Dir. Jason Reitman | 96 min. | EE.UU. – Canadá – Hungría
Intérpretes: Ellen Page (Juno MacGuff), Michael Cera (Paulie Bleeker), Jennifer Garner (Vanessa Loring), Jason Bateman (Mark Loring), Allison Janney (Bren MacGuff), J.K. Simmons (Mac MacGuff), Olivia Thirlby (Leah), Eileen Pedde (Gerta Rauss), Rainn Wilson (Rollo), Daniel Clark (Steve Rendazo), Darla Vandenbossche (Mamá de Bleeker)
Estreno en España: 1 de febrero de 2008
Juno no puede ser una propaganda antiabortista. ¿O sí? No pretendo hacer una crítica negativa de una cinta que me ha gustado en cuanto a su tratamiento “cool” narrativo y sus diálogos, más que ingeniosos, yo diría bastante políticamente incorrectos para la tónica general de las cintas de ambiente estudiantil. Y el caso es que hay algo que no me encaja en tan talentosa historia, y es cómo una chica tan inteligente osa obviar algo tan esencial como es un método anticonceptivo cuando decide ser “sexualmente activa”. No sé si me explico, pero tengo una extraña sensación con este filme. Hay gato encerrado, y mientras aún estoy buscando el gato. En todo caso, Juno no deja de ser una cinta curiosa.
Échale la culpa al sillón
¿Quién diablos es Diablo Cody?
Una mujer lista, vividora, independiente e ingeniosa guionista y escritora que no sólo ha acaparado múltiples premios de asociaciones de críticos cinematográficos, también una nominación a los Globo de Oro, una a los Bafta, y otra más a los Oscar, que se suman a la nominación a Mejor película para Juno (escenificación del guión de Cody), Mejor director para su realizador Jason Reitman, y Mejor actriz principal para una sorprendente Ellen Page. Bien. Hay que reconocerle a la ex stripper y publicista Diablo la frescura con la que ha resuelto esta original y desenfadada historia, consiguiendo un tándem perfecto con Reitman, trabajo en el que es inevitable ver esas influencias publicitarias y coloristas de un mundo, quizá, demasiado informal.
Es de obligado comparar el estreno de Juno, y su deslizamiento en el limbo de los nominados con la también recién estrenada 4 meses, 3 semanas, 2 días, y no menos premiada, con la salvedad del territorio, el europeo en ésta última. Lo que tiene de áspera verdad, drama, y complejidad la rumana, lo tiene en desenfado y liviandad la yanqui. Mientras una se relame en la oscuridad de su estética, la otra es una explosión de color, destellos, de publimarcas y fulgores, incluido en el paquete las enormes diferencias de colleges o institutos. Mientras la una muestra la austeridad de sus inteligentes protagonistas, la otra muestra la verbena adolescente de sus, también, sagaces protagonistas. Ambas coinciden en su tema principal, el embarazo no deseado de una joven estudiante. Pero en la europea el aborto es una aliviadora solución, en la yanqui esta opción se caricaturiza (de manera un tanto exagerada, las mujeres que abortan son muy normales, y no frikies de sala de espera), y se toma muy a la ligera la alternativa, el ofrecimiento en adopción. Pero Dios me libre de pensar que Juno sea un alegato antiabortista propio de un mundo capitalista perfecto, colorido, de casitas con jardín e inquilinos pacíficos y respetuosos (frente a ese otro mundo comunista, oscuro, pobre, de gentes sin civilizar que lanzan al mundo en escopetas de aire su munición de bebés), y donde todos viven con asombrosa tranquilidad cualquier evento desagradable, hasta cuando tu marido te dice que no hay más amor por exprimir en la pareja.
No, definitivamente, Juno no puede ser una propaganda antiabortista. ¿O sí?. Me temo que esta vez no les voy a ayudar en lo más mínimo. Me temo que esta vez van a tener que usar de su libertad de decisión muy “self”, lectores, para traducir esta película, tan sorprendente como ambigua.
De nuevo ante nuestros ojos se nos estiliza ese (supuesto modelo universal) way of life norteamericano, sin mucha opción al multiculturalismo, todo hay que decirlo. Todos blancos y muy guapos, dejando la normalidad en actores secundarios, por cierto habituales para nuestras retinas: Allison Janney o J.K. Simmons, la familia McGuff. No pretendo hacer una crítica negativa de una cinta que me ha gustado en cuanto a su tratamiento “cool” narrativo y sus diálogos, más que ingeniosos, yo diría bastante políticamente incorrectos para la tónica general de las cintas de ambiente estudiantil. Cabe preguntarse si no serán demasiado ingeniosos para unos adolescentes, pero ¿por qué pensamos que no ha lugar a que un púber sea así de listo, ya que al fin y al cabo riega su agudo lenguaje con tonadillas tales como “es brutal”, “mola que te cagas”, y demás sinónimos juveniles, como así hace la carismática protagonista, Juno McGuff, (Ellen Page).
Y el caso es que hay algo que no me encaja en tan talentosa historia, y es cómo una chica tan inteligente osa obviar algo tan esencial como es un método anticonceptivo cuando decide ser “sexualmente activa”, a no ser que pensara que un sillón es el método de los métodos.
Repito, no les puedo ayudar a decidir, puesto que yo misma estoy un tanto desorientada. No sé si me explico, pero tengo una extraña sensación con este filme. Hay gato encerrado, y mientras aún estoy buscando el gato, deseo que ahora no les dé a las chicas de dieciséis años por llevar bombo a clase, por aquello de que siempre encontrarán mamás globales ricas y chachigüais para su bebé.
En todo caso no deja de ser una cinta curiosa. Pero ese gato… ¿no tendrá algo que ver con que la pasta viene de la Fox de Murdoch?, no, seguro que no, ¿cómo se me ocurre pensar algo así?.
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