La maman et la putain (La mamá y la puta) es una de las películas más significativas del cine francés de los años 70. Una visión desgarrada sobre el fin de las utopías de una época, el peso de la inmediata edad de la madurez contraviniendo o transformando silenciosamente a los autoproclamados rebeldes, bohemios, arties o como quieran llamarse. Su director Jean Eustache tuvo su breve momento de gloria dentro de una carrera llena de accidentes, el último de ellos fatal. Así como Alexandre, Veronika y Marie (los protagonistas), a Eustache lo tocó ser un soñador a destiempo a la vista de muchos (hasta la película es vista como un epílogo de la nouvelle vague muy alejado en el tiempo). Los años lo ha convertido en un filme maldito, provocador, brillante.
A mediados de los años 90 la banda de rock Diabologum presentó una composición inspirada en el adolorido y memorable monólogo en el que Veronika (Françoise Lebrun) arroja toda esa deseperación, ese malestar disfrazado por su compañeros. Aquí los dejamos con esa voz y esa música que encuentran singular alquimia:
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