La verdad es que yo no soy de esos que disfruta de los estrenos, y no porque no me guste ir al cine, sino porque la mayoría de las veces prefiero ver películas en mi casa, bien cómodo y con la grata compañía de mi novia o de algún buen amigo. Por lo mismo, casi siempre reviso títulos de tiempos remotos o más bien cercanos (pero nunca exactos) al nuestro.
No obstante, he tenido la oportunidad de ver algunas cintas de este año -o que han estado a nuestro alcance este año-, y creo que ya sé cuáles son mis favoritas:
Zodiac, de David Fincher: A pesar de que han sido bastante dispares las críticas, yo soy de los que opinan que -actualmente- a Fincher nadie le puede ganar en el género y estilo que lo caracterizado siempre. Zodiac es una película que ambienta perfectamente la tensión personal y general existente en los setenta por culpa de este asesino zodiacal. La mezcla de rock clásico y jazz en el soundtrack, interpretaciones bastante acertadas y el juego de investigación/persecución con en el trasfondo verídico de fondo son los principales elementos que hacen de Zodiac una gran película.
The Prestige, de Christopher Nolan: Simplemente asombrosa. Desde las tremendas actuaciones de los protagonistas hasta el desarrollo circunstancial de los hechos. Sorprenden los giros que Christopher y su hermano, Jonathan Nolan, otorgan al increíble guión. Este film es mi favorito indiscutible de 2007, y que además supera con creces a su otrora rival, El ilusionista, que no es ni la sombra de este gran producto.
The Fountain, de Darren Aronofsky: Una película que ha sido del gusto de pocos, pero en lo personal, una obra cinematográfica para guardar en la mente por mucho tiempo. El poder visual que desprende es tan enérgico, que me atrevería a decir que -en gran medida- sólo gracias a esto la película resalta por sobre los demás títulos que han llegado este año a Latinoamérica.
Death Proof, de Quentin Tarantino: Tarantino es un genio, y lo demuestra una vez más en esta genial película con aroma añejo, una oda a la cultura chatarra y a los autos chocadores de los años 70s. La banda sonora no sólo es la mejor de este año, sino que además es la mejor de la discografía de los soundtracks de las películas de Tarantino. Excelente la estructuración de la película además, donde Kurt Russell nos muestra lo tremendo que es a la hora de construir personajes realmente despreciables.
La vida de los otros, de Florian Henckel von Donnersmarck: Objetivamente hablando, probablemente la mejor cinta de los últimos tiempos, perfectamente calibrada en cuanto a su elegancia y su magnífico y perfecto temple, sin considerar que se trata de la ópera prima de su realizador […]. Esta es la película en que todos recordaremos con inmensa gratitud la calidad interpretativa del tremendo actor que fue Ulrich Mühe, fallecido en julio de este año. Por cierto, La vida de los otros posee uno de los finales más geniales que he visto en toda mi vida, altamente recomendable.
Letters from Iwo Jima, de Clint Eastwood: Un triste pero realista retrato de la funesta guerra de Iwo Jima. Existe toda una tensión psicológica y claustrofóbica dentro de las cuevas, que se complementa con las historias de los personajes entrelazando sentimientos semejantes de una forma que sólo el maestro sabe lograr. Tanto por su contenido histórico como por su excelsitud visual, Letters from Iwo Jima es una de las mejores de este año.
El perfume, de Tom Tykwer: Elegante y magistral como el libro mismo de Patrick Süskind, El Perfume es un gran film que deja contentos –o por lo menos satisfechos- a todos los amantes de esta gran obra literaria. Y es que la propuesta visual, la inclusión del color rojo, pasional, refinado, y el contraste entre lo más desagradable y lo más delicado de Europa en aquellos tiempos, están retratados minuciosamente a la perfección. Gran logro de Tom Tykwer, más conocido por haber dirigido la gran cinta que fue Corre Lola corre (1998), o el corto Faubourg Saint-Denis, donde aparece Natalie Portman en Paris Je T’aime.
Apocalypto, de Mel Gibson: Salvaje. Sorprendente. Con esta cinta, Mel Gibson se posiciona como un director arriesgado y expedicionario, realizando una excelente película tanto en su narrativa como en su filmación, e integrando momentos realmente violentos nada ajenos a la realidad acaecida en nuestras tierras algunos siglos atrás.
La ciencia del sueño, de Michel Gondry: Tampoco es de las más gloriosas, y lo que más se lamenta es que sea inferior a la obra maestra que fue Eternal Sunshine of The Spotless Mind, pero es imposible no degustar del viaje ínter espacial que provocan los efectos visuales y la astronómica historia del maestro Gondry en esta gran película. Acá la música y algunas escenas son sencillamente de antología, pero les recomiendo verla más de una vez para apreciarla completamente.
Paris, je t’aime, varios directores: Si bien, no es una obra maestra, y se podría haber esperado aún más teniendo en cuenta la idea del proyecto y quienes lo conformaban, Paris Je T’aime no deja de ser una excelente alternativa para endulzar el corazón, y revisar los diferentes pasajes románticos que ofrecen sus realizadores acerca del amor y la hermosa París, resulta un verdadero placer.
Deja una respuesta