Esta Semana Santa queremos hacer un breve repaso de la presencia del Salvador en el mundo del cine. Son bastante numerosas las películas que lo presentan como protagonista o apareciendo tangencialmente. Muchas han permanecido fieles a la ortodoxa imagen, mientras que otras representan opciones más libres. En todo caso, se quiera o no, existen tantas diferencias como la propia personalidad de sus creadores lo permita. Las que presentamos no son todas las que deberían, pero sí un puñado de las más significativas:
Ben-Hur: Aunque adaptada más de una vez con anterioridad, en la memoria del público pervive esta versión, realizada en 1959, sobre las andanzas del noble judío testigo de una era en la que la historia oficial y la leyenda parecen encontrar sus límites. Charlton Heston interpretó al protagonista y el gran William Wyler la dirigió. Pero a pesar de sus cacareadísimos 11 Oscars, ésta debe ser una de las menos logradas películas de ambos. Vale la pena sólo por algunos momentos como la antológica carrera de cuadrigas, o este breve pero bello momento en el que la mano misteriosa y acogedora de Cristo brinda auxilio al desesperado Judah Ben Hur.
El evangelio según San Mateo: El italiano Pier Paolo Pasolini tomó la primera de las versiones del nuevo testamento e hizo el acercamiento más literal y a la vez más insólito al recorrido de Cristo. Una película atravesada por los sentimientos encontrados y el caos que se vivía en el mundo de los años 60, mundo representado a la perfección por los fariseos y extremistas entre tantos otros, a los cuales se dirige el mensajero de la palabra totalmente despojado de truculencias. Un canto pleno de lirismo como el blues y los acordes de Bach y Mozart que escuchamos a lo largo del filme.
Jesús de Nazareth: Tras los pasos del cine, el sumamente reverenciado Franco Zeffirelli se hizo de la vida, pasión y muerte de Jesús, en esta miniserie británica que alcanzó gran notoriedad por su despliegue de producción y su reparto espectacular. Tal fue el caso que en una versión reducida llegó a tener exhibición cinematográfica. En ella, el actor Robert Powell (el mismo de Mahler de Ken Russell) daba vida al protagonista definido por todas las clásicas imágenes y doctrinas a las que el director se acerca correctamente, pero con demasiado respeto. Esta debe ser la más convencional de todas las versiones.
La última tentación de Cristo: Cristo en versión de Scorsese tal vez sea el más aparentemente polémico y por ello el que menos presentaciones necesita. En cuerpo y aliento de un Willem Dafoe notable y tenso, esta versión del libro de Kazantzakis exploró con gran riesgo el verdadero sentido de la religión, el misticismo y la inquietud espiritual que lo sustentan. No sólo se trataba de ver al Rey de Reyes asumiendo su condición extraordinaria estoicamente, dentro de él se desataba también una guerra por otra santidad a promulgarse con sangre y fuego.
La pasión de Cristo: La última y la campeona. Mel Gibson hace su propia y determinista versión. Casi un salto al vacío que, para su fortuna, reavivó pasiones tan diversas como las interpretaciones que entraron en debate una y otra vez. Parecía que casi hasta por pura moda los estudios también se entregaron a la «palabra». En resumen: un Cristo en la era de Paris Hilton.
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