Auf der anderen Seite
Dir. Fatih Akin | 122 min. | Alemania / Turquía
Intérpretes: Nurgül Yesilçay (Ayten Öztürk aka Gül), Baki Davrak (Nejat Aksu), Tuncel Kurtiz (Ali Aksu), Hanna Schygulla (Susanne Staub), Patrycia Ziolkowska (Charlotte ‘Lotte’ Staub), Nursel Köse (Yeter ó Jessy), Yelda Reynaud (Emine)
Estreno en España: 14 de marzo de 2008
Premios: Mejor guión en el Festival de Cannes 2007, mejor guionista en el European Film Award 2007.
Esta Babel de Akin es un puente entre dos culturas. En realidad es mucho más, es un puente (de vigas frágiles) entre dos civilizaciones que quieren, desean con esperanzadora fe cruzarlo sin que se resquebrajen las bases constitucionales de una política común contemporánea. Es un espejo donde vemos reflejado el poder, ya sea para bien o para mal, que la familia ejerce en nuestra vida, en nuestras decisiones vitales, aunque creamos que las tomamos desde un prisma totalmente individual. Al otro lado es una película seca que habla de los derechos universales que deben ser inherentes a todas las culturas, sean del credo que sean: el derecho de toda mujer a decidir libremente sobre su vida y su sexualidad, de las distancias y reencuentros entre padres e hijos, de la necesidad y la búsqueda de una madre, de la lucha contra las injusticias y la pobreza.
El desencuentro
Lux es el nuevo premio que concede el Parlamento Europeo a aquel cine que supone un referente actual sobre el mundo intercultural y sus problemáticas identitarias. Un trofeo en forma de rollo de película que se presenta como una suerte de torre de Babel. Y con aquella Babel de Alejandro González Iñárritu tiene bastantes flashes en común la última producción, Al otro lado (Auf der anderen Seite), del cineasta alemán de raíces turcas Fatih Akin, aunque en otro orden estético y artístico, y todo hay que decirlo sin las grandilocuentes ráfagas de prepotencia oscarizada del director mexicano. Al otro lado ha recibido el Lux 2007, junto a Cuatro meses, tres semanas y dos días, otra de las premiadas, con la que también mantiene pistas comunes en el tratamiento expositivo de unos desarraigos sociales y culturales, y una estética desprovista de todo ornamento sensacionalista, cosa de la que no logró desprenderse la Babel de hechuras norteamericanas.
Esta Babel (cosmopolitismo de lenguas que no logran comunicar lo esencial) de Akin es un puente entre dos culturas. En realidad es mucho más, es un puente (de vigas frágiles) entre dos civilizaciones que quieren, desean con esperanzadora fe, cruzarlo sin que se resquebrajen las bases constitucionales de una política común contemporánea. Al otro lado es quizás (o yo quiero verlo así) una llamada a Europa para poner en el centro de la mesa, por fin, la cuestión de la entrada turca a la Unión. Y es una mirada a Turquía con calidad, tratando de profundizar nuestra superflua mirada distante de europeo con demasiados arquetipos prefabricados sobre Oriente.
Con un guión que se ha llevado el premio de Cannes 2007, y el premio de la crítica en el Festival de Cine Europeo de Sevilla 2007, Fatih Akin ha conjurado el miedo que supone crear después de un gran éxito (el conseguido con Contra la pared, Oso de Oro en la Berlinale 2004). «El éxito no me puso las cosas más fáciles. Me bloqueé», admite el cineasta, «pero olvidé la presión artística, lo que ha influido mucho en lo que escribo. También me ha ayudado mucho impartir clases en una Universidad de Hamburgo y compartir lo que sé con los alumnos. Para ello fue un alivio rodar el documental ‘Cruzando el puente: los sonidos de Estambul’. Fue una auténtica terapia ir a Turquía…»
Al otro lado se lee, efectivamente, como una terapia personal de autor, como parte de una trilogía, un punto y seguido después de Contra la pared y Cruzando el puente: los sonidos de Estambul. Es un espejo donde vemos reflejado el poder, ya sea para bien o para mal, que la familia ejerce en nuestra vida, en nuestras decisiones vitales, aunque creamos que las tomamos desde un prisma totalmente individual. Porque si el padre de Nejat, profesor universitario (Baki Davrak, actor procedente del teatro y la televisión) no hubiera matado a una prostituta de origen turco (Nursel Köse), él quizá no habría comprado una librería en Estambul, ni habría vuelto la mirada al país de sus raíces para retornar. Si bien las motivaciones de Nejat se muestran un tanto tibias, neutrales, en realidad este Nejat personaje nos hace de anfitrión comodín, de guía de la historia, como si él mismo se colocara en una posición distante desde el comienzo. No hay una definición muy clara sobre el papel de Nejat dentro de este tablero de locos azares y búsquedas, donde casi se rozan los buscados con los buscadores, condenados al eterno desencuentro entre ellos, aunque abierta la esperanza de poder reconocerse un día, al estar tan cerca.
Al otro lado es una película seca que habla de los derechos universales (al 100%) que deben ser inherentes a todas las culturas, sean del credo que sean: el derecho de toda mujer a decidir libremente sobre su vida y su sexualidad, de las distancias y reencuentros entre padres e hijos, de la necesidad y la búsqueda de una madre, de la lucha contra las injusticias y la pobreza. Akin es severo y draconiano con todos, los alemanes y los turcos. Unos por su paternalismo suficiente, su frialdad administrativa, los otros por su corrupto dogmatismo. Unos y otros quieren respetar, a pesar de prevalecer un pero insufrible en la aceptación del diferente. Y si no, que se lo pregunten a la madre de Lotte (Patrycia Ziolkowska), una Hanna Schygulla acomodada a la prudencia y la desconfianza de la mediana edad europea, que sufrirá una transformación redentora desde hacer tartas de cerezas en su cerrado mundo, a implicarse en las decisiones de su hija desaparecida.
Desarraigo, rabia, curiosidad, perplejidad, activismo político, desencuentros y sobre todo mucha tristeza hay en esta película que no siendo redonda, es, no obstante, una cinta nutritiva, de esas que se instalan en la conciencia del espectador, que desde luego no se va de vacío.
Con una organización y arquitectura de planos muy interesante, Akin ha desplegado demasiadas ideas a un tiempo, algunas de las cuales quedan inacabadas, y ante las cuales el espectador se ve forzado a traducir o inventar lo que se le queda en el aire en este cruce y vagar de almas donde hasta los muertos retornan a su lugar de origen. Son malos tiempos para la lírica, y esta cinta, propuesta por Alemania para el Oscar a mejor película extranjera, contiene mucha.
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