Dir. Tetsuo Lumière | 111 min. | Argentina
Intérpretes: Florencia Smayenka (Lara Peterson), Anna Carina (Karen Rys), Jorgelina Aruzzi (Elena Ríos), Olga Nani (Daniela Zanetti), Natalia Kim (Nadia Schaffer), Ana María Castell (Anahí de Lumière), Martina Perret (Salomé Sarli), Evelyn Bliman (Emma Connor), Leon Dugodny (Benjamín Friedman), Ernesto Suazo (Andrés Salomón), Claudia Schijman (Dra. Viviana Schantal), Verónica Moreno (Analía Lumière), Daniel de la Vega (Shon Conery)
Estreno en Perú: 22 de marzo de 2007
TL-1, Mi reino por un platillo volador es un falso documental sobre la vida y obra de Tetsuo Lumière. Biografía de un director tan empedernidamente «equivocado» en su pasión por el cine, como aquel arquetipo del cineasta mediocre que fue Ed Wood, que termina resultando de lo más entrañable. Cuando abandona su casa, Tetsuo inicia su carrera de director. Realiza sus primeros cortos en las condiciones más precarias imaginables: filma con equipo doméstico, en casas tomadas, con un camarógrafo que reclama no tener tiempo para dormir, y siendo el mismo Tetsuo el protagonista o incluso el único actor.
La fantasía de TL-1, mi reino por un platillo volador
Tetsuo Lumière, futuro director de cine mudo, mostró en la infancia desinterés en hablar. La única palabra que repetía era Bobby, el nombre de su conejo mascota. Tal vez debido a un trauma: el aniquilamiento de Bobby y sus crías, por obra de sus hermanos. El niño Tetsuo prefirió refugiarse en las fantasías sobre extraterrestres y dinosaurios que pasaban por televisión. Un día se muda a su edificio un viejo coleccionista de películas. Tetsuo se vuelve su discípulo, queda deslumbrado con el cine mudo y promete que de grande se dedicará a aquel género del pasado. El coleccionista le regala un afiche de La guerra de los mundos, que después Tetsuo llevará a cuestas en sus tantas mudanzas, como un amuleto de mala suerte.
Cuando abandona su casa, Tetsuo inicia su carrera de director. Realiza sus primeros cortos en las condiciones más precarias imaginables: filma con equipo doméstico, en casas tomadas, con un camarógrafo que reclama no tener tiempo para dormir, y siendo el mismo Tetsuo el protagonista o incluso el único actor. Sus trabajos parecen sólo necesitar una idea de su cabeza para nacer, porque los materiales que usa para construirlos son basura. Experimenta con la comedia, el melodrama, la fantasía, pero su meta máxima es hacer una película sobre ovnis que atacan Buenos Aires. Sin embargo, el tiempo para lograr su sueño se le acorta sorpresivamente cuando le descubren un tumor cerebral. En las pocas semanas de vida que le restan decide realizar su filme de extraterrestres. El estreno resulta un «éxito» de público, simplemente porque se corrió la noticia que era la última película de un director a punto de morirse.
TL-1, Mi reino por un platillo volador es un falso documental sobre la vida y obra de Tetsuo Lumière. Biografía de un director tan empedernidamente «equivocado» en su pasión por el cine, como aquel arquetipo del cineasta mediocre que fue Ed Wood, que termina resultando de lo más entrañable. Como Wood, Tetsuo está ciego a la realidad, lo domina tal apasionamiento que no puede tomarse las cosas con calma, su relación con los demás está supeditada a la utilidad para sus películas y posee un egocentrismo inmune al sentido del ridículo.
El documental se compone, en parte, del relato de la vida de Tetsuo según quienes lo conocieron. Entre otros, sus hermanos, su camarógrafo de siempre, su primera novia sordomuda y quienes casualmente actuaron en sus películas. Pero el tono no tiene nada que ver con la usual solemnidad de la biografía, por el contrario, la vida de Lumière parece estar marcada por infortunios estúpidos. Otro tanto del documental está dedicado a mostrar las obras que Tetsuo dejó a su paso. Desde los cortos de su infancia, hechos con juguetes, pasando por comedias a lo Buster Keaton, una parodia sobre una mujer lobo y su obra «cumbre» final. En sus películas, además de Keaton, se hace efectiva la influencia de Chaplin y Meliès, aunque los cortos de Tetsuo se ven infinitamente más precarios que aquellas entregas primigenias del cine. Incluso el uso de efectos especiales no intenta ser otra cosa que un homenaje a Méliès, queriendo hacer del truco elemental de las desapariciones, por ejemplo, la máxima proeza.
TL-1, Mi reino por un platillo volador es una película sumamente entretenida que además nos recuerda la importancia secundaria que tiene al fin y al cabo toda pretensión en producción para la efectividad real de un filme. El propio documental, en su parte biográfica, utiliza las claves del cine mudo para reforzar la parodia, y en general la producción misma de esta película no parece superar en mucho los presupuestos a los que Tetsuo Lumière, el director de la ficción, estaba acostumbrado.
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