Lust, Caution / Se, jie
Dir. Ang Lee | 157 min. | China – EE.UU. – Taiwán
Intérpretes:
Tony Leung Chui Wai (Sr. Yee), Wei Tang (Wong Chia Chi), Joan Chen (Sra. Yee), Lee-Hom Wang (Kuang Yu Min), Chung Hua Tou (Old Wu), Chih-ying Chu (Lai Shu Jin Scarborough)
¡Qué grande es Ang Lee! Qué afortunados somos los amantes del cine con estos artesanos que lanzan su genialidad con pausada elegancia, y precisamente porque son sabedores de su calidad, arriesgan ser atravesados por las flechas hipócritas de los mojigatos. La temática y argumento que envuelve cualquier grupúsculo de la Resistencia de un país invadido da, como el espionaje y los thrillers, muy buen resultado en taquilla. Y es que el sexo es el tema clave de esta cinta, o la utilización del mismo para conseguir que alguien que es muy astuto y extremadamente precavido sea cazado.
Estreno en España: 14 de diciembre de 2007
Cuando el frío sexo arde
¡Qué grande es Ang Lee! Qué afortunados somos los amantes del cine con estos artesanos que lanzan su genialidad con pausada elegancia, y precisamente porque son sabedores de su calidad, arriesgan ser atravesados por las flechas hipócritas de los mojigatos. No les importa un colín, los premios les llueven porque es inevitable rendirse a su versátil genialidad.
El taiwanés Ang Lee hizo levantar la ceja a más de uno con su primera incursión en el riesgo, con aquella delicia llamada El banquete de bodas (1993). Nos dejó helados con La tormenta de hielo (1997), y no dábamos crédito a lo que veíamos en 2005: ganador en los Oscar de la recatada Hollywood con una de homosexuales.
Está de vuelta en los cines solo para nuestros ojos, oídos, y sensibilidad con un preciosismo de alma y esencia asiática, Deseo, peligro (Lust, Caution; Se, jie).
La temática y argumento que envuelve cualquier grupúsculo de la Resistencia de un país invadido da, como el espionaje y los thrillers, muy buen resultado en taquilla. Y si además se le añade la mujer Matahari, cuya arma (el sexo) no se encasquilla nunca, el lleno es completo. Todo esto conforma un guión, primorosamente adaptado, del relato de la prestigiosa escritora china Eileen Chang, sobre los tiempos de guerra entre China y Japón en la década de 1940.
Exóticos y distantes enclaves para nosotros, recios europeos. Interiores de caoba estilo post-colonial enmarcan el último voluptuoso trabajo de este cineasta chino, al que su país, tan dado a la censura, le ha ofrecido vía libre, (y siete Caballos Dorados, los Oscar chinos), eso sí, cortando las escenas más “frescas” de sexo. Y es que el sexo es el tema clave de esta cinta, o la utilización del mismo para conseguir que alguien que es muy astuto y extremadamente precavido sea cazado.
“Es una historia sobre la búsqueda del amor, pero también es una historia bélica. La guerra distorsiona todos los sentimientos, y no tienen otra medio para ser expresados más que de forma distorsionada, sensual y violentamente”, explica Ang Lee sobre su cinta que ha pasado un tanto tibiamente por las carteleras norteamericanas, pero no así en Europa, donde somos buenos consumidores de estas delicatessen. De hecho se llevó el León de Oro del Festival de Venecia 2007 (galardón del que Lee hace colección), y ha conseguido recientemente la nominación al Globo de Oro como película extranjera.
Habiéndole robado el director de fotografía a Alejandro González Iñárritu, este cineasta chino ha reunido la mejor banda para redondear su historia de pasiones peligrosas. Rodrigo Prieto consigue una fotografía que nos traspasa haciendo vida común con una banda sonora chapeau (de Alexandre Desplat).
Wong Chia Chi es una muchacha que se hace pasar, desde hace cuatro años, por una señora pudiente, con el fin de estar cerca del señor Yee, un colaborador con el invasor japonés y posteriormente jefe del servicio secreto y torturador. Todo forma parte de un plan de la resistencia para acabar con el esquivo Yee. La joven se adentrará tanto en su cometido que engañará completamente a este especialista en sacar información, utilizando el sexo con tintes sadomaso como base principal de tal dependencia, de tal forma que ambos se rinden, inconscientemente, al embrujo del otro. Es el sexo, precisamente tan bien administrado, lo que pone el sello particular a esta perita en agridulce, lo que le da la frialdad necesaria para que el director no la convirtiera en una historia de pasiones rosa rosae.
Reconozco que los nombres chinos de los personajes me han parecido, por momentos, una noria borracha donde me veía incapaz de distinguir quién era quién. Y que las acciones y cometidos del grupo de resistencia están desdibujados y confusos, pero esta no es más que una excusa, un telón de fondo, para que un actor de bouquet (Tony Leung, encantador de serpientes en Deseando amar – In the Mood for Love) saque una excelsa actuación de una criatura novata, (Wei Tang).
A un ritmo pausado, (que hace aspirar cada uno de sus detalles) transcurre este teatro de miradas, secretos entre juegos femeninos de dominó chino, deseos no confesados, y nostalgias amorosas muy herméticas. Lujurias, y peligros que viajan entre Shanghai y Hong Kong.
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