Filmatrón
Dir. Pablo Parés | 92 min. | Argentina
Intérpretes: Walter Cornás (Lucas), Laura Azcurra (Julieta), Paulo Soria (Daniel), Ricardo Chiesa (Osvaldo), Berta Muñiz (El Gordo Héctor), Ignacio Huang (Yama), Alejandro Parrilla (Esteban Galindez), Sebastián Tabany (guardaespaldas del Gordo Héctor), Luis Mango (Esteban Prol), Carolina Setton (secuaz de Galíndez), Luciano Gonçalvez (Juani Conserva)
Premio del público en el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires – BAFICI 2007.
Estreno en Perú: 1 de marzo de 2008
Pese al empleo de arquetipos muy definidos, Filmatrón es una de las películas más frescas que he visto en el cine latinoamericano. A partir de un tratamiento libre de la clásica novela 1984 de George Orwell –también adaptada por el británico Michael Radford precisamente en el año del título–, recrea un Estado totalitario que controla y persigue a sangre y fuego a las personas que intentan escapar de la opresión. En ese marco, una célula de desenfadados y jóvenes cineastas se atreven a hacer, furtivamente, filmes de ciencia ficción, que les echa encima las fuerzas represivas y literalmente tienen que pelear cuerpo a cuerpo por el material grabado.
La película habita en la fantasía futurista (aunque en América Latina un Estado totalitario no es futurista ni fantasía, sino una realidad pasadista y vigente). La producción de Farsa Producciones, desde su atrincherada posición, no posee grandes medios para plasmarla, pero con unos elementos puntuales del aspecto de sus personajes, el maquillaje, el vestuario y las locaciones interiores y exteriores de una ciudad venida a menos, consigue un look creativo, una puesta en escena atractiva, que se sostiene y aporta bastante credibilidad al relato. En ese marco, Pablo Parés enfoca una Argentina de suburbio, marginal y desclasada, que se divide entre los sometidos al control del régimen y quienes lo enfrentan con opciones radicales.
La primera secuencia plantea muy bien las claves de la historia. Ahí ya está expuesto, en unos cuantos minutos, el enfrentamiento entre los cineastas y el aparato represor, que introduce además las líneas anexas, que luego serán centrales, de la agente Julieta y el azaroso encuentro con Lucas. Todo con un ritmo trepidante que empieza en una ficción de cuatro paredes y salta a la auténtica calle, lo que se extiende al metraje entero. El crecimiento de los personajes secundarios, el desplazamiento del protagonismo y los giros de tuerca están bien llevados, progresivos y seguros, sin apuro ni improvisación. Además, el ingreso de Lucas al grupo de cineastas militantes le faculta a Parés solazarse con los códigos del comic y enriquecer el registro del filme.
En cierto modo, Filmatrón narra la historia de Farsa, la productora creada por púberes a principios de los 90 que ha ido madurando su posición a contracorriente. La dirección de cine está concebida como acto de disidencia y rebeldía, que requiere de una autorización específica para ejercerse, pero se subleva ante lo establecido con una propuesta radical y alcanza una dimensión de guerrilla. Ese detalle recuerda también Fahrenheit 451, la novela de Ray Bradbury que filmó François Truffaut, donde los amantes de la lectura buscaban preservarla de la tiranía.
La lista de agradecimientos con la que finaliza Filmatrón incluye a Bradbury y Orwell, pero también a Spielberg, Zemeckis y Michael J. Fox, obviamente por la trilogía Volver al futuro. Y es que Parés demuestra ser un admirador y conocedor de la temática fantástica y otros géneros, que sabe asimilar las diversas influencias, combinando criaturas monstruosas, sugestivas herramientas de combate, el universo del comic, el empleo de la animación y la violencia expresada en persecuciones o la práctica de artes marciales. Incluso, en medio de esa elasticidad, diría que hay alguna afinidad, más que influencia, con una película hecha más o menos en paralelo, La vida de los otros, a despecho de todas sus diferencias.
Un detalle muy importante en el accionar subversivo de los cineastas es el formato que utilizan, un soporte de video aparentemente obsoleto e inservible, pero con el cual jaquean a la dictadura. Es un instrumento popular accesible, dentro de las adversidades del caso, y es el que permite justamente que la labor del equipo audiovisual pueda ser visto por más personas. Por otro lado, aumentando el juego de correspondencias entre la película y sus autores, Farsa utiliza militantemente el video digital.
En conclusión, Filmatrón es un atrevimiento representativo del sector más independiente del cine argentino, con el que Pablo Parés asienta su filmografía. Se trata de su primera dirección única, sus obras anteriores han tenido dos o más autores, como Plaga zombie: Zona mutante, Nunca asistas a este tipo de fiestas y La ventana de Jennifer, una coproducción con socios norteamericanos que protagonizó Faye Dunaway.
Filmatrón da para hablar más. Aquí hemos tratado de evitar el spoiler. Esperamos que genere sensación y sigamos comentándola.
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