Funcionario manos de tijera: el viejo «Síndrome de una centuria» pasada, que regresa cuando menos se espera
Respecto a la película Syndromes and a Century, del tailandés Apichatpong Weerasethakul, sobran las referencias elogiosas, y también hay de las reacciones menos afirmativas, pero nunca indiferentes. Y por lo que se ve, en su país también han aprendido a prestarle la debida atención, aunque para mal. Este largometraje, que aborda, como es costumbre en su autor, de manera personalísima la relación de sus padres, en un retrato íntimo y que tiene mucho de autobiográfico, ha sido víctima de una grosera censura en su propia patria.
Syndromes and a Century se estrenará en Tailandia de una manera sui generis. Tendrá 17 minutos de menos, pero no a manera de cortes, sino la pantalla, como implacable acusadora, lucirá fundidos en negro y sin sonido en las escenas mutiladas por un comité compuesto, lean bien, por policías, funcionarios de la Organización Tailandesa del Consumidor, la Thai Film Federation, un concejo budista y un «experto en cine», que asumieron que la obra no contaba con méritos artísticos y ofrecía un «enfoque pésimo» de la sociedad tailandesa, por lo que su exhibición al público extranjero era inconveniente. La medida, aparte de indignante, es por demás ridícula, pues Syndromes of a Century se ha mostrado ya en varios reputados festivales y ha recibido varios reconocimientos.
En particular, estos 17 minutos comprenden escenas aparentemente controvertidas para el contexto tailandés: dos monjes jugando al frisbee, otro monje que toca guitarra, un médico que besa a su novia, y dos doctores que comparte una botella de whisky en el sótano del hospital. Es decir, los personajes se divierten, casi jugando a Buñuel. Se toman licencias y se distienden. Pero ¡zás!, eso ya no podrán ver los compatriotas de Apichatpong Weerasethakul. Sin embargo, serán testigos de algo mejor: constatarán de forma explícita cómo se daña una obra cinematográfica desde el parecer unilateral y abusivo de una instancia ajena a los creadores. Los censores tailandeses podrían charlar amenamente con los parchadores de La mujer de mis pesadillas, de los hermanos Farrelly.
La cinta, que llegará a los cines tailandeses más de un año después de su estreno mundial en el Festival de Venecia del 2006, podrá apreciarse, interespaciada y con silencios de hasta siete minutos, en una copia que se exhibirá por una semana en cartelera, para luego ser donada al Archivo Nacional Tailandés. Nosotros, felizmente, la podemos apreciar de manera irrestricta, buscándola en ciertos pasajes de la ciudad.
Extra: Las imágenes que acompañan son del momento exacto de la censura, y tomadas por el propio Weerasethakul con su celular.
(Vía Filmmaker Magazine)
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