Regresando a Lima luego de estar presente en Fenaco 2007, veo que quedan muchas cosas por contar. Hemos comprobado de primera mano que Fenaco es un excelente espacio para conversar y compartir experiencias, es decir, no se trata solo de concursar y sacar premios, quizás lo más rico de la experiencia sea conocerse y tender puentes de colaboración.
Este intento se cristalizó cuando una tarde se dieron cita una buena cantidad de realizadores en el hotel El Arqueólogo, de hecho, llegar hasta el hotel ubicado en el centro de San Blas era ya una bonita experiencia, hay que conocer las estrechas callejuelas cusqueñas y las paredes y techos que parecen combarse hacia adelante para entender la particular magia que exhalan las construcciones cusqueñas a medio camino entre lo inca y lo colonial. Pero volviendo al tema central decíamos que confluyeron realizadores de distintas latitudes y rápidamente saltó a la palestra el complicado tema de la subsistencia de Fenaco. Aquí hay que contar un poco que el festival basa su existencia en un delicado entramado de relaciones que su directora Inés Agressot ha tendido a lo largo de los años, pero sus gestiones no levantan mayor entusiasmo entre las autoridades e instituciones culturales del Cusco.
Parecería extraño decir esto, pues para quienes vemos de lejos el festival, luce falto de lógica que estas autoridades no vean lo positivo de un evento que a todas luces prestigia la ciudad y la coloca como un foco cultural. Pero no es así.
Ante esto, el pequeño cónclave de El Arquéologo, decidió tomar cartas en el asunto y escribir una carta de apoyo y compromiso que alcanzarían luego a los organizadores, al mismo tiempo se propusieron otras acciones, de tal modo que cada realizador desde su esquina proporcione soporte y apoyo a las siguientes ediciones del festival. Es decir, hay que reclamar más atención de las autoridades pero también ir a lo concreto y poner el hombro.
Y mirando hacia adentro del festival, hay que pedir también que Fenaco establezca un espacio de conversación entre los invitados a la cita de cine, un encuentro de realizadores donde se debata el estado de nuestras cinematografías. Es cuestión de aprovechar la ocasión y hacer más productiva la cita de cine.
Para terminar esta reflexión, hay que decir que la salud de los festivales no es un problema exclusivo de nuestro país, en todos lados se cuecen habas, tal como nos contó de primera mano Alejandro Fuentes, director del Fenavid boliviano, sobre los difícil que es llevar adelante el festival que conduce, o lo que está aconteciendo en Buenos Aires sobre el futuro incierto del Bafici. Es que la cultura no rinde réditos políticos inmediatos y es vista como un gasto inútil, e incluso representa un peligro para la clase gobernante.
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