Top Gun fue una película taquillera en su momento en el mercado norteamericano. Como en la mayoría de estos casos la causa del éxito reside más en los resortes ideológicos que en su valor cinematográfico que, sin embargo, no debe menospreciarse ni dejar de medirse. Como veremos, solo un uso correcto de los mecanismos del lenguaje cinematográfico garantiza la plena efectividad del mensaje ideológico (y el acceso a un determinado mercado de consumo).
En este caso dicho mercado está constituido primordialmente por la juventud adolescente, pero también se dirige al público adulto amante de las películas de guerra. Para los primeros el director Tony Scott ofrece personajes con los que puedan identificarse: jóvenes aviadores cuyas personalidades no se distinguen de cualquier rockero convencional (son deportistas, viajan en moto, oyen música rock, sienten pasión por la velocidad ya sea por tierra o aire) para lo cual el director recurre a una buena banda sonora (música y efectos apropiados), iluminación estilizada y algunas convenciones de video clip. Para los segundos hay una historia de romance, amistad y calculado heroísmo; en tal sentido, el guión compensa las secuencias de acción con otras más calmadas, donde la información sobre los personajes se limita a las necesidades del público al cual va dirigida la historia. Esta estructura simple y trillada no logra ocultar el nulo trabajo interpretativo de los jóvenes actores, incluyendo el del por entonces nuevo sex symbol masculino: Tom Cruise.
La diferencia con otros productos ideológicos yanquis (como Rambo, Rocky, etc.) es que se ha eliminado el maniqueísmo extremo, ya sea porque se le presupone en el público o por conveniencia del guion: en este caso los rusos no son ni boxeadores ni karatecas, sino pilotos militares y el enfrentamiento podría tener como consecuencia la destrucción del mundo; desenlace que echaría por tierra los presupuestos ideológicos (y financieros) de los productores. En consecuencia, el contenido ideológico presenta ciertas particularidades.
La primera idea gira en torno a la competencia, el espíritu de lucha y sacrificio (aunque las «durezas» de la vida militar se han omitido); de esta manera la aviación militar (o naval) se presenta casi como un deporte y los jóvenes aeronautas concursan entre ellos. Tanto al principio como al final de la película vemos cómo esta épica de emulación y competencia cuasi-deportiva se traslada al terreno patriótico, obviándose olímpicamente las consecuencias de tales acciones; en el colmo del absurdo dos jefes discuten sobre las virtudes del héroe en «una guerra de verdad», donde, como es lógico, la radioactividad restringiría severamente las posibilidades de pilotear o hacer piruetas con cualquier avión. En segundo término, tenemos a la novia del héroe (Kelly McGillis) tan competitiva como para prostituirse a cambio de ciertos datos del MIG que sólo el héroe posee. Pero como es mujer termina sometida a sus bajas pasiones carnales (de nada le sirve ser experta en «astrofísica»), se encama con el héroe sin obtener la preciada información. En tercer lugar, tenemos la violencia, disfrazada bajo los brillantes fuselajes y las vertiginosas acrobacias aéreas, pero revelada involuntariamente en un partido de vóley donde los jóvenes héroes parecieran disparar bombas más que una pelota.
El único momento en que el héroe se muestra algo humano (su mejor amigo muere en un accidente aéreo y él ya no quiere volver a volar), es cuando es convencido por todos (la viuda, su novia, sus instructores, sus competidores dentro de la academia) para que continúe adelante. La peculiaridad de esta apelación es que se formula «en positivo», en nombre de los «valores» competitivos e individualistas tan caros a los estadounidenses, y no por temor a los rusos o al «terrorismo», aunque las consecuencias nos remitan, por rebote, al enfrentamiento maniqueo y al suicidio termonuclear. Finalmente, Top Gun manipula –distorsionándolas– ciertas conductas y valores de la juventud americana (el rol cuestionador del rock, por ejemplo), en favor de una propaganda belicista y machista. En suma, un filme sin pasión y sin gloria.
Ficha técnica
Dir. Tony Scott | 110 min. | EEUU
Intérpretes: Tom Cruise (Maverick), Kelly McGillis (Charlie), Val Kilmer (Ice), Anthony Edwards (Goose), Tom Skerritt (Viper), Michael Ironside (Jester), John Stockwell (Cougar), Barry Tubb (Wolfman), Rick Rossovich (Slider), Tim Robbins (Merlin), Clarence Gilyard Jr. (Sundown), Whip Hubley (Hollywood), James Tolkan (Stinger), Meg Ryan (Carole)
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