En Diciembre de 2007, se realizó el 4º Pantalla Pinamar, un refrescante festival en las costas argentinas, del cual no pudimos entregarles información alguna al respecto. Providencialmente, Lorena Cancela, amiga y crítica de cine, nos hace llegar una crónica al respecto para llenar ese vacío. Gracias.
Pantalla Pinamar 4° Encuentro Cinematográfico Argentino Europeo
Por Lorena Cancela
Del 8 al 15 de diciembre se desarrolló el 4° Encuentro Cinematográfico Argentino Europeo en la ciudad de Pinamar. En la Ceremonia de Clausura se entregaron distintos reconocimientos y premios a invitados especiales como la señora Amelia Bence que se llevó el «Balance Especial». A continuación, Jorge Álvarez y María Lenz, presidente y vicepresidenta del INCAA, brindaron un fuerte reconocimiento al actor y director irlandés Kenneth Branagh. Después de presentar la película de cierre —Juego Macabro, dirigida por el propio Branagh— Carlos Morelli, director del evento, anunció que la próxima cita sería en marzo del 2009.
Pinamar es una ciudad balnearia en las costas del Atlántico de la Provincia de Buenos Aires. Catalogada como menos intelectual que su vecina Villa Gesell —apreciada por sus aires bohemios, fogones en la playa, guitarreadas, recitales de rock y veladas hasta altas horas de la madrugada— con el correr de los años la ciudad de los pinos y el mar, este festival mediante, va construyendo un perfil cultural que la aleja de la vidriera de las frivolidades. Así debería comprenderse el silencio y la atención que reinaban en cada una de las presentaciones previas a las proyecciones (a cargo de Pablo De Vita, Rómulo Berruti, Alicia Petti, Claudio Minghetti, Paraná Sendrós y Adolfo C. Martínez); atmósfera semejante, como bien se escuchó por ahí, a la época más esplendorosa de los Cine Club.
Pantalla Pinamar reúne películas argentinas que participaron en distintos festivales catalogados como Clase A desde el 1 de noviembre del 2006 al 31 de octubre del 2007 tal XXY, Una novia errante, Las vidas posibles, El otro, una selección del Festival de Málaga, y producciones de Suiza, Italia, Alemania u Holanda que este año, de la mano de su realizador Mischa Alexander, presentó El deportista del siglo: una fábula cercana en su hechura a los cánones compositivos de Hollywood. Pero la muestra incluye también la revisión. Por ejemplo, en esta edición se proyectó Los paraguas de Cherburgo de Jacques Demy, quien también fuera compañero de Agnès Varda, cuya copia será parte de un Reencuentro en su honor en la Sala Leopoldo Lugones, y una versión de Tute Cabrero (1968, Juan José Jusid) que siempre es atractivo re ver para comprender como el cine de la década del ’60 en la Argentina tenía una forma de hacer y relatar a tono con la contemporaneidad.
Kenneth Branagh
Kenneth Branagh, otrora esposo de Emma Thompson, el realizador que volvió a darle vida a Frankenstein en el ’94 con la piel de Robert De Niro, aunque no del todo conocido por estas tierras sudamericanas, cuenta sin embargo con una carrera prolífica: es actor, director de cine y teatro, productor y, por último, pero no menos importante, amable. Preocupadísimo por el tema del público —la maquinaria californiana inquieta también a aquellos que eventualmente trabajan allí— presentó en la Sala Bahía La Flauta Mágica (2006) y Sleuth/Juego Macabro (2007), ambas confirmadas para ser estrenadas a lo largo del año en la Argentina.
En una intensa conversación con periodistas, actores y directores de cine Kenneth se explayó sobre el amor, el casamiento, Shakespeare, Mozart e, incluso afirmó- a propósito de un comentario que sugería que la belleza de Jude Law, uno de los actores de Juego Macabro, es proporcional a la falta de destreza para la actuación – que su compatriota era muy buen comediante y no dudó en hacerse cargo del proyecto cuando por éste fue convocado.
Estéticamente disímiles, igual de alejadas de los parámetros convencionales, los dos films son re lecturas. La primera de la obra de Mozart (La Flauta Mágica) que Kenneth Branagh sitúa en un campo de batalla como para dejar sentado su posición frente a la guerra. Al menos así se refirió en la conferencia de prensa cuando fue preguntado a propósito de la Guerra de Malvinas. La segunda es una remake del año ’72 dirigida por Joseph L. Mankiewicz donde Michael Caine interpretaba el personaje que hoy lleva adelante Jude Law y Laurence Olivier el que compone Caine. Con ecos que recuerdan a la obra de Atom Egoyan, por el uso de las cámaras de vigilancia o el acompañamiento musical, la película enfrenta a los dos protagonistas en un juego de espejos y caracterizaciones, para concluir, entre otras cosas, que la civilización no se mide por la cantidad de tecnología alcanzada.
Fotos: Lorena Cancela
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