibles.
¡Vamos! Pensé que era el viejo truco de Blair Witch Project. ¿Qué hombre le haría caso a ese aviso? Bueno, dentro de toda mi ingenuidad o ignorancia, me puse cómodo para ver de que trataba este subgénero extremista del cine de terror. En ese momento me enteré de la definición oficial del snuff:
Las películas snuff son grabaciones de asesinatos y torturas reales (sin la ayuda de efectos especiales o cualquier otro truco) de procedencia ilegal que luego son distribuídas comercialmente para entretenimiento.
El tema ha sido referenciado en populares películas como Tesis de Amenábar o 8mm con Nicolas Cage, sin embargo, estas no son consideradas snuff films por obvias razones. Aún se sigue considerando un mito moderno la existencia de alguna película que haya cometido un homicidio real por el principal propósito de una distribución comercial, pero la presencia de videos snuffs alrededor del internet es bastante real y de este tipo son los extractos que se ven en Snuff 102. Me quedé dudando entre ser profesional y soportar toda la película para luego juzgarla, o largarme tan pronto pueda a vomitar y llorar en mis sueños. Me di cuenta que debía tomar la segunda alternativa cuando empezaron los videos de tortura a órganos femeninos y el único de la sala que hacía el mínimo gesto de asco, dolor, pena y/o miedo era yo, todos los demás espectadores estaban besando a sus novias o sentados solos disfrutando del snuff, supongo que ya conocían lo que les esperaba al comprar su entrada. Así que me fui a los treinta minutos, pero admito que lo que me hizo soportar tanto tiempo fue el interesante diálogo entre el periodista y el crítico acerca del real significado de la violencia científica.
Bueno, ahora sabiendo esto, ¿aún te atreverías a ver más?
[Nota del editor distraído (o sea Laslo): Sebastián me hace notar lo que tenía aquí en mis narices. El afiche que acompaña esta nota, que es la portada de la edición DVD para EE.UU. de Snuff 102, muestra una cita de un artículo que Sebas escribió en marzo pasado. «Absolutely disturbing and cruel», dice la traducción. Pues ya la hicimos, ya estamos al nivel de frases como «A Triumph!» y «Superb!»]
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