Continuando con la Retrospectiva de Aki Kaurismäki que organiza la Filmoteca PUCP, hoy a las 8:00 p.m. se presenta Nubes pasajeras (Kauas pilvet karkaavat, 1996). Aquí el gran director finlandés, nos presenta otra vez la historia de individuos de la clase trabajadora del país nórdico, puestos en situaciones límites.
La protagonista, Ilona (Kati Outinen), cree tener una vida estable. Ella es jefa de camareras en un restaurante venido a menos en el centro de la ciudad y cuyo personal es de lo más variado. Su marido, Lauri (Kari Väänänen), trabaja como chofer en el tranvía. Ambos viven en un pequeño departamento, y al parecer no pasan muchos apuros. Pero esta situación es engañosa, ya que el dinero es demasiado justo (nótese la conversación acerca del televisor nuevo comprado a crédito), y más aún siendo una pareja que no tiene hijos.
Lo que Ilona había ganado hasta entonces tras varios años de esfuerzo, lo ve perderse por una sucesión de hechos que el director nos presentará de una manera sarcástica. Las desgracias empiezan a sucederse una tras otra, y cuando uno piensa que ya no se soportará más la situación, surgen señales de esperanza que son nuevamente desechas por el infortunio. Pero por más adversas que se presenten las cosas, ellos se rehusaran a pedir ayuda del gobierno.
Pero no sólo ellos al parecer sufrirán, y es que, en otro de los grandes aciertos del director, podemos ver a diversos personajes de la ciudad que pasan las mismas carencias. Es entonces, que la película se vuelve un filme coral, en que se puede observar la resistencia de un grupo de personas que se niegan a darse por vencidos. Puede ser que algunos de sus métodos para salir adelante, rocen lo risible, pero no por ello dejan de generarnos cierta incomodidad, porque al fin y al cabo, es su necesidad lo que los lleva a veces a tomar esas decisiones.
La habilidad de Kaurismäki radica principalmente en presentarnos la historia sin los excesos en los que podría caer cualquier melodrama. Él no necesita del uso de música instrumental para manifestarnos una emoción que sólo en los ojos de los protagonistas se puede deducir.
Hay una economía de palabras y gestos increible, pero no por ello se dejan de trasmitir las emociones más intensas. Hay que destacar también el papel que juega el paisaje frío y distante de la ciudad, en escenas como aquella en la cual Lauri recoje a un compañero que está en la calle con los pordioseros.
¿Mejorará la situación de Ilona y Lauri?, eso lo sabremos al final, pero que nunca pararan de luchar, denlo por seguro.
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