La cartelera va estrenando cintas más interesantes a medida que se va acercando la fecha del Oscar, y las publicaciones nacionales en sus columnas de cine dan cuenta de ello, pero sin olvidar tampoco los blockbusters. Comenzamos el recorrido por los textos de los críticos locales viendo lo que se escribió sobre una nominada al Oscar, Michael Clayton:
Enrique Silva de Correo cree que es una película con un muy buen guión:
En Michael Clayton, drama que marca el debut en la realización del hábil guionista neoyorquino Tony Gilroy (autor de los libretos de las tres cintas de la saga Bourne), el contexto es similar [al de otras películas de litigios], pero el director se da maña para acomodarlo de manera distinta y contar la historia desde la perspectiva de quienes tienen, aparentemente, el control de la situación. (…) Significativamente, Gilroy no sólo nos sumerge en una balanceada intriga con calculadas dosis de suspenso. Sabe darle un respiro al thriller y mostrar la otra cara de Clayton, su lado más personal e íntimo.
Y Raúl Cachay de El Comercio lanza una advertencia para quienes quieran ver la cinta:
«Michael Clayton» puede hacerse pesada o francamente soporífera para los espectadores que sólo suelen buscar acción y frenesí en sus visitas al cine. Pero los demás, los que compran una entrada para encontrar algo más que mero esparcimiento, descubrirán en esta película un filón dialéctico que probablemente hasta ahora no habían tomado en cuenta. Y eso la hace valiosa.
Pasando a los blockbusters, Alonso Izaguirre de Perú 21 se decepciona de Cloverfield:
El amateurismo del registro audiovisual acentúa el carácter efectista de la película, pues resulta excesiva -y, por momentos, hasta ridícula- la forma en que se fuerza al personaje llamado Hud a grabarlo todo: el tipo no apaga la cámara ni cuando debe usar sus dos brazos para ayudar a uno de sus compañeros a salvar la vida. (…) Estamos ante una película-hamburguesa (para digerir y punto), con la que se pasa un buen rato en la butaca gracias a que posee el encanto de la distracción.
En el lado opuesto, tenemos la opinión de Luis Aguirre desde su blog Bloodyhell:
Me sorprende la capacidad que tiene Hollywood de hacer de sus desgracias nacionales un festín a ser celebrado con canchita y coca-cola, un festín que tiene algo de morbo, algo de homenaje y mucho de conjuro de los imaginarios males por venirse. Quizás por eso Cloverfield no sea de mal gusto -personalmente, United 93 sí me pareció obscena-: siete años fueron suficientes para que la vida, al menos en las películas, vuelva a ser como antes.
Revisando Gángster Americano, un estreno de hace dos semanas, en La República, Federico de Cárdenas escribe:
No estamos ante una gran película, pero sí –como a menudo ocurre con el último [Ridley] Scott– ante un producto sólido y bien llevado, con magnífica foto de Harry Davides y una banda sonora (soul, funk) de primera. Podríamos hablar también del retrato sesgado de los EEUU en un momento de crisis (ghettos, Vietnam), pero cortamos aquí.
También escribe de ella, Sebastian Pimentel en Somos, pero con optimismo:
Gángster americano recoge así el legado de modernos clásicos del género: el tratamiento naturalista de los códigos del hampa; un aire operático con reminiscencias de Coppola; un montaje acelerado que viene de Scorsese. Sin embargo, lo esencial del filme es casi invisible, y está presente de principio a fin a través de dos interpretaciones tan diferentes como magistrales, dos caminos opuestos que están destinados a encontrarse frente a frente.
Por último, Ricardo Bedoya en El Dominical le echa una segunda mirada a Una Novia Errante:
La directora se resiste a jugar las cartas de la gravedad, el patetismo, la crispación y el estallido. La actriz Ana Katz desconoce la explosión histriónica y las reglas del psicodrama. Representa la neurosis con las técnicas del relajamiento, el vagabundeo, el gesto de desconcierto o el desmayo inesperado por lipotimia. También con un toque de humor impávido, de comedia que aparece allí donde nadie la espera. El cine de Katz es una observación paciente de contrastes; encuentra el lado divertido de una situación desesperada y el gusto agridulce del paso continuo entre lo patético y lo ridículo. El exceso de dolor la convierte en víctima pero también en entrañable clown.
Deja una respuesta